10° LA PRIMERA VEZ

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Hola mis corderitos escarlata, la siguiente entrada, contiene escenas de sexo y un poquito de sadismo, ya saben cómo se pone Will celoso.
Están advertidos. Gracias, felíz lectura.

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Hace un rato que despertó, no sabe cuánto tiempo ha pasado. Observa a su alrededor, ésta no es su habitación, la decoración es demasiado estridente a la pupila, no entiende cómo es que no se han vuelto locos con tanto rojo, aunque quizá ya hayan perdido la razón hace muchas décadas y es por eso que ambos se encuentran es está posición. Suspira suavemente y mira hacía arriba, al dosel de la cama, rojo. El cuerpo a su costado, se acomoda pero no le suelta, siente como se intensifica el calor que irradia sobre su pecho desnudo, la situación no es nada nueva, pero aún no puede decir que se ha acostumbrado.

El hombre de cabello oscuro gira la cabeza, ya que es lo único que puede mover, pues la pelirroja, aún y estando dormida, se aferra a él como si de eso dependiera su inmortalidad. Dirige los ojos a un ventanal que por ahora yace cubierto por las cortinas bermellón, para su suerte, su visión es tan mala, que tanto rojo es opaco a su vista.

¿Cómo es qué terminó aquí?, más bien, ¿Cómo es que se permitió, que el "error" más grande de su vida, se convirtiese en el capricho más placentero, de su inmortalidad?

...

Imposible olvidar aquella "funesta" noche, pues ha quedado grabada en su cinematic record y en su piel, para siempre.

A pesar de tantos años, William no logra entender, por qué motivo, "siempre" termina accediendo a los caprichos de ese pelirrojo manipulador, de una u otra forma, Grell logra obtener lo que desea.

Se trataba de una pequeña fiesta del despacho; no tenían mucho de haberse graduado, el extrovertido Grell, tenía la habilidad para socializar con cualquiera que le pusieran en frente, pero su carácter ególatra y engreído, le demandaba permanecer a lado de "su hombre" en todo momento. William era el único digno de su compañía.

Y aunque William, nunca se consideró "su hombre" además de que ese era un título que detestaba, pues él no le pertenecía a nadie; tenía que aceptar que la compañía de Grell era lo único grato que encontraba en aquél limbo, sí, su comienzo como compañeros fue terrible, durante su evaluación final, pero ya habían aprendido a convivir, ya se conocían mejor y aunque no le gustaba admirlo, Grell era su único amigo, después de todo, le salvó la vida y a diferencia de todos, sólo el pelirrojo permanece a su lado, a pesar de su antipática personalidad, no tiene nada en común. Lo sabe, ha escuchado los rumores, ¿Cómo es posible que alguien como Grell Sutcliff, se interese en un tipo tan aburrido como Spears?, él tampoco lo entiende.

Esa noche bebieron, no hasta el grado de embriagarse, pero si ingirieron bastante alcohol, después de todo, el licor no les afecta igual que a los mortales, su condición de parcas les brindaba mayor resistencia, o eso se suponía.

William no tenía el menor interés en seguir quella reunió, así que partió hacia su casa, Grell insistió en acompañarle, la parca roja iba parloteando cosas que al castaño no le interesaban en lo más mínimo, Grell iba prendido de su brazo. Ya se encontraban frente a la puerta del edificio donde residían, finalmente Grell le soltó, William le reprendió por arrugarle el saco, entre otras quejas, pero de repente, fue silenciado por el abrumador sabor a licor de frutas, unos carnosos labios sellaban los suyos y una tibia lengua danzaba en su boca. Quizá se trataba del alcohol, sí, debía ser eso, en sus cinco sentidos, jamás le hubiese permitido tal atrevimiento a su compañero.

Fue un error, no debió permitirle al pelirrojo, el acompañarle a su apartamento, debió mandarlo solo, al suyo, pero ya era muy tarde para arrepentimientos. Una vez cerrada la puerta, los besos ansiosos y hambrientos por más, dieron rienda suelta. El más desesperado por dar el siguiente paso, parecía ser el siempre serio William. Por alguna razón, su compañero carmín, lo descolocaba, le hacía perder el buen juicio, vivían en una constante lucha por ver quien tenía el poder sobre el otro, indudablemente, Grell se daba ínfulas de superioridad, y eso irritaba de sobremanera a William, tenía que someterlo a como diera lugar, en todos los aspectos.

QUE NI LA MUERTE NOS SEPAREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora