Cambio

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La madre de Erik empezó a pasar más tiempo con Charles. No mencionaba el domingo que su yerno había pasado en Londres, pero el hecho estaba allí, aguardando tras sus cuidadosos gestos, tras la cautela con que abordaba ciertas conversaciones.


Edie Lehnsherr estaba orgullosa de su hijo. Era un hombre, que se había hecho a sí mismo, que había triunfado a pesar de las dificultades. Pero no estaba ciega ante lo que la tentación podía suponer para un hombre del calibre de Erik. Era un hombre perspicaz, inteligente y lleno de vida. Con treinta y dos años, ya era respetado en la comunidad de ejecutivos.

La profunda mirada de sus ojos azules y su habilidad para hacer dinero donde no lo había, lo hacían muy interesante para hombres y mujeres. Y, aunque nadie le había dicho nada de por qué el matrimonio de su hijo atravesaba por tiempos difíciles, Edie no era tonta y tenía una idea bastante acertada de la verdad. Así que decidió pasar más tiempo con Charles, para ofrecerle su apoyo moral. Charles se lo agradecía, porque había llegado a la dolorosa conclusión de que, en el mundo extraño en el que había empezado a vivir, ella era su única amiga.


Se sentía decepcionado consigo mismo por haberse dejado llevar hasta convertirse en una persona vacía. Su hogar, que antaño era su orgullo y su gozo, se había convertido en continuo objeto de sus críticas. Podía ser un buen lugar para él, pero no para Erik. Su avance en la vida merecía una casa mejor, una que reflejara sus éxitos. Charles no dejaba de atormentarse recordando las muchas veces que Erik le había comentado que quería mudarse a una casa más grande y mejor. Tal como había empezado a considerarlo últimamente, lo comprendía perfectamente. No había duda de por qué no había llevado a aquella casa a ninguno de sus amigos: debía avergonzarse de su hogar.

Pero Charles también se sentía furioso con su marido por no abrirle las puertas de su mundo. Tal vez fuera culpable por permanecer ciego a lo mucho que él había cambiado, pero él tenía parte de culpa por esconderlo, como si fuera un incómodo secreto que no convenía a su imagen de triunfador.


La ira se convirtió en resentimiento y el resentimiento en una inquietud que lo hacía irritable e impaciente, hasta el punto de que hasta sus hijos estaban alerta para evitar sus reacciones intempestivas.


"¿Quién eres Charles?", se preguntó una noche que Erik volvía tarde del trabajo, después de muchas semanas en que había vuelto a las seis y media en punto.


La tardanza de su marido aumentaba su inquietud. Necesitaba que Erik estuviera allí para experimentar cierta paz.

"No puedes echarle a Erik la culpa de todo", se decía. "Has vivido en una nube, tan encerrado en tu pequeño mundo que ni siquiera te has preguntado cómo era el mundo de tu marido. Sabías que acudía a muchas comidas de negocios, que tenía que moverse en ciertos círculos si quería estar al día, pero no te preguntaste si debías preocuparte por entrar con él en ese mundo, ni siquiera te preocupaste de escucharlo y apoyarlo."


Se dio cuenta de que ni siquiera sabía que la compra de Genosha se había consumado hasta que Emma se lo dijo. Aún más, sólo se enteró de que quería comprar Genosha cuando la madre de Erik salió en su defensa una noche que el se quejaba de que volvía demasiado tarde a casa.


—¡Está ocupado con la compra de Genosha! - había exclamado molesta - ¿No te das cuenta de que es muy importante que consiga ese negocio?

La verdad era que no podía darse cuenta, porque no sabía de su existencia, pero lo más triste era que todavía no se había preocupado de averiguarlo. ¿Qué futuro tenía un matrimonio que no compartía más que una casa, una cama y tres hijos?

—Ni siquiera soy guapo -dijo con un suspiro, mirándose al espejo una mañana.

"Al menos, no en el sentido clásico, supongo",  se dijo sin dejar de mirarse al espejo. "Mi figura no está mal, sobre todo teniendo en cuenta que he tenido tres hijos. Tengo unas piernas bonitas, pero no tengo una cara que llame la atención. No es la cara que se espera del marido de Erik Lehnsherr. La boca no está mal, pero mi mirada es demasiado vulnerable."

Un Marido Infiel - CherikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora