[SEGUNDA PARTE DE ORION]
La búsqueda por las gemas del alma ha comenzado. Después de que la oscuridad se apoderara del mundo mágico, Jimin y su guardián Yoongi tendrán que emprender la búsqueda para activar la única arma capaz de acabar con la osc...
La espesa nube de materia oscura comenzó a materializarse frente a sus ojos, tomando una figura corpórea sin rostro. Jimin ardía en ira, su corazón estaba hecho trizas por la pérdida de Yoongi quien yacía tirado a un par de metros lejos de él, con los ojos cerrados y la piel más pálida de lo usual.
—¡Park Jimin! ¡Guardian de estrellas! Descendiente de Vela, has venido finalmente a enfrentarme —comentó el ser alomorfo con una voz grave y escalofriante.
—Vela te encerró porque perdiste el control de ti mismo y la oscuridad te consumió. Te regresare a donde perteneces —le advirtió el elfo lunar con determinación—. Tu reinado jamás verá la luz.
Tenebrae furioso se alargó rodeando en una densa capa de oscuridad a Jimin impidiendo que alguien más se acercará a ayudarle. Tenía que acabar con el último descendiente de Vela, era su único propósito desde que fue encerrado por sus hermanas. Quería venganza, se encargaría de destruir cada reino, absorbería su energía hasta volverse el ser más poderoso e invencible, la oscuridad reinaría por la eternidad.
Y nadie más lo volvería a detener.
—Eso está por verse —respondió con socarronería.
Jimin apretó el agarre que mantenía sobre la espada y la blandió posicionándose en defensa.
—No lo permitiré.
—¿Ah sí? Deberías llorar por la pérdida de tu amado —se burló.
—Yoongi no está muerto.
—¿Seguro?
—Tenebrae...
—Mira príncipe, la leyenda cuenta que para abrir el sello de mi cárcel era necesario que uno de los guardianes de estrellas muriera. Su alma sería la llave, ¿sabes por qué Vela lo hizo así? Porque a pesar de que parecía que me odiaba en el fondo de su alma guardo una mínima esperanza porque me reivindicará. Porque dejará de lado mi odio, y volviera a ser un elfo que buscaría su redención...
—Nunca es tarde para cambiar Tenebrae.
—Lo es, príncipe. He perdido más de lo que crees y mi hermana se equivocó conmigo. No soy bueno y jamás lo seré.
Fue su última advertencia antes de lanzar un ataque contra Jimin que salió disparado por los aires.
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Cayó sobre sus propios pies amortiguando la caída con una gracilidad que en algún otro momento lo hubiera sorprendido. Pero su mente estaba más enfocada en atacar y defender, su corazón latía a una velocidad abrumadora, toda la rabia lo invadía desde los pies a la cabeza. Sabía que no había lugar para la compasión y el perdón si quería recuperar a Yoongi. Tenía que acabar con Tenebrae.
Ese era su destino.
Por favor regresa a mi, Yoongi.
Pidió a través de su mente mientras cerraba sus ojos un momento alejando el caos que lo rodeaba. Visualizo sus preciosos y pacíficos orbes negros anhelando poder verlos una vez más.
Y empuño la espada. Se lanzó contra la sombra que se desplazaba a una velocidad vertiginosa que lo desconcertó. Fue golpeado repetidas veces con brutalidad, cayendo al suelo una y otra vez, sentía dolor por los certeros golpes de Tenebrae que se desplazaba con agilidad y fiereza a su alrededor. Movió la espada en su dirección varias veces intentando atravesarlo. Hasta que en un movimiento lo logró, atravesó su hombro paralizando a la masa amorfa por unos segundos.
—Necesitaras mas que eso, príncipe —le dijo irónico—. Necesitas atravesar mi corazón, pero ese ya no existe.
Jimin fue lanzado nuevamente por la ola de energía que el elfo desprendió.
Su respiración era agitada, le dolía todo el cuerpo y rastros de rasguños y sangre habían comenzado a manchar su piel. Pero no estaba dispuesto a rendirse, lo daría todo.
Así muriera en el proceso.
Volvió al ataque. No podía ver nada a su alrededor, una espesa niebla lo cubría todo, no sabía si sus amigos estaban bien. Lo último de lo que había sido capaz de ver, antes de verse implicado con Tenebrae, fue al ejército de elfos oscuros atacándolos.
Pero confiaba en ellos. Además, Hoseok los acompañaba y aunque era complicado de explicar podía sentir la vibra de energía que desprendía el guardián del alma. Era un aura poderosa y asombrosa casi majestuosa. Él los protegería.
Por eso él tenía que encargarse de Tenebrae.
—¡Jamás permitiré que salgas de aquí! —le gritó con furia.
El elfo se desplazó tratando de desconcertarlo y le dio un golpe que lo atravesó dejándolo paralizado por unos momentos. Sus ojos se cerraron por el impacto y de repente todo se volvió negro.
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