ch. 13

93 17 13
                                    

SOY PERSEGUIDA
POR UN CERDO
MIENTRAS HAGO SNOWBOARD

HABÍAMOS llegado a los alrededores de una población de esquí enclavada entre las montañas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

HABÍAMOS llegado a los alrededores de una población de esquí enclavada entre las montañas. El cartel rezaba: «Bienvenido a Cloudcroft, Nuevo México». El aire era frío y estaba algo enrarecido. Los tejados estaban todos blancos y se veían montones de nueve sucia en los márgenes de las calles. Pinos muy altos asomaban al valle y arrojaban una sombra muy oscura, pese a ser un día soleado.

Apreté los dientas con el frío cuando caminábamos a un kilometro de las vías del tren. Mientras seguimos el paso, Percy me hizo ralentizar el paso para entablar conversación. Al principio asentía porque lo helado de la estación hacía que mi cabeza no se sintiera preparada para encontrar palabras amables, en especial cuando mi amigo tenía el abrigo de la piel de león; sin embargo, despabilé cuando mencionó a Apolo. Le había dado un consejo: buscar a Nereo en San Francisco.

Pasaron demasiadas preguntas por mi cabeza antes de responder. ¿Quién era Nereo? ¿Por qué Apolo se apareció ante los dos anoche? ¿Por qué aconsejó a Percy y a mí sólo decidió irritar con su presencia?

—Confío en su consejo —dije—, pero... primero tenemos que llegar allí y...

Mi expresión se agrió.

—¿Qué? —Percy preguntó—. ¿Él también te dijo algo?

No había necesidad de negarlo, sólo no quería traerlo encima.

—El tiempo se nos acaba.

Podía estar refiriéndome a una sola cosa, pero la verdad es que hacía el esfuerzo de no pensar demasiado con las fechas límites. La situación de salvar a Artemisa antes de la Asamblea de los Dioses, quien el General mantiene prisionera y, suponiendo que no es tan benevolente, eliminará a Annabeth antes de que las cosas se pongan en movimiento. El solsticio de invierno se encontraba a sólo cuatros días, hasta el viernes. El tiempo se nos caía encima.

Además, se encontraba el tema del pedido de Hades. Sus palabras fueron claras y concisas, pero no lo hacía mejor que el oráculo del campamento. No me brindó lugares, características o fecha límite, algo que no sabía si era bueno o malo aún. A veces, de lo que llevaba fuera como misión, me preguntaba si mi padre me lo había encargado como una manera de ponerme a prueba. Arriesgándome por él, en las fechas que es bienvenido en el Olimpo... No lo sé.

Nos detuvimos en el centro del pueblo. Desde allí se veía casi todo: una escuela, un puñado de tiendas para turistas y una cafetería, algunas cabañas de esquí y una tienda de comestibles.

—Estupendo —dijo Thalia, mirando alrededor—. Ni estación de autobuses, ni taxis ni alquiler de coches. No hay salida.

—¡Hay una cafetería! —exclamó Grover.

—Sí —estuvo de acuerdo Zoë—. Un café iría bien.

—Y unos pasteles —añadió Grover con ojos soñadores—. Y papel de cera.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 07 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

𝐓𝐇𝐄 𝐓𝐈𝐓𝐀𝐍'𝐒 𝐂𝐔𝐑𝐒𝐄 ──── pjDonde viven las historias. Descúbrelo ahora