𝐌𝐞𝐧𝐭𝐢𝐫𝐚

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"... No hay mayor cobardía

que despertar amor

en alguien a quien

No vas a amar..."


Cuatro días más tarde yo ya estaba más fresco que una flor en plena primavera.

Estábamos sentados en el jardín, debajo de la sombra de un roble, conversando y riendo de tonterías mientras mirábamos los dibujos que habían hecho los niños del comedor. Beomgyu les había pedido que hicieran días atrás algo bonito para decorar la entrada.

Un aura de paz y tranquilidad nos rodeaba.

El dibujaba las letras de la palabra "bienvenidos" en diferentes cartulinas de colores llenas de purpurina, y yo las recortaba.

Minutos antes, yo había colgado aquel marco de cristal que había comprado cuando fuimos por los muebles a la ciudad.

Con una enorme ilusión y cuidado, coloco las letras junto con los dibujos, más algunas flores que también habíamos hecho.

Se lo veía feliz y yo me preguntaba cómo alguien podía sentirse satisfecho con algo tan sencillo.

Cuando terminamos y nos alejamos un poco para admirar cómo había quedado nuestra obra de arte, pude ver un chico de casi mi edad que venía corriendo directamente hacia nosotros.

Al llegar a donde estábamos, se abalanzó sobre el cura en un enorme abrazo que él correspondió contento. Le agarró la cara con las manos y sonrió como nunca yo le había visto hacerlo.

—¡Dios mío!, ¡que grande estas!, ¡que bien se te ve!— chilló entusiasmado observándole de arriba abajo.

De repente, parecía que nadie se percataba de mi presencia ahí.

Sentí que algo se me desgarraba en el pecho.

"¿Y éste de donde mierda salió?" me pregunté con rabia para mis adentros.

—Te estuve buscando por todos lados sin encontrarte, casi me desmayo cuando me llamaste, tenía tantas ganas de verte!— gritó emocionado el desconocido.

"¿Qué mierda?, ¿él le llamó?" volví a cuestionarme con un horrible pinchazo en mi interior.

—Lo importante es que ya estás aquí y estoy feliz— soltó alegre, mientras yo me retorcía por dentro como una lombriz en mi lugar.

De pronto pareció que recordó que yo seguía allí.

Se giró hacia a mí, con el chico abrazado por los hombros y me dijo:

—Yeonjun, él es HueningKai..., también cumplió condena como tú en la iglesia donde yo estaba antes— Afirmó.

Yo miré la mano que él me extendía a modo de saludo y le correspondí tembloroso.

—Él cuido de mí como mi familia, me ayudó cuando yo más lo necesitaba, es un hombre excelente— me explicó el tal Kai mirándome alegre.

—Jimin, el chico que estuvo antes que yo ¿lo recuerdas? También te manda cariños, me pidió que te cuente que está trabajando y que ya dejó la bebida y las drogas, le enderezaste— le dijo riendo a Kai.

—Eres el salvador de los chicos perdidos— soltó dándole un golpecito en el hombro.

—Siempre echo de menos vuestros chistes y vuestras risas— afirmó el cura feliz.

𝐄𝐥 𝐩𝐞𝐜𝐚𝐝𝐨 - 𝐘𝐞𝐨𝐧𝐆𝐲𝐮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora