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Martes 9:45 a.m, El mayor acomodaba las cosas dentro de una gran maleta mientras recibía múltiples regaños de parte de su esposo.

—¡Te lo dije ayer!

Grito Gustavo desde la cocina.

—¡Ya sé!

Respondió Santiago.

Estaba estresado, había olvidado guardar las cosas importantes dentro de la maleta, cosas como cuadernos, lapiceras, ropa interior y dinero.

El menor se acercó hasta la habitación y suspiró pesadamente cuando vio que Santiago aún no había guardado casi nada.

—Dejame ayudarte

Comenzó a guardar las cosas y en menos de lo que canta un gallo todo estuvo dónde debía estar.

—Listo...

Santiago le agradeció y tomo sus dos maletas, su mochila y también su billetera.

—¿Ya estás listo?

Gustavo asintió y le dió el paso a su esposo para luego ir detrás de él, una bocina hizo que ambos salieran de la casa, Gustavo cerró la puerta y fue hasta el auto que los esperaba.

Roberto los ayudo a poner las cosas en la cajuela de su auto, se había ofrecido a llevar a su amigo al aeropuerto debido a que también quería ver a Gustavo pero esas intenciones no se mostraron.

El camino fue tranquilo, estaban hablando de cosas triviales como el clima, la gente o incluso algunas de las canciones que sacarían a la luz el próximo año.

Llegaron al destino luego de unos 50 minutos, Santiago debía abordar el vuelo a las 11:10 así que aún tenían algo de tiempo pero no estaban tan relajados.

El resto del cuarteto estaba ahí pero el único que parecía estar feliz era Alvaro, quien se mostraba con una gran sonrisa.

—¡Pasajeros del vuelo a Ciudad de México por favor abordar el avión!

—¡Ese soy yo!

Dijo Santiago completamente alarmado, saludo al cuarteto y luego dejo un largo beso sobre los labios de su esposo.

Se despidió nuevamente y corrió hasta la puerta que lo llevaría al avión.

—¡Buena suerte amor!

Gritó Gustavo.

—¡Que no se caiga el avión!

Habló Ricardo y todos lo miraron con desaprobación.

—¿Qué dije?, ni que tuviera una bom...

Alvaro le puso la mano en la boca y rió nerviosamente.

—Ya nos vamos, adiós Gustavo, adiós Rober...

Ambos caminaron hasta la salida siendo seguidos por Marrero.

—Tu hermano es raro

Dijo Gustavo y Roberto lo miró.

—Claramente pero él es el sostén de la banda

                         ~~~

Estaban dentro del auto, fuera de la casa de Gustavo y Tavella, no sabían cómo despedirse, ya no había nadie que los viera pero les incomodaba un poco.

—¿Quieres pasar?

Preguntó Gustavo luego de unos minutos, habían llegado hace unos cinco minutos más o menos.

—Claro, me encantaría

Ambos bajaron del auto y entraron a la casa con algo de rapidez, no querían que los vecinos los vieran, Uruguay era demasiado pequeño y los chismes volaban.

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