ch. 03

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NO ES JUSTO
TRAER UN LANZAMISILES A
UNA PELEA DE ESPADAS

NO ES JUSTOTRAER UN LANZAMISILES AUNA PELEA DE ESPADAS

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HUIR de Espino era pan comido. Al menos, para mí. Ninguno de los presentes era capaz de utilizar el viaje por las sombras, sin siquiera caer en la oscuridad al primer intento.

Sin embargo, escapar no era una opción. Una parte de mí no sería capaz de abandonar a Percy junto con un monstruo cuyo origen desconocíamos, al igual que los hermanos Di Angelo; además del hecho de que Quirón me encargó personalmente asistir como un modo de recuperar su confianza.

Rasqué mi mejilla. El ardor no desaparecía.

—¿Qué haces, Jackson? —silbó el doctor—. ¡Muévete!

Percy arrastraba los pies.

—Es el hombro —dijo con aire abatido—. Me arde.

—¡Bah! Mi veneno hace daño, pero no mata. ¡Camina! ¡Tú también, Metaxás!

Nos condujo hasta el exterior.

Espino nos guiaba hacia los bosques. Tomamos un camino nevado que apenas alumbraban unas farolas anticuadas. Me dolía el rostro, y el viento que se me golpeaba era tan helado que me ya me veía convertida en un pedazo de estaca de hielo.

—Hay un claro más adelante —dijo Espino—. Allí convocaremos a vuestro vehículo.

—¿Qué vehículo? —preguntó Bianca—. ¿Adónde nos lleva?

—¡Cierra la boca, niña insolente!

—No le hable así a mi hermana —dijo Nico. Le temblaba la voz, pero fue admirable que tuviese agallas para replicar.

El doctor soltó un horrible gruñido. Eso ya no era humano. Tragué saliva duramente. Me puso los pelos de punta, pero hice el esfuerzo para obedecer y caminar enfrente de los Di Angelo.

—Alto —dijo Espino.

El bosque se abría de repente. Habíamos llegado a un acantilado que se encaramaba sobre el mar. Olía y oía el golpeteo de las olas, la profundidad y fondo, a cientos de metros allá abajo. Me abstuve de mirar hacia abajo.

El doctor nos empujó hacia el borde. Di un traspié y Bianca me sujetó.

—Gracias —murmuré.

—¿Qué es este Espino? —murmuró—. ¿Podemos luchar con él?

—Estamos en ello.

—No lo parece.

—¿Quieres encargarte tú?

Bianca calló.

—Tengo miedo —masculló Nico mientras jugaba con alguna cosa; con un soldadito de metal, creo.

—Creo que es mejor tranquilizarlos —me susurró Percy—. Ellos no saben nada...

Rodé los ojos.

𝐓𝐇𝐄 𝐓𝐈𝐓𝐀𝐍'𝐒 𝐂𝐔𝐑𝐒𝐄 ──── pjDonde viven las historias. Descúbrelo ahora