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Dos semanas desde su último concierto Marrero llamo a todos y cada uno de los integrantes para decirles una idea que rondaba en su cabeza.

—Será solo una pequeña reunión con ustedes y sus respectivas parejas, ya se lo dije a los demás

Hablaba Marrero al otro lado de la línea.

—¿Y por qué soy el último en enterarse?

Decía Roberto sonando algo indignado.

—Es que vos sos él más difícil de contactar, hasta Laura me atiende más rápido que vos

Roberto rió y soltó un suspiro.

—Bien bien, estaremos ahí a las nueve, chau chau

El mayor colgó la llamada y dejo su celular sobre la mesa de su escritorio, miró por la ventana mientras pensaba en lo bien que estaba su vida en ese momento. Una bella prometida, la banda en ascenso y la gente que los amaba, todo era la gloria absoluta.

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La noche llegó a Montevideo y todos se encontraban hablando sobre como les había ido en esas dos semanas de descanso, pero aún faltaba el invitado estrella, Tavella.

—Che, ¿A qué hora llega Santi?

Preguntó Ricardo mientras miraba su reloj que marcaba las 21:17.

—A mi también me parece raro que aún no llegue...

Habló Roberto y la puerta sonó llamando así la atención de todos los presentes.

El menor del cuarteto se levantó y caminó hasta la entrada, abrió la puerta encontrándose con Tavella, otro hombre y dos botellas de whisky.

—Llegó el alma de la fiesta, wu wu

Dijo Tavella y entro a la casa de la mano de su esposo, los presentes lo miraron algo extrañados, no por el comportamiento de Tavella sino por quien estaba a su lado.

—¿Y esas caras?

Tavella hizo que Gustavo se sentara en su asiento ya que evidentemente el resto del grupo no sabía de la existencia de su esposo.

—Buenas noches

Dijo Gustavo saludando al resto de personas quienes le devolvieron el saludo de forma amable.

—Ah cierto... Chicos, les presento a Gustavo, mi señor esposo

Todos quedaron boquiabiertos ante tal declaración mientras Tavella iba a buscar una silla para él.

—¡¿Esposo?!

Fue Ricardo quien rompió el silencio después de unos 3 o 4 minutos.

Tavella se sentó junto a su esposo y miró al resto de los invitados, quienes aún estaban sorprendidos.

—Si, así es... Mi esposo, ¿Les molesta?

—Me molesta más el hecho de que no nos dijeras que estabas casado

Habló Roberto.

—Bah, fue hace dos añitos, tampoco es para tanto

Abrió el whisky y se sirvió un poco.

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El transcurso de la noche fue tranquilo, charlas por aquí y por allá sobre cosas de la banda, cosas de la vida personal de cada uno y hasta de que bebida alcohólica era mejor.

Aunque había dos personas que aún no estaban ebrias ya que apenas habían tomado algo de alcohol, así es, hablo de Roberto y Gustavo.

Estos últimos habían estado charlando sobre el arte y la filosofía ya que ambos compartían aquel gusto.

Vida IngrataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora