𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 41.- 𝑨𝒎𝒆𝒏𝒂𝒛𝒂.

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Narrador omnisciente

Hunter se levantó, tenía mucha sed. Su cuerpo estaba dándole calor al pequeño cuerpo de Blair y eso se sintió bien, pensó que podría quedarse el resto de su vida así y aún así nunca se cansaría, ver de cerca cada lunar, cada rasgo del rostro de Blair era magnifico. En su cabello casi no quedaba rastro de ese tinte rojizo que llevaba cuando se conocieron. Todavía tenía su nariz roja por haber llorado tanto y su maquillaje estaba corrido.

El chico se levantó lentamente, tomó una camiseta de su cajonera y la humedeció levemente en el lavabo del baño.

Regresó a la cama y  con mucho cuidado comenzó a limpiar el rostro de la chica, la delicadeza con la que lo realizaba, demostraba lo enamorado que estaba, nunca había sentido algo así, era la primera vez que experimentaba esto, era como si sintiera que la chica estaba en todos lados, su olor se le impregnaba en la piel, sus oídos solo escuchaban su voz, sus ojos solo veían su sonrisa y su mente solo pensaba en ella. Estaba enamorado. El remordimiento vino cuando recordó que ella no lo veía de la misma manera, ella tenía a Tom, y podía ser un patán, pero Blair lo amaba, y si eso la hacía feliz, Hunter lo respetaría y aceptaría, aun cuando fuera infeliz, aún cuando el sol ya no brillara igual, aún cuando ella no lo abrazara, ni mucho menos lo besara.

Se quedó un rato ahí, observando la tranquilidad en la chica, sus pestañas, su nariz... sus labios; hasta que un ruido lo desconcertó fuertes golpes yacían sobre la puerta. Lo primero que pensó fue en su papá, pero casi imposible, él todavía debía andar por alguna parte en el crucero junto a su nueva enfermera favorita (por no decir que su aventura temporal).

Se levantó de prisa, regresó su mirada a Blair: seguía durmiendo de una forma angelical.

Salió de su habitación y se dirigió a la puerta principal, con pasos largos pero arrastrados, estaba cansado y lo único que deseaba era volver a dormir junto a Blair.

Abrió la puerta y antes de poder siquiera articular una palabra, él ya estaba encima suyo.

(...)

Blair abrió los ojos al escuchar como un jarrón se rompía, palideció al notar que Hunter no estaba a su lado.

Sin ponerse los zapatos, sin tener cuidado corrió fuera de la habitación con el corazón sobre sus manos, pues tenía el presentimiento que algo muy malo sucedía con Hunter.

Las piernas de Blair se doblaron al llegar a la sala, el piso blanco cubierto por sangre, sangre que seguramente provenía de Hunter. Encontró el jarrón que se rompió, parecía que había sido arrojado.

Caminó en busca de Hunter, temblaba con los ojos llenos de lagrimas, estaba al borde del colapso.

Y de pronto lo vio.

Tendido en el suelo, con los delgados brazos a los costados de su cuerpo, la sangre brotaba de su boca, su cara cubierta de sangre había sido deformada por una fuerza bruta. Sus piernas temblaban, intentando ponerse de pie.

Su cabeza giraba levemente, intentando no ahogarse con su sangre, balbuceaba y jadeaba. Intentaba ponerse de pie, pero las fuerzas solo le permitían mover ligeramente los antebrazos.

La puerta aun estaba abierta, pero no veía a nadie más.

Blair estaba desconcertada, pero su rostro se transformó al ver quien debía ser el agresor de Hunter: Tom, su querido novio Tom.

Salió de la cocina, luciendo una camiseta blanca llena de sangre, son los puños al rojo vivo y un golpe en el rostro, al parecer Hunter intentó defenderse.

Tom sostenía un cigarrillo entre los labios y al notar la presencia de la chica su semblante cambió, estaba enojado, muy enojado.

Blair corrió y se puso entre Tom y Hunter.

-  ¡No, Tom!, ¡No dejaré que sigas haciéndole daño!- Blair gritó con el corazón destrozado.

Hunter tocó el tobillo de Blair, no quería que estuviera ahí, no quería que lo defendiera, ni mucho menos se expusiera a que la lastimaran, quería que huyera, que dejara que Tom se desquitara con él, quería que dejara a Tom, que, después de esto, fuera ella quien limpiara sus heridas.

Tom se acercó a Blair, la tomó del cabello y empujó de ella, la estrelló contra un retrato que yacía sobre la lisa pared blanca. El cristal del retrato estalló, algunos trozos de vidrio se encajaron sobre su pálida piel. 

- ¡¿Cómo te atreves a hablarme así?!, ¡Aún cuando usas su ropa!

Tom seguía siendo mucho más grande que Blair, la puso de rodillas, los cristales se encajaban sobre sus rodillas. Tom se acuclilló y la miró desdén

- Te diré que eres, Blair, ¡Eres una maldita perra que no merece nada bueno en su vida!- Gritó tan cerca de su cara que Blair pudo percibir el alcohol en su aliento.

Tom se levantó.

- ¡Quédate ahí! , aún no termino contigo.

Tom caminó y se acercó a Hunter, lo tomó y lo arrastró hasta estar cerca de la chica, quien temblaba un lloraba en silencio.

Tom sacó unas tijeras y riendo se acercó a Hunter.

- Yo sé como es la gente como tu, se cree interesante por su cabellera, por sus delineados, por su música- Tom se agachó y tomó un gran mechón de la cabellera de Hunter-. Bueno, déjame decirte que todos son una bola de maricas- cortó el largo mechón castaño.

Siguió cortando el cabello, haciendo que la larga cabellera de Hunter que se extendía hasta caer por sus hombros, ahora fueran mechones que con trabajo colgaban por encima de sus orejas, con cortes desalineados y bruscos, el cabello tendría que cortarse casi por completo, pero eso no le importaba en ese momento, seguía pensando en Blair quien lloraba en silencio con los ojos cerrados, balbuceando algo, casi como si estuviera rezando.

Tom finalmente se alejó de Hunter, encendió un cigarrillo y comenzó a caminar por la casa.

Hunter levantó ligeramente su cabeza, con el ojo que no se encontraba hinchado miró a Blair, seguía a Tom con la mirada por todos lados, en este caso a Hunter le recordó a los programas sobre animales que solía ver cuando era pequeño, Blair tenía esa mirada que ponía la presa cuando sabía que el depredador ya estaba apunto de comerla, solo esperaba el momento, ya no había escapatoria.

Tom dijo algo que ni Hunter ni Blair lograron descifrar. 

- ¡Blair!, ¡Carajo!, ¡Te hice una pregunta!

Blair tembló en su lugar y lo miró a los ojos.

- L~Lo siento, no escuché.

- ¿Vienes conmigo o te quedas?

¿Puedo llamarte esta noche? || Hunter Sylvester || Metal LordsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora