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Capítulo 11 "Jealousy"
Lunes Lunes Lunes
Estaba recargada contra una pared dentro de la escuela, esperando con impaciencia a que sonara la campana. Mis ojos se posaban en la pantalla del celular. Finalmente, decidí apagar el celular, guardándolo en mi bolsillo con un suspiro. Al levantar la mirada, me encontré con los pasillos aun con personas caminado unas hablando, excepto por dos figuras que se aproximaban. Pietro y Giulio caminaban juntos. Al verlos, una sonrisa se dibujó en mi rostro sin que pudiera evitarlo.
El corazón me dio un vuelco cuando Pietro levantó la cabeza y nuestras miradas se cruzaron. Sin pensarlo, corrí hacia él y lo abracé con fuerza. Al principio, se quedó inmóvil, sorprendido, pero después de unos segundos sentí cómo sus brazos se enroscaban a mi alrededo. Mi pecho se apretó, una mezcla de alivio y vergüenza que me obligó a soltarlo rápidamente.
—Lo siento —musité, dando un paso hacia atrás.
—A mí también me alegra verte —respondió con una sonrisa.
—Ay, no sean dramáticos—interrumpió Giulio con una burla que me hizo sentirme tonta—. ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Cuatro días?
Volteé a verlo, avergonzada y un tanto molesta. Pietro le dio un ligero golpe en el hombro antes de volver su atención hacia mí.
—¿Qué es todo eso? —preguntó, señalando algo detrás de mí. Giré la cabeza y vi varias cajas apiladas cerca de la pared. ¿Cómo era posible que no las hubiera notado antes?
Nos acercamos a las cajas. Pietro, con curiosidad, abrió una de las de arriba, y su expresión cambió de inmediato al ver lo que contenía.
—Creo que es obvio, ¿no? —dijo, mientras yo me inclinaba para ver lo que había dentro.
—Creo que nos estamos mudando —dijo Giulio en tono sarcástico, pero había una pizca de verdad en sus palabras.
En la caja había trofeos que alguna vez habían adornado una estantería. Tomé uno y lo observé detenidamente. Era por ganar una competencia de baile. Sonreí y devolví el trofeo a su lugar. Mientras lo hacía, escuché a Pietro y Giulio susurrar, así que me acerqué a ellos.
—No piensen hacer planes sin mí, ¿eh? —dije, intentando sonar seria.
—Claro que no —contestó Pietro, intercambiando una mirada con Giulio antes de volverse hacia mí—. ¿Subimos?
—¿A dónde? —pregunté.
—Ya verás, ven —respondió Pietro, mirando alrededor con cierta cautela antes de agarrarme de la muñeca y comenzar a subir las escaleras.
