Un Marido Infiel - Cherik

Confianza

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Charles seguía mirando fijamente el teléfono cuando Erik llegó unos minutos más tarde. Él lo vio nada más entrar y se detuvo al instante.

—¿Qué ocurre? - le preguntó con impaciencia, dándose cuenta de que Charles sufría una especie de conmoción.

Charles se llevó la mano a la mejilla. La tenía helada.

— James acaba de llamar – le dijo -. Quiere que le devuelvas la llamada.

Sin dejar de mirar a Erik, se preguntó si se desmayaría o se echaría a llorar. El Alemán se sonrojó y dio un suspiro. Pocas veces había visto a Charles con tanta emoción en sus ojos.

Erik dejo caer el portafolio y suspiró con los dientes apretados. Luego se acercó a un paralizado Charles, lo apartó de su camino y se dirigió a su estudio. Entró y cerró la puerta. Charles se quedó mirándolo, haciéndose preguntas acerca de lo que acababa de ocurrir entre ellos, además del huracán que tenía lugar en su interior.

¿Erik reaccionaba así ante la simple mención del nombre de James? Charles contuvo un sollozo, negándose a dejarse llevar por lo que ocurría en su interior.

¡Al saber que James acababa de llamar, Erik había corrido al teléfono como un poseso!

Estaba con David en el salón cuando Erik entró buscándolo. Estaba pálido y aunque de sus rasgos había desaparecido todo rastro de emoción, podía ver huellas de la conmoción que sentía en sus ojos. Wanda corrió hacia él para abrazado, pero sólo recibió una caricia en el pelo. Pietro estaba viendo caricaturas en la televisión y David estaba cansado, así que se limitó a dirigir una mirada a su padre antes de volver a sumergirse en el cálido abrazo del castaño.

Erik miraba fijamente a Charles.

— Lo siento - dijo con voz grave - Le dije que no llamara aquí nunca.

—No importa.

— ¡Claro que importa! - exclamó Erik violentamente. Los niños se dieron la vuelta para mirarlos. Se pasó la mano por el pelo, tratando de tranquilizarse. - Pietro... Wanda. Quédense con David un momento mientras yo hablo con papi Charles.

Sin dar lugar a una respuesta, levantó a David y lo dejó sobre la alfombra, entre las piernas de Pietro. Luego dirigió a sus tres sorprendidos hijos una mirada tranquilizadora.

Se dio la vuelta y agarró a Charles de la mano. Al llegar a su estudio, lo soltó.

—Le dije que no debía llamar aquí -repitió- ¡Le dije que si era muy urgente, le dijera a la señora de la limpieza que me llamara en su lugar! ¡Pero que él no llamara nunca!

— Ya te he dicho que no importa.

— ¡Pero sí importa! -estalló Erik ferozmente- ¡Te ha hecho sufrir, y no quiero que eso ocurra!

—Entonces, lo que tenías que haber hecho... -
Charles se interrumpió porque no quería insultarlo y encogiéndose de hombros, se acercó a su mesa. -¿Cómo es que sigue trabajando para ti? -le preguntó entre dientes - Si decías que todo había terminado.

-No trabaja para mi -dijo Erik-. Trabaja para mi bufete de abogados. Hace meses que le pasé todos mis asuntos a uno de sus compañeros.

Charles no lo creía. Tenía grabada la expresión de su cara cuando le dijo que James acababa de llamar. Todavía recordaba cómo lo había apartado para correr a llamarlo.

— Entonces, ¿por qué te ha llamado?

Erik suspiró. Charles estaba seguro de que trataba de controlar las emociones que le había provocado la llamada de James.