CAPÍTULO 28 - LINGYU WANG

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—¿De qué os conocéis LingYu? ¿Estuvisteis saliendo o algo así? Isabella confía mucho en ti, y hasta donde solía conocerla no confiaba en casi nadie.

El olor a té de frutos rojos haciéndose en una tetera clásica invadía el pequeño lugar.

Adele, sentada tras LingYu en el pequeño sofá, observaba los trazos que daba en un lienzo marrón vacío.
El apartamento de la artista es tan pequeño que apenas caben ambas en él, sumado a tener que compartir espacio con otros tantos lienzos por el suelo y atriles. Adele dormía esos días en la cama de LingYu, la cual se separaba de donde se encontraban tan solo por un separador de ambientes estilo oriental, y LingYu dormía en una esterilla en el suelo.

—Fui su maestra, en un templo. Y, si te soy sincera Adele... No sé qué pasó entre nosotras —respondía con serenidad—. Compartimos todo durante años. Incluso dormimos juntas cada noche... Sin embargo... No puedo definir qué fue lo que tuvimos aquellos años.

—¿Cómo lo sientes tú?

Hizo una pausa buscando las palabras...

—Considero que todo se quedó a medias. Isabella está cegada por la ira. Intenté ayudarla para que no siguiera ese camino, pero yo puedo ordenarle que hacer.

Adele, sin saber que responder a eso, desvió su mirada. Sus ojos cayeron en un cuadro que vio desde que llegó, uno que ocupaba gran parte del pequeño apartamento...

—¿La de ese cuadro es ella de más joven verdad? Casi no la reconozco con el pelo corto.

— Sí, es ella —con cierta melancolía, continuaba concentrada en el lienzo que pintaba y no en el mencionado—. Yo le corté el pelo. Ella me lo pidió.

—¿Por qué quería cortarse el pelo? Siempre ha adorado llevar el pelo muy largo

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—¿Por qué quería cortarse el pelo? Siempre ha adorado llevar el pelo muy largo. Sé que no paro de preguntar cosas, es que no entiendo nada de lo que está pasando y quiero saber —sonaba apagada.

—Tranquila, pregunta lo que quieras, te responderé a todo lo que sepa.

Adele trataba de distraerse, aunque no lo exteriorizaba, por dentro su cabeza iba a mil.
LingYu notó su tono apagado, y giró un poco su rostro hacia ella, queriendo observar como se encontraba físicamente. La vio con la mirada baja, y entendió al momento, que se estaba guardado todo lo que sentía, además de verse claramente incómoda.
No queriendo incomodarla más en aquel silencio, dejó de observarla, volviendo hacia la pintura.

—Me crie en el templo, mis padres... —rompió el breve silencio—. Bueno, no merecen ese título. Me abandonaron en la montaña sola cuando tenía cuatro años. Nunca me quisieron, y preferían dejarme morir. No guardo ningún odio hacia ellos, simplemente no cuentan en mi vida —en sus palabras podía verse que no sentía ni un ápice de odio—. El gran maestro del templo me encontró, me crío... Para mí es como un padre. Con los años yo también me convertí en una maestra en el templo. Ahora vivo en Hong Kong de nuevo desde hace unos años. Partí definitivamente del Tíbet poco después de que Isabella dejó el templo. Vuelvo a verles de vez en cuando, son mi familia...

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⏰ Última actualización: Sep 30 ⏰

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