CAPÍTULO 07

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07

Hans Cramer


Seis meses antes.


Luego de la cena de navidad y las fiestas de fin de año, nuevamente podía regresar a casa, a donde "todo regresaría a la normalidad", a donde a mis padres les importa si existo o no.

Bajé del avión, dirigiéndome a la salida del aeropuerto, caminaba sin importarme quienes iban saliendo o entrando, también me estaba valiendo una reverenda mierda a los que estaban esperando a la persona que venían de los distintos vuelos. Continúe caminando con los auriculares puestos, con la música hasta el tope, que no podía escuchar el ruido exterior o siquiera percibir si alguien me estuviese hablando a mi espalda o a mis costados. Solo era yo. Yo y la música con el volumen al máximo. Inesperadamente, alguien se sujeta a mi cintura, aferrándose. Por lo que rápidamente reaccioné a la acción que recibí, frenando mi caminar, dirigiendo mi vista hacia abajo. Una pequeña persona femenina me miraba con unos ojos tiernos y llenos de emoción. Tenía que ser Zara, mi pequeña hermana, la única niña de la familia que tiene los máximos privilegios, solo por ser la única hija. Al verla, no pude evitar quitarme los auriculares y elevarla con mis brazos, dando un giro de trescientos sesenta grados sobre mi propio eje. La niña dibujaba una gran sonrisa de emoción, seguido de un pequeño grito.

―¡Pato!

Yo solté una carcajada al escucharla.

―Bienvenido ―la voz, que se me es conocida, hace presencia a mi espalda. Giro en mi eje, bajando con calma a mi pequeña hermana de mis brazos al suelo, para encontrarme con la figura de mi hermano mayor, Sam.

Él me da unas palmadas sobre mi hombro derecho, pero no pudo resistir acercarse a mí y darme un fuerte abrazo. Creí que al bajar del avión y pasar por el pasillo del aeropuerto no habría nadie esperándome, pero, sorpresa. Sí que lo había. Monté hasta en mis hombros a mi pequeña hermana de tan solo siete años. Para salir del aeropuerto, Sam me ayudó llevando mi equipaje hasta el coche que se encontraba aparcado a fuera. Metí a la niña en la parte trasera de los asientos de los copilotos; mi hermano acomodaba mi maleta en la cajuela del automóvil.

—Hey —él me llama, haciendo que mire hacia dónde está—. ¿Quieres conducir? —dice mientras eleva ambas cejas.

―¿Yo? Sí —respondí con una sonrisa en mi rostro. Sam saca las llaves del auto del bolsillo de su pantalón y la lanza hacia mí.

Me dirigí tan rápido hacia el lugar del piloto para abrir la puerta y meterme para introducir la llave encendiendo el motor del coche. Sam entra después de mí para emprender el viaje a casa, que queda a dos horas sin tráfico.

―Ya me dio hambre, Sam ―exclama la niña, Zara. Mi hermano voltea a mirarla a dónde se encuentra ella.

―¿Qué se te antoja?

―Una hamburguesa con papas ―. Miro por el retrovisor, la niña hacía un puchero de perrito mojado, para que le cumplan su petición, por mi hermano, Sam.

Él solo suelta una risa al ver la expresión de la pequeña.

—Nah —Sam niega con la cabeza —comeremos lo que Hans el pato quiera —la niña hace un quejido de no estar de acuerdo.

―¿Sí? ―solté―. Sí —miré al chico de cabellera rubia negar ligeramente mientras sonreía.

Zara estaba en desacuerdo con que yo escogiera a dónde para comer. Sam sostuvo su palabra a la niña y no hizo caso a su petición solo por el simple hecho de que yo haya regresado.

GOLPES DE LA VIDA ✓ [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora