𝐁𝐮𝐳𝐨́𝐧

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"...Es doloroso despedirte

de alguien que

no quieres dejar ir,

pero es más doloroso

pedirle que se quede

Cuando lo que quiere es irse..."


El primer día después de un abandono te encuentras en una especie de transición, donde el corazón se niega a aceptar la realidad que la mente le repite que sucedió. El cuerpo parece negarse a moverse y solo te pide quedarse hecho un ovillo llorando en alguna esquina. Estás descolocado, desorientado.

Como si de repente despertaras y te encontraras en otro país.

Se había ido, y yo seguía aferrando fuertemente el hilo aun sabiendo que el globo ya se había soltado.

Ahí estaba yo, deshecho sin poder hacer nada.

Sentado en la hierba de la tumba de mi madre.

Hace años no venía a verla porque sentía que la avergonzaba, que no había cumplido nada de los sueños que le prometí algún día realizaría.

Pero ahora por primera vez, sentía que al menos para algo servía en esta vida, aunque solo fuera para amar con todo mi corazón. Esperando quizá un mensaje divino que me dijera que tenía que hacer ahora, miraba mi teléfono deseando que sonara o al menos me llegara un mensaje. Repasaba con mis dedos una y otra vez la única foto que tenía de Beomgyu.

Horas pasé allí sentado, contándole al fantasma de mi madre toda la historia desde cuando le conocí.

¿Qué se hace con todo este amor ahora?

¿Cómo borrar los recuerdos, si cuando cierras los ojos hasta puedes sentir el tacto de su piel?.

...Se fue...

Y yo me quedé aquí abandonado como un simple mueble viejo.

No hubo carta, ni mensaje, ni siquiera un beso de despedida.

Sabía que lo que había pasado anoche había descontrolado su vida entera, pero esperaba que se quedara a mi lado, para ayudarle a entender que no pasa nada por querer a alguien.

Aunque ese alguien era tan complicado y defectuoso como yo.

Y ahí aparecía la pregunta que más daño me hacía, y más me mortificaba.

Él... ¿me quería?...

En ningún momento dijo que sintiese algo por mí, más bien al contrario.

Dijo claramente que ya nada le ataba aquí...

Pero yo me niego a aceptar eso, los ojos no mienten, de eso estoy seguro, sé lo que vi en su mirada.

Sus pupilas dilatadas, su piel, su cuerpo entero le delató.

Sentí como se estremecía ante mis caricias, como temblaba con cada toque.

No podía ser todo una mentira.

Tal vez si me quería, pero estaba claro que no lo suficiente.

En un momento de claridad tuve una mínima esperanza.

Solo había una manera de hacerlo regresar.

Sabía que él mantendría contacto con el Padre Seonghwa y Kai, a quien Soobin mantendrá al día con las noticias. Si yo me convertía en un ejemplo como los demás chicos, tal vez él volvería para decirme que estaba orgulloso de mí. Con esa idea en la cabeza, me presenté el lunes en la iglesia del pueblo vecino.

𝐄𝐥 𝐩𝐞𝐜𝐚𝐝𝐨 - 𝐘𝐞𝐨𝐧𝐆𝐲𝐮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora