Yuuna saltaba rápidamente sobre los tejados de las casas con ligereza, casi volando, gracias a las habilidades del dragón blanco de Suguru.
Cuando alcanzó el edificio que dijo Satoru corrió hacia el portón principal y lo destrozó de una fuerte patada, y saltó los añicos para escudriñar el interior en busca de los dieciséis supervivientes. El dragón onduló su largo cuerpo entorno al exterior, creando una especie de barrera protectora.
Yuuna los detectó escondidos en el sótano y se precipitó hacia ellos. Los encontró a todos encogidos en la oscuridad, jadeando de sorpresa y pavor ante su repentina presencia.
—¡Tranquilos, estoy de vuestra parte! —aclaró ella alzando las manos—. He venido a rescataros y a llevaros a un lugar seguro.
—Pero las maldiciones... —tartamudeó un niño con horror.
—Mis amigos se están encargando de ellas —sonrió Yuuna—, no volverán a haceros daño.
La hechicera guió a los supervivientes que podían caminar hacia arriba, y fue cargando uno por uno a los heridos que no podían levantarse. Una vez fuera los subió a todos al lomo del dragón, pero justo cuando estaban a punto de partir un estruendoso sonido sacudió el ambiente y los asustó.
Yuuna miró hacia el suroeste, alerta. Algo acababa de impactar con varias casas y las había destrozado de cuajo.
Otra maldición, comprendió enseguida.
—¡Rápido, rápido! —apresuró palmeando el lomo del dragón y despegó con él.
Una vez en en aire Yuuna logró distinguir una tercera maldición a lo lejos, y meditó sus movimientos.
Si deshacía su ritual de transmutación con el dragón y se quedaba a pelear, perdería todo vínculo con él y no tendría modo de saber si los supervivientes llegaban al albergue a salvo.
Pero escapar tampoco era una opción viable, especialmente porque la maldición parecía estar buscándoles.
—¿Sabéis cuál es su origen? —les preguntó a los supervivientes, y casi todos sacudieron la cabeza.
—Mi mamá me dijo que, hace varias semanas, un hechicero exorcizó a una maldición poderosa muy cerca de aquí —murmuró un niño.
Entonces, probablemente los restos de la energía maldita de la maldición habían atraído a las que estaban allí ahora.
—¿Era un hechicero académico? ¿Llevaba un uniforme como el mío?
—No, llevaba ropa local.
El único clan hechicero local por allí era el suyo.
Yuuna apretó los labios, decepcionada. ¿Por qué no le sorprendía que los Zenin tuvieran algo que ver? Ella sabía que muchas veces los pueblos eran daños colaterales en su trabajo, pero también era consciente de que su clan rara vez priorizaba el bienestar de los civiles. Especialmente si eran no-hechiceros.
La chica volvió a la realidad cuando la maldición se precipitó hacia ella, y el impacto los lanzó a ambos entre las casas.
El dragón soltó un alarido al sentir el mismo dolor que ella y se posó bruscamente en uno de los tejados, esperando por sus instrucciones.
Yuuna hizo una mueca de dolor y tosió todo el polvo que se acababa de tragar. Maldijo por lo bajo y se incorporó con ligereza, poniéndose en guardia y mirando hacia todas partes. Su cuerpo acababa de destrozar varios edificios con la caída, pero también había clonado la dureza de la piel del dragón blanco así que estaba estable.
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Muñeca Voodoo | Satoru Gojo
FanfictionYuuna Zenin nació con una técnica maldita singular: la de ser capaz de absorber cualquier tipo de energía maldita, encarnar o clonar su supuesta maldición y adquirir todas sus habilidades por tiempo indefinido. Su poder la puso en el punto de mira d...