O L D E R 2

3.Bienvenida de nuevo

South Kensington, Londres

Hace dos meses.
Era muy temprano cuando desperté en mi antigua habitación. La tranquilidad por la mañana se sentía bastante bien, y yo sonreí por dentro al extrañar tanto esa sensación.

Había tomado el último vuelo hace dos días en la noche. No quisiera decir la razón por la cual lo hice, pero justo en estos momentos quería estar cerca de mi padre.

Fue extraño para él verme de regreso en Kensington, pero agradecí demasiado que no me cuestionara por la razón de viajar sola hasta acá. Aprendió a conocerme tan bien, que incluso sabía que no iba a soltar tan fácilmente la verdad absoluta ante él. No estaba lista para contárselo, y mucho menos después de ver el gran cariño que le tomó a Arnold en tan poco tiempo.

Debo admitir que me a costado demasiado trabajo contenerme a llorar frente a él y arruinar las cosas en estos últimos dos días. Tener la compañía de mi papá me hacía sentir extrañamente mejor, y es gracioso porque esto no lo estaría diciendo si tuviera nueve años.

Me recosté sobre mi cama, mientras sentía algunas lágrimas deslizarse sobre mis mejillas. No dejaba de pensar en él y en ese amargo momento de humillación frente a toda la escuela. Me sentía traicionada y débil, y en mi mente se repetía una y otra vez cada uno de esos asquerosos videos.

Quería a Arnold, pero no podía estar con él si no confiaba en mí. Nunca entenderé que hice mal para que no me contara algo tan grave. Pudieron haber pasado muchas cosas, pero todo hubiera sido tan diferente si lo habría escuchado de él. Arnold era un jodido mentiroso y tal vez yo era una más en su lista de zorras para follar más tarde.

Estaba deprimida, intentando encontrar cualquier excusa para inventarle a mi padre el repentino viaje de regreso a Londres y que no llamara imbécil a Arnold cada segundo de su vida.

Miré frente a mi en mi mesilla de noche, mientras me concentraba en la fotografía de mi madre fallecida junto a mi tocador. La maravillosa sonrisa que mamá tenía en la fotografía, me atrajo hasta ella para mirarla más de cerca. Estaba segura que en estos momentos, ella sabría que hacer.

—No sabes cómo te extraño, mamá.—Murmuré con lágrimas en los ojos con el marco entre mis manos. Había olvidado que en pocos meses se cumplirán tres años desde el accidente y el día en que murió. Detestaba tanto esa fecha y los dolorosos recuerdos de todo lo que pasó ese día. Desde ver morir a mi madre frente a mi, hasta el distanciamiento tan repentino que mi papá tuvo conmigo, y el abandono tan cobarde que mi hermana hizo.

Pero nadie puede retroceder el tiempo.

Alguien tocó mi puerta suavemente y yo limpié mis lágrimas rápidamente para no tener que dar explicaciones. Caminé hasta ella y la abrí lentamente, encontrando a papá del otro lado de la puerta.

—Hola, cariño. ¿Cómo estás?—Me preguntó con dulzura.

Sonreí amablemente.—Bien, acabo de despertar.

Papá entró a la habitación con una charola de comida en sus manos. Reí un poco y me derrumbe de nuevo sobre mi colchón.

—Te eh traído tu desayuno.—dijo, poniendo la bandeja sobre mis piernas.—Ayer noté que no comiste bien durante la cena.

—Mmm, bueno. Es que la comida sabía un poco rara.

Frunció el ceño.—¿Rara?