♤☆CAPITULO 14☆♤

21 4 0
                                    

X:

Me arrodille frente al escritorio y jale lo que salía. Era una bolsa de color oliva sucia. Me senté en el piso con las piernas cruzadas y la abrí. Había cosas revueltas, vendas, latas, botellas de agua. Dos pistolas. Suspire y levante la mirada. Pude ver que en la pata de la cama había un cuaderno negro de tapa dura tirado abierto y boca abajo. Me incline y lo tome. Lo puse en mi regazo y le di la vuelta. Estaba abierto en una página con una cara feliz dibujada con tinta roja medio seca. El olor a metal podrido inundo mis fosas nasales y una arqueada me recorrió de pies a cabeza mientras pasé la página lo más rápido que pude.

Decidí salir. La bolsa estaba colgada en mi hombro y el miedo estaba dentro de esa cabaña muy lejos de mí. Aunque la inseguridad aún permanecía dentro de mí, si esas últimas palabras escritas tenían razón era mi oportunidad para escapar de mi hermano. No tenía nada que perder en cierto modo. En todos los modos no tengo. La bolsa colgaba de mi hombro derecho y mis pies iban a un paso tranquilo, pero no muy lento. Como dos pasitos para arriba en la escala de la rapidez de mis pasos. Mas arriba de la mitad, pero aún era tranquilo, mi destino era llegar a la dicha cabaña C. si es que esa cosa no me perseguía para mi desdicha y tendría que vivir algunos años más. Quizás meses. Mi hermano está harto de mí y yo del, pero aun así siempre sigue ordenándome cosas y yo cumpliéndolas como el idiota que soy. Estaba caminando en línea recta mientras miraba el cielo. El piso y alrededor. Hasta que la sensación de que estaba siendo vigilado me llego al igual que un alivio y miedo fuertes, quería morir, pero me daba miedo que esa cosa se tardara en destriparme y esas cosas. Acelere el paso mientras intentaba decidir qué hacer. Morir o seguir. Espero mejor a que esa cosa me alcance y ya. ¿No? En ese caso yo no tendría la culpa, sería una pobre, solitaria víctima más de esa cosa. El aire se empezó a hacer más pesado mientras entraba en pánico. ¡No me entiendo! Ósea. Quiero morir, pero el dolor me da un miedo inminente. ¿a quién no le da miedo la muerte cuando ya te está persiguiendo?
Oh...Me lleva la culata
Sali de mis pensamientos al mismo tiempo que mi pie tropezaba con una rama. Mi mano busco desesperadamente algo de que agarrarme mientras la caída era tan lenta que empezaba a ser dolorosa sin siquiera haber tocado el piso aún. Me agarre de un tronco de un árbol y me aferre a él. Mi cuerpo quedo presionado contra el tronco y alce la mirada para ver si esa cosa aun me seguía.
No hay nada
Me mordí el labio y me enderece mientras miraba a todos lados. Buscando otra cosa para alertar a mi corazón, pero no encontré. Retome mi camino una vez más por el bosque. De vez en cuando miraba el cielo y el piso. De esto me sumergía en una aburrición total mientras caminaba. Pensé en alguna cosa para pensar o hacer mientras seguía este camino, pero lo único que podía escuchar y pensar era en el silencio que ya estaba empezando a cansarme. Era agotador el zumbido en tus oídos del silencio porque ni una ramita se dignaba a moverse para variar y hacer el mínimo ruido. La tierra estaba muy compactada y no se escuchaban mis pisadas

Si no se escuchan las mías quizás las de esa cosa tampoco

Gire un poco mi cabeza instintivamente y mire por encima de mi hombro. Volví a calmarme levemente cuando vi que estaba solo.

El camino empezaba a ser muy aburrido y el crepúsculo pintaba de un color naranjazo y amarillo el cielo. Los árboles se movían levemente por una suave brisa que empezaba a inundar el bosque mientras que mis pies cada vez que hacían contacto con el piso me daban la sensación de que mis huesos internos se iban a desmoronar completamente, el paisaje era hermoso, pero si fuera en otras circunstancias lo disfrutaría de verdad. Solté un suspiro cansado mientras me dejaba caer en el piso. La bolsa cayo junto a mi mientras deslizaba mi brazo y liberaba la correa de mi brazo y dejaba caer mi cabeza hacia atrás, chocando con el tronco del árbol. Retrocedí un poco y mi espalda quedo completamente pegada al árbol mientras el cansancio iba ganando en mi interior. Caminar tanto dejaba un precio. Pero no sabía que tan caro o doloroso podría ser este cansancio que estaba viviendo ahora. El aire era espeso y entraba con dificultad por mis fosas nasales. Puse mi mano encima de la bolsa para asegurarme que estuviera conmigo mientras el sueño se apoderaba de mí y empezaba a destensar cada musculo de mi agotado cuerpo. Caminar tanto era más agotador que sepultar cuerpos.

EL DESASTRE QUE FUIMOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora