CAPÍTULO 16 - ¿NADA TE ES SUFICIENTE?

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El tiempo había pasado más rápido de lo que a Ahn le hubiera gustado; se recuperó en poco menos de un mes del parto sin ninguna complicación y la niña crecía y crecía. Comenzando a decir sus primeras palabras y dar sus pequeños primeros pasos.

Pap... Pa... Papá —dijo la pequeña por primera vez en coreano.

— ¡Marisa! ¿La has escuchado? ¡Ha dicho papá! —decía emocionado.

Marisa grabó, sin esperarlo, las primeras palabras de la niña, la cual tendría por primer idioma el de su padre, ya que él siempre le hablaba en ese mismo, incluso mientras ella estaba en la barriga.

¡Papá, papá! —siguió repitiendo mientras Ahn la abraza aguantando las lágrimas.

Otro día, también pudieron grabar los primeros pasos de la pequeña, quien queriendo imitar a papá calentando para bailar, los dio.
Christopher, cuando construyeron la casa, mandó a hacer una pequeña sala para que Ahn bailara; una de las cosas que conseguían que se evadiera de la realidad... Y ella siempre iba con él.

 Y ella siempre iba con él

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12 de noviembre, 20...

Como decía antes... ¿El tiempo vuela, verdad...?

Casi en un pestañeo, la pequeña ya tenía cuatro años. Ahn cumpliría esa Navidad veintiséis, y Christopher tenía veintinueve. La relación entre ellos no había cambiado apenas, seguían manteniendo ciertas distancias, y a la vez, cercanías. El italiano seguía casi igual físicamente, algo más mayor pero sin mucha notoriedad. Ahn por su lado, estaba dejando crecer su pelo, y tras el parto había recuperado mucho peso que perdió durante los primeros meses encerrado.

— Christopher, tengo cita en un tatuador. Tienes que llevarme —le ordenaba entrando a su despacho.

En todo este tiempo, Christopher aún no le había permitido salir sin permiso, y menos, solo.

— ¿Tatuador? ¿De qué coño estás hablando? No vas a tatuarte nada —le respondía enfadado—. Odio los tatuajes.

— A mí me la suda lo que te guste o no. Es MI cuerpo —decía con fuerza —. Y creo que tú ya has tenido suficiente poder sobre él.

— Que no Ahn, que no —volvía a sus asuntos.

Con decisión y rabia, Ahn fue hacia el escritorio de Christopher, apoyando ambos brazos sobre este, mostrándole sus ante brazos, en los que tenía las cicatrices de sus intentos para tomar su vida hace años.

— Genial Christopher, ¿prefieres ver estas cicatrices por el resto de nuestras vidas, las cuales tú me provocaste? ¿De cuántas veces intenté quitarme la vida porque TÚ me encerraste aquí? —miraba a sus fríos ojos azul hielo, a lo que él, pestañeando rápido y nervioso del recuerdo, le apartó la vista sin replicar.

— ¿Qué te vas a tatuar? —preguntó sin devolver la mirada.

— Ya lo verás —se recolocó serio.

RUBY [DEMO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora