ch. 11

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UN GATITO
NOS PERSIGUE
POR LAS NAVES ESPACIALES

SERPENTEÉ el Mall a tropezones, sin dar la mirada atrás, disparándome en el Museo del Aire y el Espacio

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SERPENTEÉ el Mall a tropezones, sin dar la mirada atrás, disparándome en el Museo del Aire y el Espacio. La vista de la recepción me recibió, como el cuerpo de un muchacho de respiración atropellada.hn

—¡Corre, corre, corre! —me dijo Percy al encontrarlo bajo mi espalda sin la gorra de invisibilidad.

No necesitaba decírmelo siendo él quien se quedaba atrás.

La parte principal del museo era una sala gigantesca llena de cohetes y aviones colgados del techo. Por todo el perímetro discurrían tres galerías elevadas que permitían observar las piezas expuestas desde distintos niveles. No había demasiada gente. Sólo algunas familias y un par de grupos de niños, seguramente se encontraban en una excursión escolar. De querer terminar detenida por los guardias de seguridad habría de gritar que echaran a correr, pero me abstuve, pensándolo detenidamente no era una persona que suele gritar así que me habría acobardado a ultimo segundo.

—Tenías que hacerlo, ¿verdad? —dejé salir.

Percy me miró ofendido.

—¿Yo? ¿Esperabas que esas cosas fueran por nuestros amigos?

—¡Son inofensivos! Hasta cierta parte... La cosa es que aceleraron su plan por tu culpa. Ahora tienen el olor de Zoë y... ¿Qué pasa?

Me sonrió como si estuviera aguantando las ganas de ir al baño.

—¿Quieres oír algo gracioso?

No me gustaban las sorpresas, menos las bromas. Los hermanos Stoll de la cabaña de Hermes me lo recordaban cada cierto tiempo. Pero ahí Percy ponía a prueba mi paciencia al apuntar un pedazo de su prenda arrancada. De ir por los chicos, era debido a que nosotros los estábamos llevando a ello.

—¡Percy...! —Quise ahorcarlo con mis propias manos, pero tropecé con Thalia.

Literalmente.

Estábamos subiendo a toda velocidad por la rampa que llevaba a la galería más alta y de pronto Percy se me quedó mirando con advertencia al mismo tiempo que choqué con la hija de Zeus con tal fuerza que la dejé sentada en una cápsula Apolo.

Grover dio un grito de sorpresa.

Antes de que Percy me ayudara a levantarme, o que yo misma recuperara el equilibrio, Zoë y Bianca nos apuntaban ya con sus flechas (los arcos habían surgido como de la nada).

Cuando Zoë nos reconoció, no pareció muy deseosa de bajar el arco.

—¡Ustedes! ¿Cómo osan presentarse aquí?

—¡Cíon, Percy! —dijo Grover—. ¡Gracias a los dioses!

Zoë le lanzó una mirada fulminante y él se sonrojó.

𝐓𝐇𝐄 𝐓𝐈𝐓𝐀𝐍'𝐒 𝐂𝐔𝐑𝐒𝐄 ──── pjDonde viven las historias. Descúbrelo ahora