CAPÍTULO 24

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24

Hans Cramer


Zara entró como un torbellino a mi habitación. Mi cama era tan cómoda que la repentina aparición de la pequeña me sacó un pequeño susto. La niña rubia vestida con una clase de vestido rosa cálido, el moño ligeramente un tono más fuerte que el vestido. Su cara de emoción la delataba por las ganas de salir a pedir dulces en unas horas.

―¡Ya es Halloween! ―la pequeña me dijo en un todo fuerte, con la voz inundada de felicidad. Lo gritó un par de veces antes de posarse justo en frente de mí.

Mi cara de confusión trataba de hacerle un sinfín de interrogantes, pero prefería quedarme callado.

―¿Me vas a llevar a pedir dulces? ¿Sí?... ¿Sí?... Anda, dime que sí ―Zara me agito energéticamente con sus manos sobre mi abdomen. Eso me causaba reír, por las cosquillas que lograba hacerme.

―Te has reído... eso significa que sí me llevarás.

Mostrándome una enorme sonrisa.

―Yo no te he dicho nada ―solté entrecortadamente.

Y aunque no podía negarme a ella, quería verle la reacción que haría negándome a llevarla.

―Este año no saldremos, nos quedaremos en casa... ―Zara me miró cambiando su semblante a uno confuso. Podía ver su pequeña carita angelical llenarse de preguntas, pero quería escuchar las razones del porqué no íbamos a ir a pedir los dulces.

Ella no iba a poder oponerse si yo le decía que no podía. Le expliqué que tenía un programa de televisión al cual no podía perder su episodio especial de terror y también porque me vería toda la temporada ahora que todos están vestidos. La niña no estaba del todo convencida, pero sus ojos ya no estaban tan iluminados como cuando entró alborotando la atmósfera del cuarto. Cogió un bocado de aire, no me pidió más explicaciones, se dio la vuelta saliendo para su cuarto. Lo había logrado, mi invento de ese especial de terror me había funcionado, pero hubo un detalle que no tomé en cuenta:

―¡PATO! ―la voz firme de Zara se presentó nuevamente, haciendo que miré rápidamente hacia la puerta―. ¡Tú no miras la televisión! ¡Me has mentido!

Eso me hizo que soltara una carcajada ahoga, porque era cierto... a mí no me gusta ver la televisión, mucho menos los especiales, eso me tenía sin cuidado.

―Tendré que aprender a mentir. ¿No lo crees?

―Tendrás que llevarme a pedir dulces ―demandó la niña, señalándome con su dedo índice.

Ya no tenía una excusa para no llevarla, pero desde el principio solo quería ver su reacción, y vaya que se había puesto triste por un instante. Ahora la pequeña rubia posee una sonrisa victoriosa. Yo me sentiría igual si estuviese en su lugar.


[.]


―Zara ―grité a la niña desde el salón de la casa. Y aunque para salir con ella no me visto de ningún personaje, ya estaba listo para acompañarla. La pequeña bajó corriendo con ese vestido rosa que le llegaba un poco más abajo de los muslos, pero las calcetas blancas cubrían todo su pie. La felicidad impregnada en su pequeña cara mientras sujeta el dulcero vacío en forma de calabaza. La niña ya estaba más que lista para ir a por los dulces de casa en casa.

Abrí la puerta y lo primero que vi fue la gran cantidad de niños pasar por la calle acompañados por alguien un poco más grandes que ellos y otros niños pasando en pequeños grupos. Zara sonaba cada vez más emocionada al ver aquellos disfrazados; ya sea como pequeños fantasmas o como a una bruja. La niña no se esperó y salió corriendo hacia la calle. No vi en qué momento ella ya llevaba una bolsa de dulces para regalar. Los demás se acercaron a ella para recibir esas paletas. Quizá esto sea lo más feliz o melancólico para mí, porque en esta fecha me quedaba en mi cuarto, sin hacer nada, porque me daba miedo, me aterraba la idea de ver a los demás. No fui un niño normal, me asustaba todo, pero también me hacía fuerte por todo.

GOLPES DE LA VIDA ✓ [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora