Algo Paso en la base aérea de Torrejón

9 6 0
                                    

Esta historia es real, yo fui uno de los testigos de la misma…

Soy un militar, debo permanecer en el anonimato igual, algo paso en la base aérea de Torrejón, me tocaba hacer turnos de guardia por la noche, junto con mi compañero Alejandro, también teníamos un perro guardián muy bien entrenado.

El perro siempre iba en la parte trasera de la camioneta, íbamos conversando, mientras el frio de la noche nos pasaba por la cara, patrullábamos la base, vimos a lo lejos una edificación grande y abandonada, un viejo hospital que no se usa hace muchísimo. El aspecto tétrico que tiene el viejo hospital no le hace justicia, daba miedo de solo mirarlo, ventanas rotas, suciedad, la vegetación invadiéndolo.

Observamos que, en aquel lugar oscuro, vacío y desolado se hacía bastante obvio, una luz encendida en uno de lo que parecía una habitación del hospital, nos llamó la atención y fuimos con la camioneta hasta la entrada. Unas escaleras nos recibían, bajamos de la camioneta junto con el perro, decidimos entrar…

Probamos intentar encender una de las primeras teclas de luz, no tuvimos suerte, el lugar estaba en muy mal estado para que la luz siguiera funcionando, subimos por las escaleras calculando donde estaría la luz por lo que vimos afuera, nos acercamos al sitio, abrimos la puerta y nos dimos cuenta que se trataba de un baño, para nuestra sorpresa no había ninguna fuente de luz portable.

El foco de luz estaba ennegrecido por el paso de los años, estaba encendido, la luz de aquel cuarto al parecer funcionaba, nos extrañó mucho porque no vimos a nadie. El paso siguiente fue intentar encender la luz del pasillo y demás cuartos para buscar algún intruso, pero ninguna luz funcionaba, decididos apagamos la luz de aquel cuarto, junto con el perro nos retiramos bajando las escaleras.

Recuerden que estábamos haciendo turnos de vigilancia, esto indica que después de cierta cantidad de horas debemos volver y repetir el recorrido, eran las tres de la mañana, íbamos conversando olvidándonos del asunto junto con el perro que nos acompañaba, esta vez algo más perturbador nos sorprendió al ver nuevamente una luz encendida en el hospital abandonado, era en otro lugar, en la segunda planta y además se trataba de un cuarto más grande.

Se me cruzaron muchas cosas por la cabeza “Quizá un niño de un militar de alto rango que vive dentro de la base”, esto nos resultaba extraño porque el niño tuvo mucha suerte al encontrar dos lugares con la luz funcionando, pensando en esto mientras Alejandro conducía hacia el sitio.

Volvimos a subir las escaleras, el lugar se sentía muy frio y vacío, el perro gemía un poco, intentábamos escuchar algo, alguna risa o ruido de alguien escondiéndose, sin ninguna suerte sobre esto, llegamos al segundo piso y caminamos sobre el pasillo oscuro. Vimos debajo de una de las puertas se encontraba la luz, la abrimos, se trataba de un salón muy grande pero no vimos a nadie en toda la habitación, hable con Alejandro y decidimos hacer una inspección en el lugar debido a que el asunto se había repetido.

Alejandro junto con el perro se separaron de mí, podía verlo a lo lejos por la luz en el suelo de la linterna, comencé a caminar por todo el salón, los pasos se escuchaban por todo el lugar, no había nadie por ningún sitio, luego de un largo rato nos volvimos a encontrar con Alejandro, resolvimos retirarnos abriendo un reporte.

Apague la luz, volvimos nuestros pasos y sentimos algo a lo lejos, Alejandro se dio vuelta junto con el perro, nervioso y molesto al ver otra luz de otro cuarto que se había encendido a nuestras espaldas, se podía ver debajo de la rendija de la puerta. Y ambos comenzamos a gritar:
- ¿Quién anda ahí? –

Estábamos bastante enojados al sentir que nos jugaban una broma, fuimos a la puerta, la abrimos violentamente, nuevamente no había nadie, decidimos volver a repetir la búsqueda separándonos, volvimos a abrir puertas una por una, Alejandro con el perro en un sector y yo en otro. Mientras hacíamos esto escuché un sonido que lo sentí en el suelo y después lo escuché por medio de mis oídos, un motor, el sonido del ascensor que se pone en marcha desde la planta baja y va subiendo.

Alejandro se encontraba ahí a la altura del ascensor mirando junto al perro que ladraba, decidí comenzar a trotar para llegar rápidamente, escuche como las puertas del ascensor se abrían, Alejandro se quedó mirando fijamente lo que hay dentro de él, logre alcanzarlo y le pregunte:
- ¿Qué sucede Alejandro? –
Miré hacia las puertas del ascensor, lo único que pude ver es la oscuridad misma, inundando esa boca de ascensor, no se podía lograr ver nada dentro de él. Alejandro se encontraba quieto, el perro comenzó a gruñir y llorar alejándose en dirección contraria al ascensor, el animal lloriqueaba, yo tomaba a Alejandro que no me contestaba, pero él seguía viendo hacia la negrura del ascensor, yo también miraba, pero no lograba alumbrar nada.

Nuevamente las puertas del ascensor se cerraron y se marchó hacia la planta baja, como pude arrastre a Alejandro y al perro que me dio dificultades porque estaba muy nervioso y se movía para todos lados. Pudimos salir por la puerta del hospital hacia las escaleras, al perro logré amarrarlo y a Alejandro lo senté en el piso.

Tome las llaves de la camioneta y puse las luces altas, cuando volví vi a Alejandro llorando en el piso como si fuera un niño, el perro gemía y lloriqueaba acostado mirando hacia la camioneta, como no queriendo mirar hacia el hospital.

Pasaron varias semanas, tristemente tengo que decirles que Alejandro nunca volvió a ser el mismo y luego de tres meses después se pegó un tiro en la cabeza. No quiero hacerme rico ni crear una leyenda urbana, solo puedo decirles que aquella noche Algo paso en la base aérea de Torrejón.

Terror máximo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora