ch. 07

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UNA
MOMIA
NOS VISITA

A LA MAÑANA siguiente, después de desayunar, me junté con Grover y Percy

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A LA MAÑANA siguiente, después de desayunar, me junté con Grover y Percy. Éste ultimo habló de su último sueño, más bien, una pesadilla; trataba sobre Annabeth. Nos habíamos sentado en un prado nevado y mirábamos cómo los sátiros perseguían a las ninfas. Ellas habían prometido besarlos si las atrapaban, cosa que difícilmente ocurría, porque las ninfas dejaban que los sátiros se pusieran a cien y, en el último momento, se convertían en árboles cubiertos de nieve. Y ellos, obviamente, se iban de cabeza contra los troncos y se ganaban, además, el montón de nieve que se le venía encima con la sacudida.

Cuando terminó de contar sobre su sueño, me mantuve en silencio dando vueltas el anillo de mi dedo. Annabeth corría un espantoso peligro y cabía la posibilidad de que Luke fuera el culpable.

—¿Dices que el techo de la cueva se desmoronó sobre ella?

Percy asintió.

—Exacto. ¿Qué narices crees que significa? ¿Has tenido sueños últimamente?

No era extrañar que los semidioses sufrieran pesadillas —sí, pesadillas, no sueños— sobre lo que les prepararía el futuro, o algún indicio que los involucrara en una gran decisión que cambiaría el orden de las cosas. Sonaba fantástico, pero la realidad era otra. Por lo general mis sueños trataban de una voz tenebrosa rodeada de niebla y voces fantasmagóricas. Detestaba ver a Luke en la vida real, ¿por qué también tendría que verlo en mis sueños?

Agradecida de ello, negué con la cabeza.

—Pero después de lo que Zoë ha soñado... —comentó Grover sin darse cuenta.

—¿Cómo? —Percy se giró hacia él. Yo solamente oía—. ¿Zoë ha tenido un sueño parecido?

—No... no lo sé con exactitud. Hacia las tres de la mañana se presentó en la Casa Grande diciendo que quería hablar con Quirón. Parecía muerta de pánico.

Haciendo memoria atrás, recordé ver una sombra correr en aquella dirección. Eso explicaba muchas cosas, pero no la que Grover había mencionado.

—Un momento... —recién me volteé a verlo—. ¿Y tú cómo lo sabes?

Él se sonrojó.

—Yo había, esto... acampado cerca de la cabaña de Artemisa.

—¿Para qué?

—Pues... para estar cerca de ellas.

—Eres un acosador con pezuñas.

—¡No es cierto! Bueno, el caso es que la seguí hasta la Casa Grande, me escondí tras un matorral y desde allí lo vi todo. Ella se enfadó muchísimo cuando Argos no la dejó pasar. Fue bastante violento.

Intenté imaginarme la escena. Argos era el jefe de seguridad del campamento: un tipo grandote y rubio, con ojos diseminados por todo el cuerpo. Raramente se dejaba ver, a menos que sucediera algo muy grave. No me habría atrevido a apostar en una pelea entre Argos y Zoë.

𝐓𝐇𝐄 𝐓𝐈𝐓𝐀𝐍'𝐒 𝐂𝐔𝐑𝐒𝐄 ──── pjDonde viven las historias. Descúbrelo ahora