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Algunos de los guardias se desmontaron sus caballos y se acercaron a paso lento ubicándose dos de ellos a cada lado de la puerta y un tercero justo en frente agarrando el cerrojo con fuerza. Rosé tembló entre los brazos de su esposa con los latidos golpeándole en los oídos viendo girar la manilla y escuchando el pestillo ser retirado cortándole la respiración; un az de luz se coló por la rendija que poco a poco se abría provocando que el pecho de ambas mujeres se hundiera bajo el pánico de la situación hasta que...

–Perdonen señoras O'Prian-Leonardo, el cochero, apareció frente a ambas drenando el pánico del que habían sido presas por escasos segundos manteniendo la puerta abierta para que sus empleadoras observaran el motivo de la interrupción–algunas ovejas se atravezaron en el camino impidiéndonos el paso, en unos minutos las retiro y podremos continuar-señaló al tupido rebaño que ocupaba la totalidad del estrecho camino de tierra; las recién casadas asintieron dejando escapar un suspiro y el enorme peso sobre sus hombros, al menos por el momento estarían bien.

–¿Hay algún problema caballeros?-inquirió Jorge bajando del vehículo con su esposa y las niñas obedeciendo las órdenes de los tres representantes de la casa real. «¿Se encuentra alguna otra persona con ustedes? Tenemos entendido que la señorita Roseanne Lancaster y sus hermanas Jisoo y Jennie, aquí presentes... » el capitán del escuadrón de caballería levantó la vista realizando un ademán con la cabeza hacia las mencionadas provocando que ambas infantes se escondieran detrás de la mayor «... escaparon durante la ceremonia de matrimonio con la familia Conors» concluyó con el enunciado escudriñando a sus contrarios en busca de algún signo que delatara si mentían o escondían algo.

–Disculpe por no tener información que brindarles-esta vez fue Elizabeth la que se dirió a ellos mirando por unos segundos a su marido antes de sonreírle cortesmente a los guardias–estas infantes llegaron solas hasta nosotros porque las acogimos durante unos meses y no se sienten a gusto en esa casa-les contó la verdad a medias con la convicción suficiente para convencer a sus contrarios, rodeó los hombros de las menores ajustándolas a sus costados haciéndoles saber que no renunciarían a ellas–Sin embargo no conocemos el paradero de Rosé, ni conocíamos su reacias ganas de casarse-agregó con un leve seño fruncido para ocultar el coraje que aún sentía por la forma en que se llevaron a las tres chicas a la fuerza del lugar que comenzaban a llamar hogar, donde tenían nuevamente personas que las cuidaran como merecían–Supusimos que estaba enamorada del caballero Conors.

–¿Y su nieta, la señorita Lalisa O'Prian, porqué no viaja con ustedes?-otro de los hombres interrogó ahora cruzándose de brazos, quizás este sería un poco más difícil de engañar, mas no tienen pruebas para desconfiar de ellos de todas formas; «Está cerrando unos negocios fuera de la ciudad, bastante lejos» el mayor tomó la palabra lo suficientemente firme como para cerrar el tema de una vez–Gracias por su tiempo, cualquier cosa que sepan por favor comuníquenselo a la casa real-volvió a enrollar los volantes con los retratos de las Lancaster y el comunicado de la reina para luego asegurarlo a su cinturón–quien oculte su paradero enfrentará graves consecuencias-advirtió agarrando las bridas de su caballo y saliendo a galope con los otros caballeros pisándole los talones. Los cuatro respiraron aliviados por haber salido de la tensa situación, retomaron sus lugares y su camino a casa.

–¿Amor, realmente crees necesario que Jen y Soo se queden?-Rosé cuestionó mientras su pierna se movía con insistencia, la idea de dejar a sus hermanas a miles de millas de ellas no es una decisión que haya tomado con alegría realmente–Los hombres de mi tío y Sehun pueden llevárselas y no las volvería a ver-apretó los ojos ajustando su cuerpo al de la rubia tratando de controlar la pesadez que empezaba a formarse en la boca de su estómago, esa sensación estaba apareciendo más seguido de lo que le gustaría, demasiado estrés en la última semana la tiene al borde de un ataque de nervios.

