- La comida de aquí es una porquería.
Murmuro Ahmed mientras mordía el pitillo de la malteada de chocolate que estaba tomando relajadamente en su silla de ruedas.
Llevábamos esperando media hora a que Lorenzo terminara de discutir con el anciano que vendía los tickets para irnos en tren. Al parecer Lorenzo no aparentaba ser mayor de edad.
- ¡Ya le dije que tengo veinte! – El pelirrojo le puso su carnet de identidad en la cara al pobre señor - ¡vea!
El señor de un manotazo le quito el carnet. Luego cerro las cortinas de su tienda. Ahora solo había una abierta y estaba repleta. Vi a Lorenzo acercarse de nuevo a nosotros con la cara igual que su pelo, un poco más y estaba a punto de echar humo por los oídos.
- ¿Qué paso?
Pregunté divertida mientras jugaba con el borde de mi vestido de flores color mandarina, Lorenzo insistió en que debíamos cambiarnos para parecer de clase. Ahmed tenía pantalones de traje negros y una camisa abotonada hasta el cuello, luego un chaleco color beige y el pelo peinado para atrás. Lo que dejaba ver más sus resaltantes ojos azules y el pequeño lunar que tenía al lado del labio, Lorenzo tenía un pantalón de traje ancho color blanco. Cinturón negro, camisa blanca con dos botones sin abotonar, un chaleco beige y encima un buso también beige. Su pelo estaba despeinado por la frustración, y luego yo. Con el vestido de flores color mandarina, tacones. (No me puedo levantar de la silla porque me caigo. Tengo que apoyarme siempre en la silla de Ahmed) y un lazo blanco en mi pelo.
Juntos los tres, parecíamos salidos de los 70s
- Ese viejo es un idiota
Murmuro Lorenzo mientras se sentó a mi lado. Luego puso una mano en mi vientre y me dio un beso en la mejilla, sentí mis nervios disparados por todos lados de mi cuerpo. Ni siquiera tenía un bebe allí y el fingía que sí, luego se inclinó más y sus labios rozaron mi oído.
- Ve a hacer la fila, tú eres hermosa. Te van a dar puesto enseguida y vas a conseguir los tres tickets
Rodee los ojos. Me levante y ninguno de los dos me paro, con pasos tambaleantes me dirigí a la fila. Me pare de ultima y ni siquiera pude mantenerme de pie antes de caer sentada; los tacones definitivamente no los hicieron para mí, intente levantarme. Pero un chico me agarro del brazo y me ayudo, levante la mirada y me cruce con sus ojos, casi vuelvo a caerme cuando lo reconocí.
Asher
- ¿Qué?
Dije en un susurro. Él sonrió ladinamente, cuando ya estuve de pie vi que miro a todos los lados. Me tomo de la mano y empezó a arrastrarme hacia un lugar de la estación. ¿Dónde está Cassie? ¿Esta con él?
- ¡Sabrina Oxfard!
Escuché un grito y no tuve que girarme para saber que era Lorenzo. Me zafe bruscamente de la mano de Asher
- ¿Dónde está Cassie?
Pregunte rápidamente, el miro por encima de mi cabeza y supe que Lorenzo se acercaba. El solo me señalo la puerta de salida con la mirada, fruncí el ceño y antes de hablar. Sentí como me rodeaban sus brazos y me alejaban de el rubio. Suspiré mientras mis pies se arrastraron por el suelo, perdí un tacón en el proceso y me sentí aliviada.
- ¿Qué mierda te pasa?
Hablo cuando ya me dejo al lado de Ahmed. Los dos me miraban furiosos.
Genial, piensan que...
- No te vayas, no sé lo que estes pensando. Caramelito, pero por favor no me dejes solo.
Se me rompió el corazón de nuevo, entendí porque estaba tan enojado. No quería que me fuera. Pero en realidad.... Si, me iba a ir. Pero iba a volver. ¿No?
- Dijo que.... – Me corte al entender que él no me había dicho que tenía a Cassie, solo me intento arrastrar
- No entiendo para que me esfuerzo si me vas a dejar.
- No te iba a dejar – Empecé a balbucear al borde de las lágrimas
- ¿Te quieres quedar conmigo? Elige, no puedo perder más si ni siquiera quieres estar conmigo. Antes lo hubiera hecho, pero ahora quiero que seas feliz. Y no me importa si no es conmigo, dilo. Si te quedas conmigo, olvídate de Cassandra. Se que es tu hermana, pero yo perdí al mío por ti, perdí el lugar seguro en el que estaba y traicioné el apellido Dellacourt. ¡Dilo!
Me agarro de los hombros y su frente se apoyó en la mía. Sentí mis ojos arder. Luego mis mejillas mojadas, tenía miedo. Mucho.
- N-no se – Susurre mientras mi respiración se aceleraba y hacia lo posible para no soltar un sollozo – Tengo miedo. Te amo y me asusta, me asusta salir lastimada y que al final terminemos separados. Tengo miedo porque Cassie es lo que me recordaba de dónde vengo y quien era Jennifer. Tengo miedo porque una persona murió por nosotras, y prometí estar para ella. Y tengo miedo de que vaya a pasar en el futuro. Quiero estar contigo y Ahmed, pero las ganas son tantas que me asusta lo tanto que lo deseo.
Casi me enredo al hablar, las palabras salían de una forma tan desenfrenada de mí misma que dije más de lo que quería. Al final solté un sollozo, vi la mandíbula de Lorenzo tensarse. Y me abrazo fuertemente.
- No vas a salir lastimada, porque si esto acaba será porque tú lo desees. Si fuera por mi desde el jodido momento en el que entraste a mi casa te hubiera amarrado en el sótano y no te hubiera dejado salir ni siquiera a ver el sol – Sonreí por sus palabras contra su pecho mientras las lágrimas seguían corriendo – Pero eres valiente, lo sé porque vi como sobreviviste todo ese tiempo en ese maldito bosque. No fui a cazar ese día, llevaba horas seguidas. Desde que el sol se puso buscándote.
- ¿De verdad? – Balbucee mientras alce la cara para mirarlo.
- Si, te amo.
Sonó el sonido de las campanas, dejando saber que ya vendría el próximo tren. Lorenzo me dio un beso en la punta de la nariz antes de soltarme y agarrar la silla de ruedas para empujar a Ahmed hacia la salida de la sala para montarnos al tren. Supuse que compraron los tickets mientras yo casi me fui con Asher. Así que lo único que hice fue seguirlos mientras me limpiaba las lágrimas con el torso de la manga de mi vestido.
Los primeros en entrar al tren fueron los chicos. Yo entre de ultima mientras una señora se quejaba de que era muy lenta y casi me pega con el bastón. El tren era pequeño pero los pasillos tenían buen tamaño para que la silla de Ahmed entrara por ellos.
- ¿Qué piensas? ¿Aquí?
Pregunto Lorenzo y me miro por encima del hombro. Estaba perdida en mis pensamientos. Por lo que solo pude asentir y seguirlos hasta el otro vagón. Donde entramos en una de las habitaciones, había dos sillones largos apoyados en la pared y en el medio una mesa cafetera con cinco papeles. Supuse que eran los menús cuando vi los dibujos de comida. Lorenzo ayudo a que Ahmed se sentara en uno de los sillones y se sentó a su lado, mientras que yo me senté en el otro, quedando al frente de ellos, apoye mi cabeza en mis manos, que estaban encima de la mesa mientras mire la ventana. El tren empezaba a arrancar y me dio sueño de repente.
- ¿Tienes hambre?
Pregunto Lorenzo mientras sus dedos rozaron los míos y alce la cabeza para mirarlo. Las ganas de hablar se me habían esfumado. Por lo que solo negué con la cabeza y volví a poner mi cabeza en mi posición original mientras cerraba los ojos. Sentí como Lorenzo se levantó de la mesa y abrió la puerta del vagón para luego cerrarla, pero no le di importancia ni abrí los ojos hasta que Ahmed interrumpió mi pequeño descanso.
- ¿Ya están trabajando en él bebe?
Se burlo, le pegue una patada por debajo de la mesa
- ¿No te sabes callar? – bufe.
- AWWWWWW, alguien tiene mal humor. ¿Cólicos? ¿O él bebe patea mucho? Salió como su madre.
Sentí mi cara arder y le volví a pegar, esta vez en el tobillo y este se retorció. Sonreí para mis adentros.
- Déjame, hoy no estoy de humor.
- Ya casi nos abandonas, lloraste, luego reíste, ¿Si eso no son síntomas de bipolaridad maternal que son?
- Cólicos, idiota. Déjame. No estoy embarazada, aún.
Dije en voz baja, fue más para mí que para él.
- ¿Tienes cólicos? ¿Eso no es cuando estas embarazada? – su tono confuso me dio a entender que no sabía ni mierda de las mujeres. Por lo que estresadísima, empecé a explicarle.
- El periodo, menstruación. ¿Eres más estúpido de lo que pensé?
El frunció el ceño, se vio que estaba confundido y que aún no entendió. Tampoco tenía mucho ánimo de explicarle, que le explique el idiota de Lorenzo que se perdió sin más.
- ¿Dónde fue Lorenzo?
Susurre mientras me levante de la silla y empecé a caminar hacia la salida.
- No sé, pero lo más justo es que te quedes aquí. ¿No? Deja de ocasionar problemas.
Rodee los ojos y me deje caer acostada en la silla, Ahmed soltó una risa e intente ignorarlo. Pero no pude.
- ¿Jugamos un juego? Estoy aburriéndome.
Suspire y me levante para quedar sentada el frente de Ahmed
- ¿Qué propones? – Murmure cansada, porque, aunque quisiera dormir el sueño muy pocas veces estaba de mi lado, generalmente cuando Lorenzo estaba. Y ahora no está.
- ¿Conoces el juego de una verdad y dos mentiras?
Fruncí el ceño. Recuerdo que Cassie lo jugaba con sus novios en la sala mientras yo cocinaba algo (me obligaba) en la casa de Londres cuando mama no estaba, nunca fui a fiestas. Aunque sabía que allí se jugaba el juego que Ahmed me acabo de proponer. Se trataba de que le preguntabas a alguien tres preguntas. El decidía en cual mentir dos veces y en cual decir la verdad una vez; por eso el título del juego era una verdad y dos mentiras. O al menos eso había entendido yo de las instrucciones de Cassie a sus amigos.
- Si, lo conozco.
Dije mientras recordaba esas noches en las que me quedaba leyendo un libro en las escaleras mientras la sala se hacía a ñicos, esperando a que los adolescentes con las hormonas alborotadas se fueran y poder ayudar a limpiar a Cassie antes del amanecer, cuando llegaba mama de sus citas fallidas. O al menos yo pensaba que eran fallidas ya que nunca traía a hombres a casa. o si no se quedaba hasta tarde ayudando a los que limpiaban las escuelas, Camila era muy buena, en la niñez de Cassie y yo jamás de los jamás salía de noche, hacia que el tiempo trabajando fuera el menor posible, hasta que yo cumplí catorce, desde ese día empezó a salir más y me alegraba por ella. Pero también me entristecía que aún no encontrara un hombre correcto.
- Bueno, ¿Quién empieza? – Dijo Ahmed y yo lo apunte. El bufo y rodeo los ojos. – Bien, la primera pregunta. ¿Nos volverías a dejar por ir a por Cassie?
Abrí los labios para responder, iba a decir que sí. era una mentira, ya que sentía que no debía decir la verdad en la primera sin saber si él me iba a preguntar algo sobre Lorenzo.
Justo cuando lo pensé, apareció por la puerta con dos bolsas llenas. Abrí los ojos y me tapé la boca cuando me extendió una de las bolsas. La bolsa era blanca medio transparente, por lo que fácilmente se podían ver los libros de colores oscuros que la llenaban, me inundaron las ganas de llorar y empecé a moquear.
- ¿Por qué? – Balbucee mientras agarre la bolsa que Lorenzo me extendió.
- Porque ahora eres la señora Dellacourt, tienes que tener todo lo que quieras. Y si no te mimaron antes, déjame ser el primero.
Me quede sin palabras y mi garganta se secó. Sonreí como una tonta mientras abrí la bolsa y empecé a husmear en la bolsa.
- Aparte – Siguió hablando – Odiaría que mi prometida este con cara larga en este viaje y no poder mimarla de otras maneras porque hay testigos.
Me sonrió con complicidad y lo imité mientras las miradas se dirigían a Ahmed. Quien estaba comiendo unas papas fritas de la otra bolsa.
- ¿Terminaron con su momento cursi? Me están matando de su dulzura. Lorenzo, trae algo salado o creo que me va a dar diabetes.
- Solo recibo ordenes de mi querida prometida – El pelirrojo se sentó a mi lado mientras tomaba una de mis manos entre las suyas - ¿Te gusto? Es que había un señor que vendía libros un par de vagones atrás y recordé... - Se le quebró un poco la voz – Que Thomas me menciono la cara que pusiste cuando entraste a nuestra biblioteca privada.
¿Thomas le dijo? Me empezó a arder la cara de vergüenza, tragué saliva y le di un apretón. Aunque se notaba que le dolía mencionarlo aún estaba esperando a que yo respondiera si me había gustado o no.
- Me encanto Lorenzo, Pero no puedes estar comprando algo si te recuerda a mí. ¿Está bien?
Dije suavemente y el negó.
- Te tengo que mimar, ese es el deber de todo hombre cuando tiene una pareja.
Su tono parecía de niño pequeño. ¿En serio me estaba reclamando por eso? Sentí que mis labios empezaron a doler por el tamaño de mi actual sonrisa. ¿Cómo puedo decirle que no haga esas cosas si es su naturaleza?
- Se te puede acabar el dinero muy rápido – Le advertí.
- Pues me encantaría quedarme pobre si estas tu a mi lado. Y no exageres. Son solamente veinte libros, apenas me valieron un millón.
Se me cayó la mandíbula, sentí que si la abría un poco más iba a tocar el piso
- ¡¡¿¿UN MILLON DE DOLARES??!!
Grité indignada. Lorenzo solo me dio una sonrisa inocente y asintió, por todo el amor de mis padres biológicos, ¿¿A QUIEN SE LE OCURRE GASTAR UN MILLON EN VEINTE LIBROS??
- Pero estaban en oferta.
Se defendió, Ahmed empezó a soltar carcajadas, en poco tiempo estaba rojo de tanto reír. Mire a Lorenzo y le jale el pelo. Atrayéndolo hacia mí.
- ¡¡¿¿NO SABES QUE SON LOS ESTAFADORES??!! ¡¡LOS LIBROS VALEN MENOS DE MIL DOLARES!! NO ME VAYAS A SALIR CON QUE SON DE ORO – Chille incrédula.
- Perdón, La próxima vez te comprare unos así. Aunque no creo que existan, lo siento. Solo conseguí los primeros libros, las ediciones limitadas que tienen la firma del autor.
Parecía un cachorrito hablando. ¡Como va a lamentarse por no comprarme eso! ¡¡Como se le ocurre comprarme las ediciones limitadas!!
- Lo siento – Intervino Ahmed sonriendo y rojo por reír tanto – Pero si no cuidas a Lorenzo, me tendré que hacer gay.
Solté una risa y los presentes también me imitaron. Luego mire a Lorenzo de nuevo y le solté la mano, le acaricie la mejilla con mis dedos y le di un beso en los labios.
- Si por una bolsada de libros que te compre haces esto, me vas a dejar en la quiebra, Caramelito.
Susurro contra mis labios. Los dos sonreímos más y nuestros dientes se rozaron.
- Oh, ya cállate.
Susurre y luego me aparte de él. pero me atrajo por una de las tiras de mi vestido y me volvió a besar.
- De mí no te salvas, Caramelito.
Sus labios empezaron a demandar los míos, por lo que empecé a mover los míos con sincronización, empezamos a trazar un ritmo mientras su mano caía en mi cintura y la otra acariciaba mi pelo.
- Me voy a ir, necesito algo que comer. Ya que no creo que ustedes tengan hambre.... De comida. – Aviso Ahmed.
Sonreí y solté una risa. Nuestro beso se rompió un segundo y Lorenzo volteo a mirar a Ahmed.
- Se supone que traje una bolsa con comida, cómetela.
- No hablaba de que necesitaba algo de comer de esa forma.
Dijo mientras se sentó en la silla de ruedas y empezó a salir del vagón.
- ¿Se cree muy rompe corazones? – Susurre divertida.
Ahmed se giró y me fulmino con la mirada mientras me apunto con su dedo.
- Tu calla, Sabrina Oxfard. No vas a querer que mi lengua sin querer empiece a confesarse. ¿Eh? Quizás podría contar sobre tu diario...
- ¡No! – Chille horrorizada, Ahmed sonrió con malicia y salió mientras Lorenzo me miraba confundido.
- ¿Qué diario? – Pregunto él cuando estuvimos solos.
- El cuaderno que me diste una vez, lo use para escribir...
Él sonrió y negó divertido, luego nos reacomodamos y apoye mi cabeza en su hombro mientras la mano del pelirrojo descanso en mi muslo. Vi que tenía anillos, por lo que empecé a jugar con ellos.
- ¿Así que los libros estaban en oferta? – Bromee – Fuera de broma, ¿Qué te importaba a ti lo que Thomas haya dicho de mi cara al ver la biblioteca?
Lo vi vacilar unos segundos, luego sonrió ladinamente y paso un brazo por encima de mis hombros. Atrayéndome más a el
- Bueno, quería ver tu cara de anhelo y saber que yo la había provocado. Aunque no fuera yo directamente, me encanto ver el brillo en tus ojos en algo más que no sea yo, pero sí que esté relacionado conmigo.
- ¿Para qué? ¿Para después quitarme el brillo? – Bromee, pero en realidad lo decía en serio.
- No quiero quitártelo, quiero ese brillo solo para mí. Que esos ojitos miel que tanto amo solo me miren a mí con ese brillo, y a otros con desprecio. Quiero hacerte feliz, quiero ser tu todo Caramelito. Quiero que te sientas segura conmigo, pero también tu eres mi todo, eres simplemente lo único que me importa en este mundo. ¿Sí? y cuando lleguemos a Canadá nos casaremos, hasta entonces no te tocare ni nada. Luego nos encargaremos de él bebe, o si no puedo pedirle a Emma que finja ser nuestra hija. Nos van a creer porque ella se parece a mí. ¿No? Pero de alguna forma vamos a seguir juntos, ¿Okey?
- Okey
Susurre débilmente mientras cerré los ojos y suspire. Él era tan bueno conmigo... me hacía sentir tan única que me daba miedo en algún momento descuidarme y perderlo, o que me vuelva a agarrar un ataque de buscar a Cassie y lo pierda para siempre, porque él ya me había dicho que si era lo que yo quería él no me detendría. Y me daba miedo porque sabía que él me iba a respetar en cuestión de decisiones, la peor área mía ya que era muy indecisa con todas las cosas, ¿Y si me arrepiento después de venir con él? ¿Y si luego ya cuando tengamos hijos me quiero ir? Él no me va a detener eso es lo que me preocupa y muchísimo. Muy pocas veces en mi vida tuve que elegir una decisión y ahora mírame, con miedo. Pero el miedo era normal, ¿No? Muchos chicos estaban temerosos de elegir la primera gran decisión de su vida; sus universidades.
Mierda, no había pensado en eso.
¿Cómo se supone que vaya a estudiar con un bebe? Sería la burla de todos literalmente, a menos de que me quede en casa como ama de casa. sería mucho mejor y cuando esté lista podría decirle a Lorenzo, aunque creo que él se alegraría de que me pudiera valer por mí misma.
- Lorenzo...
Susurre y sentí como sus dedos se entrelazaron con los míos, pensé que se había dormido pero el me confirmo lo despierto que estaba. Por lo que seguí hablando.
- ¿Has ido a la universidad?
- Hice los tres primeros años. Pero como desde antes eh echo cursos cortos me dijeron que eso era suficiente para recompensar los tres años que me faltaban. Ya estoy graduado, ¿Por qué preguntas? – Dijo suavemente.
- No es nada, ¿Qué estudiaste?
- Gestión de empresas.
Asentí y luego abracé su brazo.
- ¿Qué haremos cuando lleguemos a Canadá? – Pregunte impaciente.
- Casarnos, intentaremos tener al crio y así Ahmed nos ayuda con los contactos que menciono antes, si no se puede. Hare que mis padres traigan a Emma, antes de que nos fuéramos estaban separándose. Por lo que creo que les vendría bien un descanso de la única hija que aún están criando, ya están viejos. ¿Sabes? No quiero que seamos como ellos, primero porque no voy a tener hijos viejo – Solté una pequeña risa ante su comentario – y también porque vamos a ser unos padres muy amorosos, hablando de eso. No te importaría quedarte en casa, ¿no? Sería peligroso que salieras sin protección y muy sospechoso que lo hicieras con protección. No quiero que mis hijos vean como me vuelvo presa del pánico si te pasa algo, ¿Sí? Pero. ¿A que querrías estudiar si pudieras?
- Medicina – Dije luego de vacilar un poco – Aunque me iría más por la sección de niños, son muy tiernos. ¿Sabes?
- Pero los verías morir.
- No importa, bueno. Si, pero con hacerlos felices y que su corta vida sea buena y feliz. Que los únicos recuerdos que se lleve aparte de las anestesias y hospitales también sea un hogar, no sé si estoy siendo muy cursi – susurre avergonzada.
- No te avergüences. Y no es cursi, es muy lindo de tu parte. Caramelito. Eres un ángel. ¿Sabes?
Sonreí y negué. El me jalo la punta de la nariz, haciéndome cosquillas. Luego subió sus pies al asiento y se acostó, invitándome a acostar encima de el para estar más cómoda. Cuidadosamente gatee y luego rodee su torso con mis brazos mientras mi cabeza quedaba apoyada en su pecho y nuestras piernas entrelazadas. Sus dedos empezaron a peinar mi cabello mientras me tarareaba una canción. Al principio se me hizo conocida. Ignore las coincidencias del sonido. Luego me hele al recordar de donde se me hacía tan conocida y familiar.
- De donde.... ¿De dónde es la canción? – Balbucee mientras clave mi barbilla en su pecho y nos quedamos mirando frente a frente.
Su mirada se oscureció y me miro confuso. Luego me apretó la mejilla.
- ¿Te conté la historia de sobre cómo me secuestraron de bebe? – Pregunto en un tono muy bajo. Yo negué y el siguió – Bueno, mi madre era amiga de un hombre. Me dejaron a su cuidado y mi padre dice que un día volvieron a casa y ni yo ni el amigo de mi madre estábamos, me buscaron por todos lados y al final me encontraron tirado en un basurero con.... – Ladeo la cabeza y me mostro su tatuaje de serpiente que había visto antes en su cuello – Era una cicatriz de un cuchillo, por lo que dijeron los investigadores que mis padres contrataron me intentaron matar, pero alguien misterioso paso por ahí y detuvo todo para luego llamarlos, el tatuaje lo oculta. Me lo hice apenas cumplí la mayoría de edad. Y aunque me tuvieron que contar sobre lo del secuestro, lo único que yo recordaba era esa canción. Y se quedó grabada en mi mente durante todos estos años.
Cuando termino de hablar. Pase mi dedo suavemente por el tatuaje. Aunque sabía que a él no le dolía no podía evitar sentir dolor por él. sentí su mirada fija en mi pero no la devolví, intentando procesar lo que había dicho. ¿El hombre también se lo había intentado llevar? Espera... ¿A mí y a Esteban nos llevó de esa manera? ¿Por qué secuestra a los niños? Suspire.
- Yo... yo cuando tenía tres... lo recuerdo vagamente, a mis padres jugando conmigo y mi hermanito menor que apenas era un bebe, luego nos secuestraron... o quizás nuestros padres murieron, no lo se. Pero me llevaron a una mansión donde crecí, ¿sabes? Cassie no es mi hermana. Pero teníamos una amiga en común que murió en el primer intento de escapar. Por ella... si no fuera por ella jamás estuviera aquí, y en ese lugar cuando íbamos a su oficina nos cantaban la misma canción mientras... - Cerré los ojos con fuerza, intentando quitar el recuerdo de mi mente. – Perdón, nunca me abrí así. La canción que cantaste era la misma que nos cantaban.
- No pidas perdón, ¿En serio fui el primero en escuchar eso? ¿Puedes contarme más? Si no quieres desahogarte conmigo no pasa nada.
- Quiero... pero nos desviamos mucho del tema, ¿Tienes algún trauma con ese tipo? – Pregunte suavemente y el negó.
- No, apenas recuerdo la canción. Ni siquiera recuerdo su cara ni nada.
- Me alegro. Ósea, me alegro que no tengas nada de traumas. Pero no me alegra lo que te paso.
Él sonrió y de lado y sus ojos volvieron a brillar mientras negaba divertido por mi nerviosismo. ¡No quería que me malentendiera!
- Bueno, termine de comer y creo que ustedes también.
Aviso Ahmed mientras entraba en el vagón. Se levanto de su silla de ruedas y se sentó normalmente en el sofá al frente de nosotros. me intente bajar rápidamente de Lorenzo, pero él no me dejo. Por lo que nos quedamos en la misma posición.
- Ahora sé que ustedes no. – Se corrigió Ahmed, Lorenzo y yo reímos mientras el hizo una mueca. – Bueno, Sabrina, Yelizza, Jennifer. ¿Recuerdas a que estábamos jugando antes de que tu príncipe azul y tu comida de hoy llegara?
Lorenzo me miro con celos, rodee los ojos y asentí.
- Si, ¿Cuál era la pregunta? – Dije. Lorenzo me tomo de la cintura y me hizo sentar a su lado. Ya acomodados de nuevo su mano empezó a trazar círculos con sus dedos en mi rodilla.
- ¿Nos dejarías para ir por tu hermana? – Repitió, y recordé lo que iba a responder. Pero entonces mire a Lorenzo para aclararle antes de hablar sobre el tema.
- ¿Conoces las reglas? – Pregunte y el pelirrojo asintió. Ya más tranquila mire a la mesa – Si, volvería.
La mano de Lorenzo dejo de acariciar mi rodilla. ¿Piensa que digo la verdad? Trague saliva.
- ¿Amas a Lorenzo? – Continuo Ahmed.
- Si, lo amo – Esta vez dije la verdad. Así que en la próxima tendría que mentir si o sí.
- ¿Todas las cosas que nosotros compartimos significaron algo para ti? – Intervino Lorenzo mientras me miraba con su mirada de asesino.
Mierda, ¿Cómo miento?
- No.
Dije finalmente, vi a Ahmed sonreír, pero Lorenzo me apretó la rodilla con fuerza.
- Dime ahora en cual dijiste la verdad.
Dijo firmemente, sentí como mi corazón se aceleró del miedo.
- Eso va en contra de las reglas, si la conoces sabrás en cual.... – Empezó a decir Ahmed.
- Cállate tu idiota, nadie te metió – Lo interrumpió el pelirrojo y me volvió a mirar – Ahora, ¡Respóndeme ahora!
Me estremecí antes su grito. Sentí como mis músculos se tensaban y mis ojos amenazaban en soltar alguna lagrima.
- S-solo d-dije l-la v-verdad e-en q-que t-te a-amo.
Tartamudeé al borde de soltar un sollozo, mi corazón empezaba a querer estallar como una bomba del miedo que me estaba provocando ahora con su mirada tan terrorífica en mí. Su agarre en mi rodilla disminuyo y se apartó bruscamente, saliendo del vagón. Mi mirada cambio de la espalda de Lorenzo a Ahmed, luego a mi rodilla. Donde su marca de su mano estaba tatuada de color salmón en mi piel.
- ¿Estas bien? – Pregunto Ahmed – Carajo. Es mi culpa, lo siento. No debí haber dicho que jugáramos a esta estupidez.
- No es tu culpa... voy a ir a buscarlo.
Murmure y me levante rápidamente, él me había dicho que si yo no confiaba en él o no quería estar con él. se iría de mi vida, ¿Dónde carajos se metieron? Sali del vagón y camine casi corriendo por los pasillos. Media puerta de cada vagón era de vidrio, por lo que solo era cuestión de pasar por al lado para registrar a la gente que había allí, Lorenzo había tenido razón. En el vagón de al lado había un viejo moreno con pelo gris, de un metro y medio con un bastón y una niña que sostenía sus libros, ya varios habían entrado a su vagón solo para comprar, de un momento a otro me imagine a Lorenzo allí. Parado comprándolos, seguí caminando. El siguiente vagón era una pareja con una pequeña niña, la esposa la tenía entre sus brazos mientras el marido estaba leyendo su periódico, ¿Así hubiera sido mi padre biológico? Intente apartar los pensamientos de mi mente. Pero a medida que pasaba por los vagones solo podía ver a familias, siempre estaban la madre y el padre. Lo único que variaba era la edad, la cantidad y la posición de los hijos. Me empezaron a entrar ganas de llorar. ¿Dónde estás Lorenzo? ¿No ves que me estas hiriendo de verdad mostrándome la familia que jamás podría tener? ¿El cariño de padres que te conocen desde el vientre? ¿Por qué me hace esto? ¿Me lo está haciendo a propósito?
Camine hasta que el pasillo se acabó. En frente de mi estaban dos puertas; una era del baño para hombres y mujeres, y el otro decía que solo era para personal autorizado. Así que antes de romper la ley decidí meterme en los baños. Al abrir la puerta pude ver que a dos o tres metros había dos puertas más, de color verde y tenían dos logos. Los baños de las mujeres y los baños de los hombres, al ver el logo pude ver que era parecido el de la chica a los baños de la biblioteca de Hensgrim. Parpadee y fue como si volviera a estar en aquella biblioteca, con los ojos llorosos, mi ropa de la parte de arriba en el inodoro mientras el celular me arrebataba el poco pudor que tenía para mandárselo a Carlos. Sentí cosquillas en mis mejillas y tarde en comprender que estaba llorando. Me limpie las lágrimas y me acerque a la puerta del baño de los hombres, espere unos segundos. Para ver si alguien salía, pero me rendi y empecé a tocar unos minutos después.
Al primer toque no recibo algún tipo de respuesta. Los nervios empiezan a hormiguear por toda mi piel, recorriendo cada espacio por mi sangre de mi cuerpo, me tense mientras mis nudillos volvían a chocar contra la puerta con fuerza.
- ¿Hola?
Dije temblorosamente, tragué saliva y volví a tocar una vez más.
- ¿Lorenzo?
Pregunte de nuevo, pero lo único que se escuchaba era mi voz empezando a hacerse eco.
¿Dónde estás, Lorenzo?
Las ganas de llorar me inundaron, ¿Dónde mierda se metió? No me puede hacer esto. Tenemos que resolver las cosas. ¿No? Eso hacen las parejas. Hablar entre ellas para llegar a un acuerdo. Pero justamente cuando empezaba a vivir cosas de parejas normales el muy cabron tenía que desaparecer, dejarme sola de nuevo. Y con muchísimo miedo, no puedo estar sin él.
Iba a rendirme hasta que escuche el sonido del inodoro, una pizca de esperanzas dentro de mi empezó a crecer hasta convertirse en una luz gigante. Empecé a sentir emocionada y empecé a sollozar.
- Lorenzo, mierda. Lo siento tanto, pero era un estúpido juego. Obviamente yo te iba a elegir a ti, te elegiría en mil mundos diferentes, y aunque mi hermano espero no ah de existir en ellos. Se que buscaríamos una forma de estar juntos, Cassandra no me importa. Me importas tú, por favor perdón. ¿Lorenzo?
Levante la cara y me sequé las lágrimas mientras la manija de la puerta se retorció y luego se abrió, empecé a retroceder rápidamente cuando los ojos miel se juntaron con los míos.
- Buen discurso de amor hermanita, jamás pensé que fueras de esas románticas. ¿Sabes? Matas demasiado bien como para dejarte guiar por las cursilerías de los pobretones de habilidades como aquel chico, lo único bueno que hizo fue guiarme hacia ti. Y no voy a dejar de atormentarte en este ni en los miles de mundos que hay, ¿Por qué? Porque quiero tenerte.
Dijo Esteban. Me estremecí con cada palabra que decía, ¿Qué debería hacer ahora?
- Tienes quince, ¿Por qué hablas como un adulto?
