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–¿Te gustó el día de hoy?¿Te divertiste?-indagó la mayor cubriendo a la festejada con la manta hasta el cuello, pues la noche se había vuelto cada vez más fría con el paso de las horas. Jennie sonrió haciendo que sus ojitos desaparecieran llenando el corazón de su hermana de tranquilidad, las pequeñas lograron llenar un poquito de ese vacío que dejó la partida de sus padres, habían vuelto a ser infantes felices esa tarde.

–Sí, Lisa es muy buena con nosotras y los abuelos también-la respuesta no se hizo esperar por demasiado tiempo, la cumpleañera bostezó mientras se refregaba los ojos, «Así es» le proporcionó un par de caricias en el cabello provocando que su respiración se volviera pacífica al instante. Y con un beso de buenas noches salió de la habitación, no sin antes murmurarle un «Descansa cariño».

–¿Ya se durmieron las niñas?-la voz de Lalisa saliendo de uno de los pasillos la asustó a tal punto que tuvo que sujetarse a la pared para no caerse–Perdón por eso-asintió aún intentando componerse del espaviento, su corazón no estaba preparado para un sobresalto más en el día.

–Estaban muy cansadas, jugaron mucho en la tarde y cayeron rendidas en cuanto tocaron las sábanas-Lancaster atinó a responder tratando de huir de su acompañante, su mente no la había dejado en paz ni un segundo de la jornada y lo que menos necesitaba era estar a solas con la causa de su desequilibrio emocional.

–¿Me acompañas? Quiero mostraste algo-sin esperar confirmación, O'Prian entrelazó su mano a la de su contraria guiándola hasta la biblioteca del tercer piso y el corazón de Roseanne latió feroz en su pecho desde el instante en que sus pieles se tocaron hasta que se separaron cuando Lisa abrió la enorme ventana que les daba vista al cielo nocturno. La más joven tragó el nudo en su garganta y como pudo le preguntó que era eso que le quería enseñar–El cometa Cogiar, observa aquí-contestó invitándola a sentarse a su lado frente al telescopio que apuntaba justo al lugar correcto, con mucho cuidado Rosé se acercó e hizo lo que le indicaba maravillándose con la hermosa bola de fuego que se reflejó en sus retinas. «Es... precioso» no existían palabras que pudieran describir tal magnificencia en un cuerpo celeste y se sintió tonta al solo poder pronunciar esos dos vocablos–Sí, ocurre una vez cada cien años y solo unos pocos tenemos la oportunidad de verlo, la última vez que surcó nuestro firmamento fue en el siglo XVII-los datos que le proporcionó Lisa solo lograron incrementar la fascinación en la más joven que seguía sin comprender la existencia de algo tan maravilloso más allá de la literatura. Cuando pudo salir de su estupor hizo la interrogante que rondaba su mente desde el instante en que lo vió «¿De qué está hecho?» porque algo tan sobrenatural no puede estar conformado de materiales comunes–De hielo, todos los cometas están hechos de hielo Rosie-le respondió con una sonrisa suave y la castaña comprendió que para ser asombroso realmente no hacen falta grandes cosas, la mayoría de las veces los objetos y personas más sublimes están hechos de detalles simple.

El tiempo se relentizó cuando conectaron sus miradas por segunda vez en el día, algo las llamaba como un imán a la otra permitiéndose arrastrar por las fuerzas magnéticas más poderosas, hasta que el espacio entre ambas fue nulo, y todo ocurrió en cuestión de segundos. Lalisa se separó de sus labios tan solo unos centímetros buscando en los ojos contrarios aunque sea un atisbo de inseguridad, y en los orbes de Rosé se podían ver muchas cosas. Miedo, desesperación por encararse a algo completamente nuevo para ella, alivio por al fin enfrentarse a lo que está sintiendo, incluso nervios por la nueva sensación que experimentaba, sin embrago no brillaba ni un poco de arrepentimiento. La primogénita de los Lancaster se guió por sus instintos más primarios y la besó de regreso sin pensarlo dos veces, empezaba a adorar el vals acompasado de sus bocas al encontrarse y el revuelo en todo su cuerpo con un gesto tan sutil.

–¡Lisa yo... esto... el beso... !-balbuceó casi a gritos poniéndose de pie y recorriendo el espacio repetidas veces, su cabeza le daba vueltas y cientos de pensamientos incoherentes la golpearon de una poniéndole los pies en la tierra a su entender–¡Perdón no debí hacerlo!-ella sabía que no debía hacerlo, sus principios y los de la sociedad se imponían a cualquier deseo que estuviera sintiendo y por más que lo intentara no podía sentir arrepentimiento de ese acto tan espontáneo y desesperado, y por eso también pedía disculpas–No se supone que una señorita tenga este comportamiento y menos contigo que me has ayudado tanto-el autorreproche iba más allá de lo esperado, incluso lo que sus padres creerían de sus acciones la atormentó. La mayor sin premeditación alguna se atravesó en su camino y la calló con sus labios, a lo que la castaña no logró resistirse y se derritió entre sus brazos como el hielo en verano.

–Tranquila-musitó acariciándole el rostro con una delicadeza que desapareció todos sus temores, disipando además cada pensamiento que involucrara a alguien más que las dos personas en esa habitación–¿Te arrepientes de lo que sucedió? Sí es así te prometo que olvidaremos lo que aquí pasó-negó con las lágrimas escapándose por la comisura de sus ojos. Le estaba doliendo el corazón, ¿cómo se puede elegir entre lo aprendido toda una vida y la emoción desconocida de algunos meses? Sobre todo si esa emoción es tan penalizada por sus semejantes–Entonces no hay nada de malo en lo que estamos sintiendo, no puede ser malo si te hace feliz sin hacerle daño a alguien-le explicó con paciencia comprendiendo lo que esta experimentaba en un momento como ese, de autodescubrimiento.

–¿Y por qué condenan a tantas personas por lo mismo si no está mal?-indagó la muchacha con la voz en un hilo, era muy bien sabido la cantidad de ejecuciones por comportamiento inmoral y no tenía ganas de que ambas terminaran muertas por un impulso momentáneo.

–Porque es algo demasiado increíble para mentes tan cerradas-su respuesta le sacó una leve sonrisa a Rosé, quizás es cierto y las mentes solo no están preparadas para un evento más allá de la lógica común–esa es una conversación para la que aún no están preparados, sin embrago algún día pasará-le respondió encogiéndose de hombros mientras le acomodaba un par de mechones rebeldes que se escaparon de su perfecto moño adornado con una corona de flores silvestres–y no podrán callar las voces de todas las personas que se sienten igual-aseguró como premoniciendo el futuro, y la menor creyó que tal vez hubiera sido mejor nacer en ese tiempo futuro que suena tan perfecto, aún más después de conocer a quien revolucionaria toda su vida.

–Te beso y me gusta hacerlo-delineando los labios de la rubia ocasionándole un pequeño escalofrío que se extendió además hasta su propio cuerpo–Provocas cosas en mí que nunca antes sentí y no me puedo resistir, es como una ola que me arrastra hacia ti sin poder evitarlo-intentó describir sin lograr hacerlo con la intensidad real que le exigía–y eres una mujer igual que yo-agregó el detalle más importante a su entendimiento y que la mortifica tanto o más que el hecho de estar viviendo en casa de los abuelos de su acompañante–¿En qué me convierte eso?

–En un ser humano que ama a otro-alegó sin titubear llenando de valor a su acompañante y cubriendo, casi por completo, todas sus inhibiciones–¿Sabes? Yo me sentí igual de perdida al principio y no tenía a alguien que se sentara conmigo a decirme que estaba bien-empezó a relatar obteniendo toda la atención de la castaña que dejó de jugar con sus dedos–Me aterraba la sola idea de que mis abuelos se dieran cuenta y los perdiera también-Rosé abrió sus ojos con sorpresa, no podía imaginar que esa mujer que tiene en frente tan segura de sí misma y de lo que quiere, alguna vez hubiera estado en sus zapatos sintiendo temor por ser quien es–mas ellos fueron los que se acercaron a mí y me hablaron de eso como si no supieran por lo que estaba pasando para calmarme-a la castaña le pareció muy propio de los señores O'Prian ese acto, aunque también le extrañaba que dos personas de esa edad tomarán con demasiada calma un evento como ese–Ahora te voy a decir una frase que dijo mi abuela que no podré olvidar nunca: "… No importa quién sea la persona que ames y que te ame, el simple hecho de poder amar los hace seres superiores. El poder sentir algo tan poderoso sin importar quién es, de donde viene o los bienes que tenga, solo es prueba de que eres bueno y que tienes a Dios en tu corazón. Él jamás juzgaría a los que profesan su palabra de manera tan pura como los amantes."-esa declaración despertó tantas emociones inexplicables en la castaña como lo hizo en una Lisa adolescente hace seis años atrás, y tal vez en un futuro cercano logre entenderlo cómo esta lo hizo.

–Estoy rebasada con todo esto, tengo una maraña de pensamientos y emociones aquí dentro-señaló su pecho con una expresión extenuada, casi veinticuatro horas de intensidad es suficiente para agotar hasta al más fuerte.

–Es normal que sientas eso-concordó O'Prian reviviendo su propia experiencia. No es fácil aceptar que tienes una orientación deferente a la común, mucho menos en una época donde las mujeres tienes pocos o ningún derecho de expresión–¿Qué te parece si vamos despacio, a tu compás?-le propuso entrelazando sus dedos y plantando un beso en el dorso de la mano de Roseanne.

–Realmente te lo agradecería.


Holis🙋
Aquí les traje un nuevo capítulo, espero que les guste y me perdonen por estar tan desaparecida. Además me gustaría invitarlos a leer una historia que terminé recientemente, se llama Lo aprendí de ti, por favor me gustaría escuchar su opinión acerca de ella. Los amo🥰😘.

Bye bye 🙋.

Maybe in another life (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora