Celos

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Charles cerró los ojos. Al reconocer aquella voz, apoyó la cabeza sobre el hombro de Erik, que se había puesto rígido como una tabla.

—Sabes que está casado, ¿verdad, querido?- Obviamente Emma no había reconocido a Charles. -Lleva casado siete años, nada menos- prosiguió. -Con un chico precioso, aunque un poco soso que en estos momentos, estará sentado en casa cuidando de sus tres hijos mientras su querido marido seduce a todos los que se le ponen por delante.

—A todos no Emma- replicó Erik fríamente- A ti siempre me ha resultado muy fácil rechazarte.

¿Es que Emma había andado detrás de Erik?

Levantó la cabeza, vio la expresión cínica de Erik y entonces, otro velo cayó de sus ojos confiados. Erik dio cuenta y su mirada se ensombreció.
Siempre había aceptado que Erik y Emma no se llevaban bien, sin preguntarse el por qué. Al saber la razón, se sintió muy mal.

—Los hombres siempre deben desconfiar de una persona a la que han rechazado Erik- dijo Emma. -Después de todo, es una de nuestras pequeñas armas.

—Y tú la has usado con sabiduría, ¿verdad? -replicó Erik-. Apuntando directamente a mi punto más débil.

—A propósito, ¿cómo está Charles? ¿Tiene el pobre alguna idea de lo pronto que has sustituido a James?

Charles ya había oído bastante. Se separó un poco de Erik y se volvió para mirar con resentimiento a quien en otro tiempo fue su mejor amiga.
A Emma se le mudó el color de la cara y sin decir una palabra, se dio la vuelta y se alejó. Tampoco Erik y él hablaron al salir de club y andar hasta el coche.

—¿Cuánto tiempo? -le preguntó una vez en el interior del coche.

—Años -respondió Erik avanzando entre el tráfico londinense.

—¿Y alguna vez se te pasó por la cabeza aceptar la propuesta de Emma? -preguntó Charles y observó que Erik apretaba el volante con fuerza. Aquella pregunta ofendía su dignidad, pero Charles tenía derecho a hacerla.

—No, nunca -respondió.

—¿Por qué no?

—Porqué no eras tú.

—Entonces, ¿por qué no me lo dijiste?

—Porque confiabas en ella-dijo Erik, cruzando con el menor una mirada sombría. -Nunca oculté el hecho de que no me gustaba- le dijo.

—Pero tampoco hiciste nada para abrirme los ojos- dijo Charles-. Bastaba una palabra Erik, una sola palabra. Con decirme que me estaba utilizando para conseguirte, habríamos evitado la pequeña escena de esta noche.

—¿Sabiendo lo mucho que te habría dolido la verdad? Sólo un canalla habría hecho algo así, trataba de protegerte

Al llegar a casa, se dirigió directamente a las escaleras, sin molestarse en ir a saludar a su suegra.

—Me duele la cabeza- le dijo a Erik, lo que no era mentira- Por favor, pídele disculpas a tu madre de mi parte.

Todavía no se había dormido cuando Erik entró en la habitación después de llevar a su madre a casa, pero fingió que lo estaba. Fue consciente de cada movimiento de Erik, que se metió en la cama desnudo, como de costumbre. Se acostó boca arriba, cruzó los brazos por detrás de la cabeza y se quedó mirando al techo, mientras Charles yacía muy quieto a su lado. Deseaba con toda su alma que el destino los cubriera con un velo y borrara las últimas semanas de su existencia, como si nunca hubieran ocurrido.

Un Marido Infiel - CherikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora