EPILOGO

1 0 0
                                    

Epílogo

UN AÑO DESPUES
Harry abrió la puerta de la habitación del orfanato. Junto a su madre y a
Niall.
Louis estaba sentado en un banco azules de la habitación. Se veía algo ansioso y muy alegre. Louis los vio y les dedicó una sonrisa.
— Hola —dijo en un susurro.
— ¡Hola guapo! —le contestó Niall
— ¿Necesitas algo?
— Tengo todo lo que siempre he deseado —le contestó Louis con el rostro
radiante.
Harry le sonrió.
— Bueno, ¿dónde están mis nietos? —preguntó Afrodita.
— Aún no los han traído —contestó Louis.
Y, como si los hubiesen llamado, unas mujeres entraron en ese instante empujando una cuna con dos bebés. Los pusieron cerca de Louis y se retiraron en silencio.
Harry se apartó del lado de Louis lo justo para coger en brazos a su hijo con
mucho cuidado. La alegría lo inundó al acunar al diminuto bebé.
— Éste es Niklos James Alexander —dijo mientras lo depositaba en brazos
de Afrodita para coger a su hija—. Y ésta es Vanessa Anne Alexander —y la colocó sobre el otro brazo de su madre.
Los labios de Afrodita comenzaron a temblar cuando miró a su nieta.
— ¿Le has puesto mi nombre?
— Los dos quisimos hacerlo —le dijo Louis, él ya estaba de pie.
Las lágrimas brotaron de los ojos de la diosa mientras contemplaba a sus dos
nietos.
— ¡La de regalos que tengo para vosotros!
— ¡Mamá! —la interrumpió Harry con brusquedad—. Por favor, nada de
regalos. Tu amor será suficiente.
La diosa se limpió las lágrimas y soltó una carcajada.
— De acuerdo. Pero si cambiáis de opinión, decídmelo.
Louis observó a Harry mientras éste acariciaba la cabeza de Niklos. No lo habría creído posible pero, en ese momento, lo amaba aún más que antes. Cada día pasado junto a él había sido una bendición.
— ¡Ah, por cierto! —exclamó Niall mientras cogía a Vanessa de los brazos
de Afrodita—. Fui ayer a la librería y Príapo no estaba. Hace unos días que hubo
luna llena. ¿Alguien quiere apostar a que en estos momentos está practicando sexo salvaje y desenfrenado con alguien?
Todos se rieron.
Excepto Harry.
— ¿Te pasa algo? —le preguntó Louis.
— Supongo que me siento un poco culpable.
— ¡¿Culpable?! —exclamó Niall con incredulidad—. ¿Por Príapo?
Harry señaló con un gesto a Louis y a los niños.
— ¿Cómo podría guardarle rencor? Sin su maldición jamás os tendría a
ninguno de vosotros. Fue una pesadez pero debo admitir que mereció la pena.
Todas las miradas se clavaron, expectantes, en Afrodita.
— ¿Qué? —preguntó ella con fingida inocencia—. ¡No me digas que quieres
que lo libere! Ya te lo dije, lo haré cuando aprenda la lección…
Niall meneó la cabeza.
— Pobre Príapo —dijo dirigiéndose a Vanessa—. Pero fue un chico muy,
muy malo.
La puerta se abrió en ese instante y una mujer se asomó, indecisa.
— ¿Doctor Alexander? —se dirigió a Harry—, hay una pareja aquí fuera que
dicen ser familiares suyos. Ellos… mmm… —bajó la voz hasta hablar en un
murmullo— son moteros.
— ¡Eh, Harry! —lo llamó Eros desde detrás de la mujer—. Dile a Atila el
Huno que somos de fiar para que podamos entrar a babear sobre los bebés.
Harry soltó una carcajada.
— Está bien —le dijo a la mujer—. Es mi hermano.
Eros le hizo una mueca burlona a la mujer mientras entraba a la habitación junto
a Psique.
— Que alguien me recuerde que tengo que dispararle una flecha de la mala
suerte al salir —comentó mientras la mujer cerraba la puerta.
Harry lo miró con una ceja arqueada.
— ¿Tengo que confiscarte de nuevo el arco?
Eros le contestó con un gesto grosero y se acercó a Niall para tomar en
brazos a Vanessa.
— ¡Ooooh! Menuda rompecorazones que vas a ser. Apuesto a que vas a
tener a montones de niños corriendo detrás de ti.
Harry perdió el color del rostro y miró a su madre.
— Mamá, hay un regalo que me gustaría pedirte.
Afrodita lo observó, esperanzada.
— ¿Te importaría hablar con Hefesto para que hiciera un cinturón de castidad
apropiado para Vanessa?
— ¡Harry! —balbució Louis con una carcajada.
— No tendría que llevarlo durante mucho tiempo; sólo treinta o cuarenta años.
Louis puso los ojos en blanco.
— Menos mal que me tienes a mí —le dijo al bebé que Eros sostenía—,
porque tu papi Harry no es nada divertido.
Harry alzó una ceja con un gesto arrogante.
— ¿Que no soy divertido? —repitió—. Divertido… eso no es lo que dijiste el
día que …
— ¡Harry! —exclamó Louis con el rostro arrebolado. Pero ya hacía tiempo
que sabía que era incorregible.
Y lo amaba tal y como era.

FIN

el dios de lo placentero /LSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora