𝐂𝐚𝐫𝐢𝐧̃𝐨

1.5K 185 45
                                    

Es difícil desprenderse de todos los viejos malos hábitos.

Más aún cuando te encuentras con el alma hecha añicos, y la mente perdida en ideas absurdas. Sin nadie que te dé una mano y te diga, tranquilo todo irá bien.

Yo no era tan fuerte.

Me dejaba llevar por la multitud, pensando quizá en aquel dicho: "mal de muchos, consuelo de tontos", porque sentía que encajaba allí, con ellos. Todos, sin excepción, estaban jodidos igual o más que yo. De todo nuestro grupo ninguno tenía familia ni un futuro que valiese la pena construir. Así fue como dos días más tarde volvía a casa, y me encontraba otra noche más, junto a mis supuestos amigos, bebiendo sentados al costado de la carretera.

Después de todo lo que había pasado nada podía ir a peor... o eso creía yo.

Aquella noche a pesar de estar con ellos, pasé de las drogas y prácticamente no bebí más que un par de cervezas.

Junwoo y Soobin eran los que estaban más pasados, mientras que Taehyun estaba casi como yo.

—¿Qué hacemos hoy?— llegó a mis oídos la típica pregunta.

—Vamos a visitar al cura, que le tengo muchas ganas— dijo Junwoo, y solo de escucharlo me estremecí.

Ya no quería seguir con esto.

Propuse ir al colegio a romper cosas en lugar de la iglesia, pero nadie me quiso obedecer. Estaban demasiado pasados de alcohol y drogas para escuchar. Yo caminaba detrás de todos despacio, realmente quería desaparecer de la faz de la tierra.

Me negaba a seguir haciendo daño. Habíamos hecho ya suficiente.

Al llegar, fueron corriendo a tirar al suelo los cubos de basura y arrancar unos pósteres de la gala benéfica que había a los costados de la entrada principal. Yo permanecí abajo de las escaleras, alejado lo más posible, mirando todo sintiéndome impotente, con las manos en los bolsillos.

Al menos no participaría esta vez en aquello.

Mi respiración se atoró de repente cuando la puerta principal se abrió.

Vi a Beomgyu salir, apenas con un pantalón de deporte y una camiseta, directo hacia Junwoo.

"No, no, Beomgyu, no salgas..." grité para mis adentros mientras intentaba correr desesperado escaleras arriba.

Todo pasó demasiado rápido, quizá en milésimas de segundo.

Cuando enfoque la vista, Junwoo lo tenía atrapado contra la pared...

Sostenía una navaja apretando su cuello y con la otra mano dentro de los pantalones, le apretaba el trasero.

Se lo veía tan indefenso, tan pequeñito...

Muchas veces en mi vida había perdido la cabeza, pero jamás como aquel día.

Ver las sucias manos de Junwoo toqueteando el precioso cuerpo de la persona que yo amaba, fue suficiente para que todo rastro de mi cordura se esfumara.

Podría matarle allí mismo y no me daría ni cuenta.

Junwoo era grande y con experiencia en peleas, pero yo lo era aún más.

Lo pillé desprevenido y de un solo puñetazo en el lateral de la mandíbula, le saqué de encima de "mi" Beomgyu.

Yo solo alcancé a gritarle: —¡vete dentro!— Antes de que Junwoo se pusiera en pie y volviera a la carga.

Era tanta la furia que sentía que no paré de darle golpes, ni siquiera, cuando sentí el frío del acero de la navaja hundirse en mi piel una y otra vez.

—¡Vuelve a tocarlo y te mato...!— fue lo último que le dije antes de darle el golpe que lo dejó desmayado en el suelo.

Yo no era consciente del estado en el que me encontraba.

Con la desesperación guiándome los pasos, fui corriendo hacia el interior, donde escuché a Kai llamar a la policía.

Detrás del altar principal encontré a Beomgyu. Sentado en el suelo con las piernas dobladas en el pecho, temblando, con los ojos llenos de lágrimas.

Tenía un ataque de pánico.

Me dejé caer al suelo frente a él de rodillas, pero sin tocarle.

—¿Te ha hecho daño?— le pregunté con la voz quebrada.

Negó con la cabeza y levantó su mirada hacia mí hipando por el llanto. Había algo diferente en sus ojos, no eran los mismos del otro día. Esta era una mirada suplicante.

Entonces, lo entendí...

Le atraje hacia mí y le apreté fuerte contra mi pecho, mientras hundía mi nariz en su pelo. El no correspondió el abrazo, al contrario, se acurrucó más aún en mi pecho buscando protección.

—Tranquilo cariño, estoy aquí, estoy aquí...— le dije suavemente, mientras le acunaba acariciándole el cabello.

—No debiste hacerlo— susurró.

—Haría lo que fuera por ti...— aseguré aflojando el agarre para mirarle los ojos y secarle las lágrimas.

—¡¡Yeonjun!!, ¡¡Dios!! ¡¡estás sangrando!!— gritó nervioso.

Miré hacia abajo.

Pude ver mi brazo y toda la camiseta blanca que llevaba ensangrentada. En el suelo también podía verse un gran charco debajo mío.

—Podría haberte matado... Yeonjun... ¿por qué lo hiciste?— repitió llorando y acunando mi cara con sus manitos.

—Estoy bien cariño... tranquilo— afirmé con un tono ya un poco débil.

Notaba un frío recorrerme la espalda y miles de pinchazos en el lateral de mi vientre y el brazo.

La vista se me nublaba sin poder evitarlo.

Me apoyé en la pared respirando con dificultad, cuando uno de los tantos policías conocidos del pueblo, llegó a darme un empujón para detenerme, como cientos de veces había hecho.

Beomgyu gritó enfurecido: —¡él no!... ¡está herido...! ¡tiene que venir una ambulancia...! ¡él me defendió!—

—¡Yeonjun, prométeme que te pondrás bien, por favor!— me pedía entre sollozos...

Cuando llegó la ambulancia y me recostaron en la camilla para ir al hospital, le dije a Kai que lo llevara adentro, le hiciera un té y lo vigilara hasta que se tranquilizara.

—Cuídale mucho Kai, no le dejes solo— dije con una sonrisa.

Miré a Beomgyu que estaba detrás de él, de pie bajo la puerta trasera de la ambulancia, mientras otro médico le revisaba para asegurarse que no estaba herido.

No tenía idea de lo que me depararía aquella noche, ni si había llegado mi momento, así que no quise irme de allí sin despedirme.

—Perdóname— susurré.

Sabía que él me estaba leyendo los labios...

"... Si realmente quieres a alguien,

lo único que quieres

para esa persona es su felicidad,

incluso, si tú no se la puedes dar..."

𝐄𝐥 𝐩𝐞𝐜𝐚𝐝𝐨 - 𝐘𝐞𝐨𝐧𝐆𝐲𝐮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora