Estaba recostada sobre mi cama, sintiéndome derrotada. Estos últimos días se habían vuelto bastante largos para mí. No dejaba de pensar en él espantoso sueño de esa mañana. Las lágrimas caían por mis mejillas silenciosamente y me negaba a cerrar los ojos para evitar pensar en ello. Mi celular vibró en algún lugar de la cama cuando apreté el botón central para desviar la llamada. Estaba segura que se trataba de Rhonda, ya que había recibido cientos de llamadas toda la tarde, pero las ignoré.
Kate se había marchado al partido hace un par de minutos. Intuía que la estaba pasando mal por el asunto de Arnold y no por mis traumas familiares, y agradezco que respetara eso. Necesitaba tiempo para mí, para tranquilizarme y tomar las cosas con más calma.
Comenzaba a dudar si había sido una buena idea unirme al equipo de animadoras. En realidad esto no era lo mío, pero lo estaba haciendo por Rhonda y su miserable insistencia de acompañarla. Me levanté de la cama y me senté frente al espejo, mirando con detalle cada parte de mi rostro.
—Que mal lo eh pasado últimamente.—Me dije a mi misma con tristeza.
Comencé a maquillarme, tapando cada imperfección de mi cara. No podía sacar de mi mente las horribles imágenes de mi sueño. Mi piel se ponía cada vez más tensa y la inseguridad de tener la misma pesadilla era abrumadora.
Mis lágrimas comenzaron a salir de nuevo.
Había arruinado totalmente mi maquillaje. Me sentía deprimida y sola. Tenía miedo de cerrar los ojos y pensar en mi madre.
Ella debe estar decepcionada mí.
Después de suspirar hondo por la nariz, me relajé, mirándome en el espejo. Debía ser más fuerte que esto y superarlo. No quería sobrepensar las cosas todo el tiempo. Necesitaba estar bien conmigo misma, sin darle importancia a los demás.
Entonces me miré una vez más al espejo, determinada a no llorar más.***
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El partido estaba a punto de comenzar. Todos se encontraban emocionados en la cancha. Los chicos de ambos equipos se preparaban en los vestidores, mientras eras presionados por sus preocupados entrenadores.
—Buena suerte, hermano.—dijo Gerald, tomando su casco.
Arnold asintió con la cabeza, antes de verlo desaparecer detrás de la puerta.
—¡VAMOS, SHORTMAN! ¡YA ES HORA!—Gritó el entrenador, golpeando repetidamente la puerta con la mano.
Arnold suspiró, bebiendo un poco de agua. Miró detenidamente el interior de su casillero cuando un listón rosado cayó sobre una de sus camisetas. Lo sacó, mirándolo con tristeza.
Tenía un olor agradablemente a fresas cuando lo acercó a su nariz, entonces sonrió.
La imagen de Helga apareció en sus recuerdos.
¿Cómo pude arruinarlo? Era algo que se preguntaba a cada segundo.
"¡No sabes cuánto te odio, Arnold!"
De nuevo esos dolorosos recuerdos.
Enredó el listón sobre su mano apretándolo con fuerza una vez más. Suspiró con enfado y tristeza, lanzándolo al cesto de basura.
Cerró su casillero y tomó su casco, corriendo hacia la cancha sin mirar atrás.
Rhonda se mostraba desesperada, tratando de llamar a Helga una y otra vez. Parecía distraída desde esa mañana.
El partido estaba por empezar. Las chicas practicaban su rutina de baile, y todos los aficionados estaban ansiosos.
Rhonda hizo un débil intento por llamar a Helga una última vez, pero suspiró frustrada cuando la vió caminar hacia ella.
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O L D E R 2
Novela JuvenilEmpieza un nuevo año en la Universidad de Hillwood, pero para Arnold y Helga se volverá complicado con la llegada de una vieja conocida.