ᴄᴇʟᴏꜱ

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No eran absolutamente nada. No eran una pareja y Gerard era libre de ir por allí coqueteando con quién quisiera hacerlo, si quería pasar la noche con alguien, follar con extraños o tener citas podía hacerlo porque entre ellos dos no había absolutamente nada.

Ese era su acuerdo y tenía que recordarlo. Solo eran "compañeros", por ponerle algún nombre. Se veían para tener sexo, pero no eran exclusivos, sin embargo, estaba perdiendo la paciencia en esa situación.

Al omega no le interesaba que estuviera ahí, ni siquiera parecía mirarlo. Su atención estaba puesta en el camarero de ojos azules que los atendía y podía ver cómo el hombre correspondía a ello.

Se suponía que ese tiempo estaba destinado a él, no habían ido a cenar para que el omega volviera a casa con alguien más que no fuera él.

Podía escuchar a sus amigos riéndose de él. Los escuchaba en su cabeza, advirtiéndole que terminaría enganchado del omega de bonitos ojos. Sabían que no iba a llevar una relación de ese tipo por demasiado tiempo, tendía a encariñarse y querer llevar su relación más allá de algo temporal.

Tal vez era ridículo estar celoso, pero estaba cansado de disimular y dejarlo pasar.

Llevó una de sus manos hasta las piernas de su acompañante. No hizo falta más para que el omega volviera su atención a él.

—¿Terminaste?

—¿De qué hablas?

Gerard lo sabía, lo sabía perfectamente, pero estaba dispuesto a pagar las consecuencias por jugar un poco.

—Si quieres puedo irme para que tengas el camino libre, seguro te da una buena noche.

Apartó su mano e intentó ponerse de pie hasta que el omega beso sus labios. Frank correspondió y sus manos volvieron al cuerpo del ojiverde, a su cintura.

Después de cenar terminaron en el departamento del alfa para continuar con ello.

Suspiró y dejó caer su cabeza en el respaldo del sofá mientras sostenía a Gerard con ambas manos, ayudándole a mantener el ritmo sobre su miembro.

—Nadie puede hacer esto por ti —murmuró atrayendo su cuerpo tan cerca como podía.

Gerard observó sus ojos y mordió sus labios, empujando sus caderas un poco más rápido hasta que el alfa le detuvo.

—Dilo —ordenó cuando el ojiverde lo observó algo confundido—, di que nadie te hace sentir así... ninguno de tus otros amantes.

—Frank...

—Dilo —repitió subiendo una de sus manos hasta el cuello del omega, apretando suavemente.

El pelirrojo se quedó sin aliento y entonces sus mejillas se tornaron rojas, sintiendo sus piernas fallar por un momento.

—N-nadie me hace sentir como tú —murmuró finalmente.

Un gemido bastante audible abandonó sus labios cuándo el alfa retomó sus embestidas con más fuerza.

El tatuado sonrió complacido, observándolo aferrarse a sus hombros y rogar por un poco más hasta terminar.

𝑶𝒎𝒆𝒈𝒂𝒄𝒆𝒎𝒃𝒆𝒓「𝑭𝒓𝒆𝒓𝒂𝒓𝒅」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora