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KIM LEEHAN

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KIM LEEHAN

Otro día, otra desgracia.

Hoy me levanté tempranísimo para hacer el desayuno para mi hermana y para mi. Aunque no conté con que hubiera alguien más en la cocina.
Cuando bajé listo me encontré con mi hermana y una cabellera corta y oscura. Hirai Momo, la mejor amiga de mi hermana.
Genial, otro plato más que cocinar, genial, otra vez Riwoo se iba a quejar de que llegaba tarde a la parada.

—¡Leehan, hola!—saludó con voz chillona la japonesa. La verdad es que me caía bastante bien, pero nadie tiene el humor suficientemente arriba a las seis y media de la mañana para soportar una voz como la de Momo.

—Hola Momo noona..— Saludé fatigado.

—No te preocupes por nuestros desayunos Hannie, ya comimos algo que trajo Momo, de hecho, ya nos íbamos. ¡Cuidate!—Habló mi hermana mientras se levantaba de su asiento seguida por Momo.

Gracias Dios, por esto me hago creyente.

—Ah, está bien.. Que tengan un buen día entonces—Las saludé con la mano mientras Momo noona abría la puerta.

—¡Que tengas un buen día también! —Dijeron las dos al unísono y salieron por la puerta dejándome solo.

Paz, bella y adorada paz.

Decidí hacerme un desayuno tranquilo, tostadas con mermelada y una taza de té.
Terminé, limpié la mesa, lavé los platos y subí a mi habitación para darle de comer a mis hijitos y agarrar mis cosas.

Subí y me vi por última vez en el espejo, agarré mi celular para enviarle un mensaje a Riwoo y agarré mi mochila.

Bajé las escaleras y partí para la parada del colectivo.

Cuando llegué estaba como siempre mi amigo y, dios, ¿cómo podía no esperarlo? Obviamente estaba Sungho ahí. Lo bueno es que a su lado estaba Taesan, ¡por lo que no iba a ser el único ignorado!

—¡Hola chicos!

—¡Hola Han!—Saludó Sungho, y a su lado estaba Riwoo saludandome con la mano.

—Hola Leehan, ya casi llega el colectivo así que no tenés que esperar mucho—Me informó Taesan.

—Ah, está bien Taesan, gracias—Le contesté.

Acto seguido llegó el colectivo y subimos tranquilamente.

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