Yuuna contempló con la mirada desencajada el palito de su chupa-chup, ahora sobresaliendo de los labios de un sonriente Satoru.
¿Contaba eso como beso indirecto?
—¡Eres un guarro!
—Oye, que es tu propia saliva. No seas tan dura contigo misma.
—¡¿Es que no te da asco?!
—Hmmm, sabe bien.
Yuuna apretó los dientes y arrugó la cara. Podía morir de la vergüenza allí mismo. Le acababa de pedir que no hiciera esas bromas estúpidas con ella, ¿es que Satoru no entendía japonés?
—Tienes problemas de comprensión, ¿verdad? —gruñó—. A este punto lo digo en serio, no quiero golpear a un minusválido. ¡¡Deja de reírte!!
La Zenin se puso de puntillas e intentó recuperar su chupa-chup, pero Satoru estiró el cuello y sus dedos apenas alcanzaban la nuez de él. El condenado era tan alto que Yuuna no tuvo más remedio que empezar a tirar de su uniforme para atraerlo hacia ella.
—Hey, cuidado. Me vas a arrugar la ropa.
—¡Pues devuélvemelo!
—¿Acaso te lo vas a terminar?
—¡Ni loca! —Yuuna era un tomate; un tomate que a Satoru le pareció adorable—. ¡Yo no quiero saborear tu saliva!
—Venga, venga, recupéralo. Solo tienes que quitármelo de la boca.
Los demás pasajeros empezaban a mirarles con desaprobación, pero los dos hechiceros estaban tan absortos en su forcejeo infantil que apenas se dieron cuenta de que estaban echando a perder la norma del perfil bajo.
Solía ser así, la verdad. Satoru tenía el talento natural y la excelencia, pero, curiosamente, era el que influenciaba mal. Él vivía en su propia burbuja, e intentaba o bien agrandarla para que los demás cupieran con él, o hacerlos a ellos más pequeños para que pudiese entrar.
Cualquier opción menos sentirse tan diferente, tan solo.
Lo que a nadie le entraba en la cabeza era que Yuuna, una chamán tan prometedora que sí se tomaba su deber en serio, siempre se acabase involucrándose en sus problemas.
Ya se podrían encerrar en su burbuja con las maldiciones delante, que no se darían cuenta. Y aunque los dos eran lo suficientemente fuertes como para salir ilesos de situaciones así, se habían llevado varías broncas.
Por esa razón muchas veces hacían mal equipo en las misiones, a pesar de que los dos eran muy competentes de forma individual.
—Nada, que no creces, eh.
—¡Que tú seas una farola no es culpa mía!
En un descuido, Yuuna consiguió agarrar a Satoru de la oreja y empezó a tirar con fuerza. En medio de quejidos de dolor, la voz automática del metro anunció la siguiente parada.
—¡Mira, la nuestra por fin! —exclamó la Zenin, y aprovechó el fugaz instante de distracción para quitarle a Satoru el chupa-chup de la boca—. ¡¡Toma!!
El metro se detuvo abruptamente, y Gojo, que todavía estaba inclinado hacia su amiga por el tirón de orejas, se tambaleó hacia ella y sus cabezas chocaron sin querer.
Los dos soltaron un quejido de dolor. Yuuna maldijo e intentó darle un coscorrón, pero Satoru activó el infinito a tiempo y la repelió con un chispazo.
—¡Au!
—¡Devuélvemelo!
—¡¡Te jodes!!
Yuuna esquivó los brazos de Satoru y salió prácticamente corriendo del metro. Se adentró en el gentío y trató de huir, pero las largas piernas de su compañero de equipo le dieron alcance en dos zancadas. Satoru la agarró del codo, y la primera reacción de Yuuna fue lanzar el chupa-chup con la fuerza de un pitcher profesional.
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Muñeca Voodoo | Satoru Gojo
FanficYuuna Zenin nació con una técnica maldita singular: la de ser capaz de absorber cualquier tipo de energía maldita, encarnar o clonar su supuesta maldición y adquirir todas sus habilidades por tiempo indefinido. Su poder la puso en el punto de mira d...