- Porque la vida me obligo a ser uno, al igual que tú. – mi hermano extendió su mano hacia mi – Ven conmigo y nos vengaremos de La mansión Zaharie, te daré a tu hermana. Y.... bueno, los restos que quedan de su noviecito.
- Eres malo – Respondí temblorosamente mientras abrí la puerta para salir a los pasillos.
- Tu también hermosa, y creo que no vas a querer salir cuando te advierta que si te mueves. La cabeza de Lorenzo que tanto te está pensando en estos momentos explotara, lastima de mi querido cuñado. ¿Planeabas no invitarme a tu boda? Me hieres, Jennifer.
- Nos ibas a matar allá – Susurre mientras apretaba mis puños. Mi mirada se deslizo discretamente a todas las paredes de los baños.
No hay ventanas, mierda.
¿Cómo esta Ahmed? No debí dejarlo solo. Volví a mirar a Esteban. Quien aún tenía sus ojos de mí mismo color clavados en mí, cuando vio que lo volví a mirar sonrió ladinamente.
- Los hermanos de corazón son como una traición a los de tu misma sangre, tú también me lastimaste. Caramelito.
El apodo que Lorenzo me decía sonaba tan repugnante en la boca de Esteban. Aunque todo lo que salía de ella lo era.
- Lo único que nos une es la sangre.
- Eso no se lo dirías al pequeño Esteban. ¿Por qué me odias tanto?
Vacile un poco, tiene razón que yo no se lo diría a mi hermanito pequeño. Pero ese hombre no era mi hermano ya, era un asesino que estaba buscando hacerme sufrir.
- Quizás porque tienes a mi hermana, me mandaste a matar y secuestrar, y para colmo no me dejas tener una vida en paz.
- Puedes tener una vida en paz, a mi lado. Claro. Y no te mande a matar, lo lamento tanto si mis agentes se pasaron contigo, al llegar a casa dame la lista detallada de cada uno de ellos y los matare delante de tus ojos. Hermosa.
- Ya los mate. – Dije secamente – Y no voy a ir a ningún lado contigo.
- ¿En serio? – Esteban soltó una pequeña risa, parecía linda. Pero no era la situación, ahora podría matarlo si tuviera algo en mis manos. – Me encanta, me fascina que saques a relucir las mismas habilidades de tu hermano para defenderte, y por favor. No te hagas la difícil, porque dije que no te mataría. No que no te lastimaría.
Me tense y negué mientras intente dar un paso hacia atrás, pero me detuve cuando recordé la amenaza contra Lorenzo.
- ¿Para qué quieres que vaya contigo? – Pregunte, mientras me enterraba las uñas en las palmas de la mano para no llorar ni hacer ningún movimiento débil delante de él. no quería que supiera nada de mí; aunque posiblemente ya lo supiera todo.
- Quiero que seamos una familia de verdad. Encontré a nuestros verdaderos padres, nosotros aún estamos pequeños y podemos aprovechar la vida que nos perdimos junto a ellos.
- ¿Ellos están vivos? ¿De verdad quieren? – Pregunte sorprendida, me dio cosquillas en la mejilla cuando la lagrima de mis ojos caía lenta y tortuosamente por mi mejilla.
- Bueno, están vivos. Pero si quieren. Eso espero – Susurro lo último, como si fuera más para él, luego volvió a hablarme – Pero si no, ¿Qué importa? Un par de millones y nos van a amar.
- No será verdadero, Esteban.
- ¿A quién le importa? No me digas que tú tampoco soñaste con este día por toda tu vida.
Si, lo soñé. Pero justamente ahora lo supere, y el no. Así que tuve que arriesgarme. Aunque en cierto modo no me costó mucho porque era algo que yo quería.
- A mí me importa, podremos hacer nosotros nuestra familia. Vendrías a mi boda, serias el único aparte de otra persona – Pensé en Ahmed, ¿Estará bien? – Conocerás a tus sobrinos. ¿Quieres?
- ¿Eso no sería empleo de la chica que me quito mi puesto?
Me quede unos segundos pensando, ¿Cassie? ¿El piensa que le quito su puesto como mi hermano?
Carajo, está muy afectado psicológicamente.
¿Qué puedo hacer para que se calme?
- Ella... - El recuerdo de las fotos donde estaba herida aparecieron en mi cabeza. Me mordí el interior de la mejilla para controlarme. – Ella no me importa, no es de mi sangre. ¿No?
- ¿No te importa si la mate?
Me forcé a mí misma a negar con la cabeza mientras que por dentro mi corazón se hacía trizas. ¿Cuándo se acaba esta conversación? ¿Me va a obligar a ir con él? trague saliva y espere a que volviera a hablar, pero no lo hizo. En cambio, se acercó a mí y se inclinó ya que yo era baja a comparación de él. aunque Lorenzo era más alto que el, sus brazos rodearon mis hombros y me atrajo hacia el en un abrazo. Me quede quieta unos segundos antes de obligarme a mí misma a devolverle el abrazo. Rodee su torso con mis brazos y sentí como sus labios me dieron un pequeño beso en la oreja.
- Eres la única que no me ha tenido miedo, si vienes conmigo durante seis meses, te juro por mi alma, por las almas que eh matado a lo largo de mi vida y por todo lo que alguna vez me importo de que hare que esos dos traidores queden vivos, aunque si no fuera por ti que me traicionaron los hubiera matado. ¿Sabes? Estuve mirando las cámaras. Tome en cuenta lo que le dijiste a esa perra negra – Creo que se refiere a Xiomara – de que querías que la matara de forma despiadada, ¿Quieres verla? Ven por favor. Seamos una familia durante seis meses, luego te dejare ir junto con.... ¿Cómo se llaman? Te juro que no los matare, somos de sangre y lo único que nunca eh echo en mi vida fue faltar a una promesa o juramento.
Dude unos segundos. Luego me decidí por decirlo, se supone que tenía a Lorenzo ya. ¿No? Tragué saliva y puse mis esperanzas en él. en al menos lo último que quedaba de aquel niño que ame tanto en esa mansión.
- Lorenzo Dellacourt, y Ahmed... – No recuerdo el apellido. Mierda.
- Bien, hagamos este trato. Ellos estarán en la mansión al igual que nosotros. pero en el calabozo, creo que ya lo conoces. ¿No? Bueno. Solo serán garantía para que no te vayas, te doy mi palabra de que no te amenazare con ellos ni nada. Aparte mira cariño, la única forma que tienes es así. ¿Los agentes de Ahmed a quien crees que sirven? A mí, - Oh no. El sabia el plan. – Y morirán en un abrir y cerrar de ojos. Por lo que no tendrías a donde ni quien te cuide, en cambio si te quedas conmigo. No tendrás que cambiar ese nombre tan hermoso que nuestra madre nos puso. Ten en cuenta de que, estoy en todos lados. Preciosa.
Luego de eso me soltó, lo imite y el empezó a retroceder. Me señalo con la cabeza la puerta de la salida y luego se metió en el baño. Cuando cerró la puerta me acerque a ella y la toque.
- ¿Dónde está Lorenzo?
- ¿Aceptaras? Los dos ya están bajo mi control.
Mierda, ya me tenía enjaulada y ni siquiera me di cuenta.
- Serian seis meses de prueba. ¿No? Sal por favor Esteban.
Escuche la manija y el me fulmino con la mirada. Alcance a ver por detrás de su hombro una ventana en el baño. ¿Iba a escapar por allí?
- Seis meses de prueba, una vida de nosotros juntos donde tu trabajaras conmigo como asesina. Esas artes se te dan igual de bien que a mí, estaré en cada momento de tu vida, me concederás a tu primogénito – Me empecé a asustar y creo que él lo vio. Porque sus ojos empezaron a brillar – Lo criare a mi semejanza. ¿sabes? Nuestros padres me dieron la puta maldición de la infertilidad. Espero que a ti no, porque si no. Bueno. ¿Dónde estará tu futuro?.
Él se empezó a reír como si hubiera contado el chiste del siglo, yo estaba muriéndome, mi alma saliendo de mi cuerpo, tocando el cielo y volviéndose a meter en mi cuerpo en cuestión de segundos.
- ¿Luego poder vivir en paz con mi esposo? – Pregunte y el asintió. – Pero... ¿No puedes adoptar?
- Un crio de la calle, más sucio que la calle en sí misma y lo peor que ni siquiera tendrá algún parecido conmigo. Así que no. ¿Aceptas o no?
- Primero quiero saber dónde está Lorenzo.
- Si no aceptas, está muerto. Y si aceptas está a tu lado desde ahora.
Suspire, ¡Que chico tan difícil!
Se parece a mí, MUCHO A MI.
Quería gritar, pegarles a las cosas e incluso a el mismo Esteban. Pero luego recordé que no me llevaría a ningún lugar, bueno. A ningún lugar bueno porque malo puede que Esteban se enoje conmigo y me mate, mate a Lorenzo y a Ahmed. Y a Cassie...
¿Qué mierda paso con Cassie?
Me entraron ganas de llorar al recordarla. Tragué saliva y me di cuenta que los ojos de mi hermano me perforaban la cara.
Es la única opción...
Es la única opción...
Es la única opción...
Es la única opción...
Es la única opción...
Es la única opción...
Me repetí a mí misma, pero aun así seguía sintiendo que no, que había otra opción. Pero, ¿Dónde? ¿Dónde se encontraba? Porque la necesitaba ahora.
- Decídete, sé que no has tomado decisiones buenas, pero te aseguro que esta si es.
Susurro Esteban. Mire a los lados, aunque sabía que estábamos solos. Quería llorar, quería que el estuviera muerto. ¿No pudo haberse muerto en la mansión Zaharie?
Odio a María y a Beatrice, ¡lo hubieran dejado morir!
Cerré los ojos mientras intenté calmarme, debe haber algún tipo de trampa en su trato. Solo debo descubrir cual es. Tengo miedo, solo tengo diecisiete años. Solo es. Quería estar buscando universidad y no buscando opciones para no morir.
Me trague el miedo que tenía.
- No me dejes solo
- Si algún día te aburres o sientes que no es tu lugar. Lorenzo, Thomas y yo te esperamos con los brazos abiertos. Uno para abrazarte. Y otro para disparar a cualquiera de la organización.
Thomas no estaba por mi culpa, Lorenzo y Ahmed corrían peligro. Solo pude mirar a Esteban mientras mis rodillas empezaban a temblar
Espero no equivocarme como en la vez de Xiomara.
- ¿Entonces?
Pregunto Esteban. Me tense mientras sentí las lágrimas y la satisfacción de mi hermano al verlas antes de responder.
- Acepto.
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EL DESASTRE QUE FUIMOS
Mystère / ThrillerTodo empezó cuando pisamos un pueblo llamado Hensgrim, que a simple vista solo era un pueblucho en medio del bosque, sin importancia. Donde solo las familias originales que fundaron el pueblo tenían casitas grandes y de colores pasteles, llamaban la...