𝐏𝐞𝐪𝐮𝐞𝐧̃𝐨

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"... Porque para quererte

no necesito tenerte,

te quiero libre; conmigo o sin mí.

Te ofrezco mis brazos para estar juntos,

o te doy mis alas para dejarte volar:

Tú decides..."

—Yeonjun— su voz dulce resonó por toda la sala.

Apenas estiré mi mano, con la punta de mis dedos agarre su manita y de un suave tirón le atraje hacia dentro de casa.

Al entrar quedó de pie en medio de la sala y yo apoyé mi espalda en la puerta, como una reacción inconsciente para evitar que él escapara.

Nuestros ojos se encontraron... yo suspiré y pregunte con la voz rota: —¿t-te vas?—

—Yeonjun, han pasado demasiadas cosas, ya no hay nada que me retenga aquí— afirmó con tono lastimero.

—Te amo Beomgyu, no me dejes...— susurré.

—Yeonjun, yo...— le interrumpí avanzando hacia él.

—Puedes decir lo que quieras— dije tomando suavemente su mano llevándola a mi pecho, mientras mi otra mano se posaba justo encima de su corazón.

—Pero él no miente, aunque tú lo niegues puedes sentirlo como yo, en los acelerados latidos de nuestros corazones— le confesé con voz baja y grave, mientras respiraba hondo disfrutando del calor que invadía el tacto de ambas manos en nuestros respectivos pechos.

Tragó duro, pero no fue capaz de quitar su mano de mi pecho.

Sabía que me estaba jugando mi última carta, que esta noche se acababan absolutamente todas mis posibilidades.

A partir de hoy, respetaría su decisión aunque me destrozara.

Pero antes de resignarme, al menos tenía que intentarlo.

Todo lo despacito que pude, con una dulzura que no había utilizado nunca en mi vida, acerqué mi mano y acaricie su mejilla.

Él instintivamente inclinó la cabeza para acentuar el toque.

Yo intentaba parecer seguro y no temblar.

Pero me moría de miedo.

Le miré sin dejar de mover las yemas de mis dedos en su piel dorada.

Siempre sus palabras eran no, pero su cuerpo reaccionaba quizá sin que él lo controlara, en su contra.

Allí, mirándole fijamente, fui consciente de todo lo que estaba pasando.

En sus ojos había otra vez aquella mirada suplicante pidiéndome que hiciera lo que él quería pero no podía pedir.

Fui acortando la distancia entre nosotros, sin acercar demasiado mi cuerpo para no asustarlo.

Si él no quería, solo tenía que hacerse hacia atrás y escaparía de mí.

Pero no lo hizo.

A medida que me acercaba, escuchaba sus latidos acelerarse.

Sus ojos se cerraron despacio cuando apenas rocé mis labios con los de él.

Me prepare para el rechazo que nunca llegó, así que me aventure un poco más, llevando mi mano a su cintura para atraerlo hacia mí.

Este era por lejos, el beso más tierno que había tenido en toda mi vida, apenas me arriesgue a tocar su labio inferior con mi lengua.

Los minutos que estuve besándole fue mi más dulce manera de decirle cuánto le amaba.

𝐄𝐥 𝐩𝐞𝐜𝐚𝐝𝐨 - 𝐘𝐞𝐨𝐧𝐆𝐲𝐮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora