Lila la perfecta II

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Tobby había pasado los últimos dos meses tratando de descifrar que diablos estaba pasando con Valeria. Eran tantas excusas que ella últimamente estaba poniendo sobre la mesa.

Desde dejar de salir juntos, hasta no contestar el teléfono, cada vez más se volvía muy confuso. ¿Qué estaba pasando con Valeria?

Habían tenido una discusión durante la mañana. Valeria tuvo un gran retraso por culpa de su alarma, y no logró llegar a tiempo a su primera clase del día. Tobby la esperó impaciente durante treinta minutos en la entrada, haciéndole perder una clase también a él. La escena se volvió incómoda cuando ambos montaron una breve discusión frente a algunos alumnos del Campus. Valeria no estaba bien, demostrando su molestia con Tobby, y huyendo lejos de él.

Durante el almuerzo, él buscó a Valeria para tratar de disculparse por el comportamiento tan repentino que tuvo con ella, pero no había cedido. Estaba bastante molesta incluso para verlo. Tobby no entendía que estaba pasando y tampoco quería preguntar, pero en el fondo, tenía la sospecha de lo que estaba por suceder.

Suspiró caminando con tranquilidad sobre el césped, mientras regresaba a la cafetería para encontrar a James. Justo cuando dió la vuelta, vió a Valeria salir apresurada fuera del Campus. Frunció el ceño y sujetó la correa de su mochila, debatiéndose en seguirla o no. Pero torpemente se detuvo, dejándola ir.

Sintió un suave golpe sobre su hombro, cuando vió a James detrás de él. Una sonrisa divertida permanecía sobre su rostro y Tobby se relajó, negando con la cabeza.

—¿Dónde demonios estabas? ¡Estaba buscándote como una puta cabra!—dijo James.

—Estaba con Mike. Fui por tu mierda.—dijo Tobby, sacando una pequeña botella del bolsillo de su chaqueta.

Los ojos de James se iluminaron, y arrebató el frasco de las manos de Tobby.—Cielos, tenía tantas ganas de probar esto.

Tobby frunció el ceño.—¿Sabes que es eso?

James palideció, negando con la cabeza.

—Metilendioxianfetamina.

—¿Qué?—Preguntó confundido.

Tobby rodó los ojos.—MDA, James. Esa mierda te acelerará el corazón 45 minutos después de consumirlo. Estarías cavando tu propia tumba mañana mismo.

James asintió.—En realidad eso no me importa ahora. Sólo quiero tomar diez de estas.

Tobby le arrebató el frasco, mirando a James como si hubiera perdido la cabeza.—¿Es una maldita broma? Eres un puto drogadicto.

James pareció algo molesto por esas últimas palabras, pero se relajó.—No lo soy. Consumo de vez en cuando, es todo.

—¿Cada vez que te sientes miserable?—Le preguntó Tobby.

James se sintió incómodo, y lo golpeó en el brazo.—Ya dame el maldito frasco.

Tobby asintió.—Escucha, hermano. Esto no es una puta broma. Debes tener cuidado con esto, y lo que consumes. Estoy siendo totalmente paciente contigo en cuanto estas cosas.

—¿Qué quieres decir?

—Sé que no eres un drogadicto, y también sé que lo haces debes en cuando. Pero realmente me asusta que te conviertas en un adicto.

O L D E R 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora