Había pasado el resto de mi vida maldiciendo a mi madre por haberme abandonado. Dejando a mi padre a cargo de una deuda imposible de pagar. A pesar de tener tres años, entendía muy bien en lo que mis padres se estaban metiendo. Vivíamos en una lejana ciudad, con gente desconocida y concurrente. No era un gran poblado, pero de verdad me gustaba vivir allí, hasta que mamá finalmente confesó haber hipotecado nuestra casa debido a una suma grande de dinero. No éramos de una familia rica, siempre hubo problemas de dinero en casa, y eso era causa de peleas entre mis padres. Mamá había hecho un préstamo al banco para abrir un negocio de comida rápida, pero todo fracasó. Había demasiadas cosas que pagar, además de mi colegiatura en la escuela. Papá hacía lo que podía para traer más dinero a casa y que no nos faltara nada, pero todo eso se perdía a causa de los gastos innecesarios de mi madre, llegando a deber miles de dólares. Hipotecó la casa sin decírselo a mi padre, y huyó sin dejar rastro. Él no fue capaz de pagar tanto dinero. Era imposible dar un millón de dólares en dos semanas. Buscó a mamá para enfrentarla, pero ella desapareció, abandonándonos a ambos y dejándonos a nuestra suerte. No hubo otra manera que irnos de casa, ya que ahora era propiedad del banco. Mi abuela nos ofreció vivir con ella en un pequeño pueblo rural cerca de nuestra antigua casa. Fue agradable pasar los siguientes seis años viviendo con gente pueblerina a mi alrededor, mientras papá ahorraba para vivir en una nueva ciudad.
Tiempo después de haber cumplido nueve años, nos mudamos a Hillwood con lo poco que teníamos, hospedándonos en una vieja y sucia casa del vecindario más pobre de la ciudad.
La ausencia de mi madre definitivamente me dolió bastante, pero no podía creer que ella fuera tan cobarde para hacerle eso a mi padre.
Aprendí a sobrellevar mi dolor yo misma. Papá estaba en casa conmigo, pero en realidad ausente. Tenía aún deudas por pagar, además de conseguir un nuevo empleo para saldar cuentas. Al principio fue difícil, pero me acostumbré rápido a ayudar en casa.
Papá había encontrado una nueva escuela para mí. A pesar de todo no quería que yo dejara de estudiar, y con el poco dinero que tenía, logró pagar el primer año de colegio.
Admito que a veces fingía pasarme de buena gente para agradarle a los demás, incluyendo a las chicas, pero digamos que ellas no fueron muy amables conmigo la primera vez que me conocieron, sobre todo una de ellas.
Helga parecía tener algo en contra de mí desde que nos conocimos, y quizás fue porque le agradaba más a la gente que a ella. No estaba muy segura realmente. Conforme pasó el tiempo, me fui dando cuenta del motivo de su odio hacia mí. Tenía nombre y apellido; Arnold Shortman.
Cuando conocí a Arnold, me pareció un niño muy agradable. Era inteligente y alegre, algo comparado conmigo. Supimos llevarnos bien y conocer más sobre nosotros mismos. Teníamos tanto en común, algo que no era compatible con Helga.
Casi siempre peleaban, o la mayor parte del tiempo, Helga era malvada con Arnold. Se burlaba de él, lo molestaba o le jugaba bromas pesadas. Algo que a él no le gustaba para nada. Aunque yo no entendía bien porque Arnold seguía ahí si Helga lo rechazaba. Era como si quisiera agradarle a ella a pesar de todo.
Yo sabía que le gustaba a Arnold, pero nunca lo había tomado en serio, hasta que me lo demostró en un viejo mural del vecindario. Eso elevó mis ganas de acercarme a él, y finalmente tener una cita.
Aunque yo me la pasé bien, Arnold parecía incómodo y aburrido todo el tiempo que estuvimos juntos, como si en realidad no quisiera estar conmigo. Eso me bastó para saber que lo nuestro no iba a funcionar. Aunque en el fondo sabía que también lo hacía por alguien más, aún cuando intentó regresar conmigo sólo por sentir culpa de haberme dejado.
El tiempo pasó e intenté de alguna manera acercarme a Helga. Aunque no lo pareciera, ella me agradaba mucho. Pero siempre me hizo menos a lado de los demás.
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O L D E R 2
Teen FictionEmpieza un nuevo año en la Universidad de Hillwood, pero para Arnold y Helga se volverá complicado con la llegada de una vieja conocida.