"... Me siento tan solo,
que a veces no sé
ni quien soy..."
Mi rutina de cada noche siguió a diario.
De madrugada íbamos hasta la iglesia a destruir cosas, ensuciar, tirar basura, inclusive a veces rompíamos cosas que yo había arreglado y que tendría que reparar el día siguiente. Pero no me importaba. Solo queríamos reírnos y divertirnos.
Al llegar cada mañana a cumplir con mi trabajo me encontraba a Beomgyu barriendo y recogiendo nuestros destrozos.
Una de esas mañanas él me cuestionó:
—Tú conoces toda la gente de este pueblo, ¿sabes quienes hacen esto verdad?—
Yo suspiré mirando al suelo y le contesté:
—Claro que lo sé—
Me quedé esperando que me juzgara o me dijera algo hiriente, pero no lo hizo.
Solo me volvió a preguntar: —¿Por qué lo hacen?, ¿Qué pretenden?—
—Que te vayas... no te quieren aquí— dije sin pensarlo mucho.
—¿Por qué?— insistió.
Y yo ya no supe qué contestar.
Me encogí de hombros como fingiendo no saberlo, pero dentro de mí me pregunté: "¿por qué no le queremos aquí?".
No fui capaz de encontrar una respuesta para ello.
Una de aquellas mañanas al llegar, entré a su despacho para que sellara mi informe de los 15 días. Cuando ingresé en aquel despacho trague una bocanada de aire, ese lugar parecía sacado de la época medieval, las estanterías, los muebles todo era como mínimo arcaico. Casi no podía respirar por el olor a viejo que se te metía por todas partes.
Me acerqué a su mesa despacio y dije horrorizado: —cómo puedes estar aquí, estoy seguro de que si mueves esos libros, detrás habrá una momia o un pasadizo secreto—
—¿Es deprimente no?— preguntó.
—Eso se queda corto para definirlo— dije riendo.
Me miró sentado sobre su escritorio con expresión divertida y dijo:
—Pues hoy te lo pasaras bien, iremos a la tienda gigante de mobiliario que está en la ciudad y compraremos todos los muebles nuevos, de esta oficina, de la cocina y la habitación, porque en mi cama debe haber dormido casi bien el primer papa—
—¿Compraremos?— Pregunté sorprendido.
—Si, tú eliges, yo pago— soltó dándome un toque en el hombro para salir de allí hacia el coche.
Me sentí un poco extraño, nunca nadie siquiera había pedido mi opinión para algo y él me dejaba así de golpe escoger todo. No quise darle mucha importancia, pero aquello me hizo sentir una extraña sensación en el pecho.
Supongo que a él le enseñan a hacer sentir bien a la gente, para eso los preparan ¿no?.
Me convencí.
Teníamos una hora y media de carretera por delante. Para asegurarme que no aprovechase para darme la charlita sobre mi vida, decidí que lo inteligente era fingir que querría saber más de la suya.
Me di prisa por empezar a preguntar.
—¿Qué edad tienes?—
—¿Me harás una entrevista ahora?—
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𝐄𝐥 𝐩𝐞𝐜𝐚𝐝𝐨 - 𝐘𝐞𝐨𝐧𝐆𝐲𝐮
Fanfiction~Las tentaciones como tú, merecen pecadores como yo...~ Temas malsonantes de religión, sin ánimo de ofender a nadie. Créditos a: @woosanieforever