–Cuando compremos una casa y estemos estables las traeremos con nosotras, no podía permitir que estén dando tumbos si un hogar, ellas estarán bien con mis abuelos por este tiempo-repitió sus razones para dejarlas por tercera vez, a Lisa no le parecía justo seguir haciéndolas sufrir cuando ya han pasado por tanto–Además lo que le interesa a esos desgraciados eres tú, las niñas solo le estorbarían, al menos tenemos eso a nuestro favor-hizo el intento de sonreír con un sabor amargo extendiéndose por su boca, a la mayor toda su vida le enseñaron que la familia es lo más sagrado que un ser humano puede poseer, y aquí estaba una hermosa familia destruida por la más mundana ambición de uno de sus parientes.

–Amor, Lili, ya llegamos cariño-rió bajito viendo a su esposa estirarse ligeramente sobre su regazo, se incorporó recibiendo un beso de la menor en forma de salido «¿Tan rápido?» indagó sobándose los ojos por el sueño–Dormiste varias horas, ya anocheció e incluso atravesamos tres pueblos-afirma Rosé acomodándole varios cabellos rebeldes detrás de sus orejas.

–Deberíamos rentar dos habitaciones en la posada del pueblo, Leonardo se quedará hasta mañana-le comentó besándole la frente con una sonrisa radiante; lograrían ser felices, Lisa está segura de eso, lástima que al destino le gusta torcerse a su conveniencia. «Tenemos que presentarnos como familia» susurró Rosé recibiendo la mirada de sorpresa de la rubia sobre ella, que al instante de analizar la frase se volvió triste haciéndola sentir culpable de no haber escogido palabras más adecuadas, «Es pasa cuidarnos, si sospecharan siquiera la verdadera relación que existe entre nosotras estaríamos perdidas»–Lo sé, lo siento, por un momento creí que te avergonzaba estar casada conmigo, olvidé lo arcaica que es la mente de la sociedad en la que vivimos-se dejó caer contra el respaldo del asiento atrayendo a su acompañante con ella, la inseguridades están por más que sepa que son estúpidas, Roseanne la ama y nunca se aventuraría a recorrer medio país sin su familia si no lo hiciera.

–Nunca podría avergonzarme del amor tan hermoso que tenemos, es imposible esposa mía-le aseguró acariciándole el rostro definiendo cada una de sus facciones y uniendo sus labios por un instante antes de bajarse del carruaje para adentrarse en la destartalada instalación de hospedaje. Lalisa pidió dos alcobas a la señora de avanzada edad detrás del mostrador de madera a la entrada del motel; pagó por ambas luego de explicarle la relación de los tres y satisfacer la curiosidad de la anciana para después recibir las llaves y entregarle una al cochero cuando subieron las escaleras hasta la segunda planta–Es acogedora-murmuró la castaña recorriendo la habitación con la mirada, dos camas personales acompañadas con una mesita de noche cada una, un diminuto baño y un aún más pequeño armario, y para finalizar una mesa con dos sillas en el otro extremo del lugar. Vió a su contraria encogerse de hombros mientras la abrazaba desde atrás plantando un beso en su mejilla, el cual la hizo sonreír.

–Funcionará por el momento, no estaremos mucho tiempo aquí después de todo-comentó atrayéndola más contra su cuerpo si eso era posible. Lisa muy a pesar de que aceptó a una temprana edad a quien se sentía atraída, nunca imaginó vivir una historia como las que su abuela le contaba, no con personas tan cerradas de mente a su alrededor; imaginaba que en un futuro los que sintieran diferente como ella serían aceptados pero que no estaría con vida para ese entonces, y ahora que había descubierto que sí podía amar a alguien con cada fibra de su cuerpo, sin dudas estaba dispuesta a huir toda una vida mientras fuera al lado de Rosé.

Maybe in another life (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora