4° HORA DEL TÉ

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Grell en vida, siempre estuvo acostumbrado a que le sirvieran, nunca tuvo la necesidad de hacer nada por si mismo, así que a la hora de jugar al mayordomo inútil, pues no le fue nada complicado, en verdad no sabía hacer nada, en el reino shinigami, tienen todo lo que necesitan. En la sede hay cafeteras, cocineros que están todo el día para alimentar a todos los segadores de cada turno que labora. Lavanderías a dónde llevar su ropa y uniforme y si estando en casa, sentía hambre, pues sólo tiene que ir al mundo humano y comprarse algo.

Sin embargo durante su castigo tras ser atrapado jugando a Jack el destripador, tuvo que trabajar en dichas áreas, limpiando, lavando y cocinando, hasta que su suspención fuese revocada; así que aunque no le gustaba, aprendió muchas cosas, sin olvidar las lecciones del mayordomo demonio.

...

Hace dos hora que el gerente del despacho, William T. Spears, debió haber abandonado las instalaciones, sin embargo, como ya se había hecho costumbre, esta noche también cubriría horas extra. Todos se habían marchado, sólo quedaban él y cierto pelirrojo.

La puerta de la oficina de William se abre lentamente, dejando pasar un pequeño rayo de luz, mismo que desaparece al éstas cerrarse. La oficina está en penumbras, lo único que le alumbra es la pequeña lámpara del escritorio del gerente.

-Will, es tarde ¿Cuándo vamos a irnos?- Grell se acerca lentamente.

-¿Qué haces tú aquí, Grell Sutcliff? Irrumpiendo en mí oficina sin llamar.

-Bueno, no puedo estar tranquila sabiendo que mi hombre no tiene descanso- dijo coquetamente.

-¿Quién dijo que soy tu hombre?- protestó molesto.

-Te traje un poco de té y... - la pelirroja acercó una taza humeante hacia su jefe. -Este té es conciderado como el más delicioso del mundo, el té azul. Es producido principalmente en, el norte de China, y Taiwan- William le observa con el ceño fruncido. -...Y unas galletas que yo misma hornee especialmente para ti- viene abrazando una caja blanca con un lazo rojo.

-¿A caso ya terminaste tu papeleo?

-Vamos Will, relájate un poco- Grell se coloca la caja con galletas frente a William y camina tras de su jefe para comienzar a masajearle los hombros, se percata de lo tenso que está, hace una mueca al sentir los nudos en los músculos. -Claro que ya terminé con mis informes, ya los entregué.

-En ese caso, ya retirate.

-Will, no seas malo.

-No soy malo, estoy ocupado "trabajando" palabra que tú no conoces.

-Al menos prueba las galletas- dice con un puchero.

-La última vez que probé algo preparado por tí, me enfermé. William toma la caja de galletas y la hace a un lado, para alejarse del agarre de Grell y concentrarse nuevamente en los papeles de su escritorio.

Grell frunce el ceño -Bien- el pelirrojo sale indignado de la oficina, azotando la puerta tras de si. Una vez solo, William se retira los anteojos, frota sus cansados ojos, se coloca nuevamente laos lentes, para acto seguido respirar el agradable aroma del té aún caliente, abre la caja de las galletas y se encuentra con los pequeños biscochos en forma de corazón con las letras W y G, escritas con merengue rojo. -Honestamente- dice y prueba una, son realmente deliciosas.

Una vez que William abandona su oficina, se puede apreciar la caja de las galletas totalmente vacía en el cesto de basura.

...

Una nueva noche de horas extra. William camina hasta la oficina de Grell, llama a la puerta. -Adelante- responde una voz cansada. William entra, y toma asiento frente a Grell, hojea algunas hojas de un folder para después dejarlo de lado.

-Grell Sutcliff, ¿Dónde está el té?- dice el mayor.

-Will- sus ojos brillaron con entusiasmo y de inmediato se puso de pie, listo para preparar el delicioso té, mientras esperaban que estuviera listo abrió una pequeña maleta -No pensé que vendrías, así que sólo traje una rebanada de pie de frambuesa, pero podemos compartirla, aunque sólo tengo una cuchara- dijo coquetamente mientras chupaba el cubierto.

-Honestamente. Ojalá así de eficiente fueras para el trabajo de oficina.

-Hmm...- tengo muchas virtudes, pero simplemente el trabajo de oficina no es lo mío. Pero te puedo asegurar que sería una excelente esposa~- le guiña el ojo. William no puede contradecir al pelirrojo y sonrió tras su taza de té.

Desde entonces, cada que tuvieran horas extra, era hora del té.





QUE NI LA MUERTE NOS SEPAREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora