9° FIESTA DE DISFRACES

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El gerente William T. Spears jamás se imaginó vestido de tales formas tan ridículas, pero no se podía evitar, esto hacía feliz a su amada pelirroja.

Se mira en el espejo, pudiendo vestirse de otra cosa, Grell insistió, si ella no podía hacer sus caprichos exhibicionistas, el tampoco sería feliz, ya se vengaría más adelante.

Grell junto con Ronald, eran encargados de organizar dichos eventos, que se supone motivaban el espíritu de los colaboradores de la muerte.

El tema de éste año, "Alicia en el país de las maravillas". La pelirroja quería ser la reina roja, pero el vestido era demasiada "revelador" en palabras de William. Hombre celoso pensó Grell, y sólo por eso, accedió a cambiar de disfraz, para evitar que su hombre pasara un mal rato y también bajo la condición de que nadie más en el despacho podría disfrazarse de la reina roja o sería sancionado.

La pelirroja vistió lo más recatada posible, oh, era tan aburrido, pero en fin, ya tendría otra oportunidad para pavonear su belleza y sensualidad.

"El Gato de Cheshire" sale de la habitación y corre hasta la sala donde le espera su amada "Liebre de marzo" la pelirroja se sienta en el regazo de William, toma una de sus largas orejas afelpadas y la muerde.

-Mmmh no te gustaría que tuviéramos una camada- susurra al oído de su amante y le lame el cuello, para colocar un pequeño beso en el lóbulo de la oreja, un escalofrío recorre el cuerpo de William. -Estoy en celo, Will~- gime eróticamente y posa su mano sobre el muslo de William.

-Biológicamente es imposible que un gato y una liebre tengan una camada...- explica William, para después bajar a Grell de sus piernas y ponerse de pie.

-No eres divertido- la pelirroja hace un puchero y se cruza de brazos.

-Arruinarás el disfraz. Vámonos ya, no quiero que lleguemos tarde.

...

La liebre y el gato llegan 10 minutos antes de lo planeado, más vale ser puntuales, el lugar está medio vacío y Ronald ni siquiera ha llegado, William suspira molesto y ajusta sus lentes siempre son unos irresponsables.

Poco a poco el lugar se va llenando de segadores, la música está a todo volúmen, lo cual no tiene muy feliz a William. Después de media hora, el joven rubio se hace presente. -Hola a todos- saluda en general.

-Ronald Knox, llegas tarde, 30 minutos tarde- le reprende William.

-Vaya, puntuales hasta la muerte ¿No es así?

-¿De qué es tu disfraz?- Pregunta Grell con desagrado. -Te ves tan... Aburrido.

-Soy el lirón.

-Realmente no te queda- dice William - El lirón se queda dormido y tú eres todo, lo contrario a esa criatura tranquila.

-Bueno-Ron se rasca la nuca -No quería verme tan ridículo, esto fue lo más discreto. Hey jefe, hablando de personalizades, creo que debiste disfrazarte del conejo blanco, ya sabes, está obsesionado con el tiempo y la puntualidad.

-Oh, son criaturas preciosas, con esos "ojos rojos" como de demonio, me recuerdan a Sebas-chan~- ante la mensión del demonio, William de inmediato jaló con fuerza el largo cabello de Grell, haciéndolo chillar de dolor.

-Los conejos son criaturas vulgares, simples mascotas que cualquiera tiene. Las liebres son animales de otro nivel, somos libres, tenemos prestigio.

-Lo que digas jefe- Ronald le resta importancia y comienza con las bebidas, solamente hay ponche y refrescos, el alcohol no fue autorizado, William quiere que todo se mantenga bajo estricto orden, pero Ronald se encargaría de poner el ambiente.

Eric y Alan se acercan, llegan disfrazados de naipes, Eric no está nada conforme, ni siquiera quiera asistir, pero Alan insistió en que sería divertido, así que no pudo negarse más. Mientras Alan conversaba con William y Grell, el rubio caminó hasta Ronald y le entrega una botella grande, Ronald sonríe pícaramente.

El joven rubio saca de entre sus ropas, una botella de ron y la vacía en el ponche junto con la botella que Eric le entregó.

Todo mundo bebe del ponche, específicamente William y Grell, pues los rubios se han encargado de llenar sus vasos, una y otra vez.

-¿Qué hiciste Eric?-interroga Alan. Ve muy sospechoso a su compañero.

-Eh, nada, ¿Por qué la pregunta? Mejor, vamos a bailar- fue la respuesta de Eric quien toma a Alan de la mano y lo lleva a la pista, Alan se sonroja y no investiga más.

Más tarde, ya entrada la noche, llega una de las secretarias, asombrando a todos y encendiendo la furia de la muerte roja. Específicamente se prohíbe que se vistan de la "Reina roja" pero esta mujer decidió romper las reglas, la mujer entra presumidamente, Grell de inmediato se pone de pie, dispuesta a partirla en dos con su motosierra, pero es detenida por William quien le toma del brazo y le mira con el seño fruncido, no quería problemas ésta noche.

-No te preocupes jefa, yo le quito ese vestido ahora- Ron le guiña un ojo y se pierde entre la gente.

-Honestamente- William ya sabía a qué se refería su empleado y se lamentaba el entender el doble sentido del rubio.

-Mañana por la mañana, recibirá una sanción- William explica a Grell, para tratar calmar su enojo, la pelirroja le mira molesta y se cruza de brazos.

-Vamos a bailar, para eso organizas estas ridículas fiestas ¿No?- William ofrece su mano a Grell, la pelirroja abre mucho los ojos y brinca de emoción. Will nunca quiere bailar, prácticamente le tiene que rogar.

La noche avanza, le ponche ha hecho sus efectos Grell está cansada de bailar, de hecho, ya está aburrida, quizá sea buen momento para molestar un poco a su jefe. Se le acerca seductoramente y le ronronea al oído, sabe que William detesta éstas acciones en público, pero sorpresivamente, la liebre de marzo le toma por la muñeca y la jala hasta el cuarto de fotocopiado. -Will, ¡William!- grita el asustado gato de Cheshire.

-Es temporada de apareamiento-responde William, mientras cierra con seguro la puerta.


QUE NI LA MUERTE NOS SEPAREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora