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–Llévalas a la posada del pueblo que está a unas millas al este, casi siempre está vacía y no las encontrarán-le ordenó Lisa al cochero cuando las tres chicas estaban en sus lugares esperándolas; no podía llevarlas de vuelta al palacete de los O'Prian corriendo el riesgo de que las encontraran, definitivamente ese sería el primer lugar en el que las buscarían–Yo iré en unas horas con mis abuelos-agregó para que sus acompañantes la oyeran, tenía que confeccionar un plan al cual ceñirse, medir los pro y los contras de cada uno de sus pasos y que sería lo más seguro para todas si surgiera alguna complicación más adelante. Una melena castaña se asomó por la ventanita del carruaje capturando al instante los ojos miel en los suyos oscuros «¿Pero cómo saldrás de aquí?» inquirió extendiendo la mano para tomar la de su esposa, y la rubia no tardó en corresponderle llegando hasta su lado–Caminaré hasta que encuentre alguien que me lleve, tengo un buen atuendo para hacer deportes-señaló su traje de montar a caballo con una ligera sonrisa en su rostro; Rosé acunó su mejilla con la preocupación ardiendo en sus venas preguntándose miles de veces por qué las cosas tenían que ser tan difíciles para ellas.

Sin poder negarse se despidieron brevemente viendo a la mayor perderse en el horizonte detrás de ellos. El incesante chirrido de las ruedas contra las piedras del camino y el canto de los grillos en los altos pastizales fueron los únicos sonidos que las acompañaron; ninguna se atrevió a romper el mutismo en el que se encontraban por miedo a decir algo que empeorara la situación. Cuando la adrenalina abandonó sus torrentes sanguíneos el temor a ser encontradas y deber pagar las consecuencias las golpeó fuerte como un huracán revolviendo todas las emociones y sacando los temores e inseguridades a flote; están yendo en contra de una de las familias más poderosa y contra su propio patrimonio además, la totalidad de la guardia real estará en su búsqueda en cualquier instante si no es que ya lo está, y en estos momentos permanecer entre los brazos de Lisa viendo a sus hermanas jugar en el jardín en lo único que la castaña desea.

Tardaron algunas horas en llegar a la vieja edificación de piedra y madera, el hombre que las había llevado pidió y pagó la habitación asegurándose de que estuvieran instaladas y seguras antes de marcharse. Las horas trascurrieron de forma lenta para las Lancaster que no habían podido pegar ojo ni un segundo en toda la noche, justo al amanecer unos fuertes golpes azotaron la puerta asustándolas, la primogénita hizo un ademán de silencio a sus contrarias para que se mantuvieran calladas al mismo tiempo que se acercó a paso lento a donde provenían los toques; pegó la oreja en la fría superficie espectante por una señal que le dijera quien está del otro lado, «Soy yo Rosie» la dulce voz de la rubia llegó a sus oídos provocando que abriera con prisa tirando de ella al interior de la alcoba antes de cerrar la puerta.

–Estaba tan preocupada por ti, creí que algo había ocurrido-la abrazó fuerte en cuanto tuvo la oportunidad aspirando su aroma al mismo tiempo que enterraba la nariz en su cuello y los dedos entre sus dorados cabellos–tardaste mucho-musitó aún sin alejarse con los brazos de su mujer aferrados a su cintura.

–Jennie, Jisoo ¿podrían ir con mis abuelos a la habitación de al lado un momento por favor? Las llamaremos en unos minutos para que preparen la maleta-les pidió a las menores que asintieron obedeciendo sin decir nada más–¿Qué está pasando por esa cabecita tuya mi amor?-Lisa la guió hasta la cama sentándola sobre su regazo y esta empezó a trazar círculos invisibles en su hombro descubierto para después descansar en ese mismo lugar–Te noto preocupada desde que nos encontramos hace un rato-recordó peinándole el cabello con sus dedos, Rosé se entregó a la intimidad del momento dejando salir un suspiro pesado.

–Lisa, cuando estaba encerrada lo escuché hablando con uno de sus hombres, Yang, él... -las palabras quedaron atrapadas en su garganta bajo el nudo que le cortaba la respiración. «Respira hondo y cuéntame, yo estaré justo aquí, a tu lado» murmuró Lalisa meciéndose sobre el borde del colchón–él fue el que mandó a matar a mis padres. Nos los arrebató por unas malditas monedas-su mandíbula se tensó al igual que sus puños, se sentía impotente, impotente de haberlo podido evitar o siquiera hacerlo pagar por la vida que les quitó–mis hermanas no pudieron pasar su infancia con ellos ni ellos verlas crecer y convertirse en mujeres de bien-se fue apagando a medida que la frase acababa quedándose como un fino hilo colcando de sus labios–¡Ese hombre acabó con nuestras vidas y no tenía ningún derecho de hacerlo!-vociferó paseándose de un lado al otro de la habitación con la rabia apoderándose de sus acciones, quería ir y acabar con ese maldito monstruo que solo vino a arruinar a su familia–No es justo-sollozó aún más fuerte entregándose de lleno a las lágrimas, se relajó cuando unos brazos fuertes y delgados la abrazaron reconfortándola. El dolor por la pérdida regresó como el primer día arrodillada a un lado de sus tumbas, con la tierra húmeda y fría en la que ahora descansaban sus cuerpos inertes, quizás nunca se iría, la presión caería sobre sus hombros cada vez que los recordara e inevitablemente las lágrimas volverían a acompañarla.

–Es un asesino Rosé, sin embargo no hay algo que podamos hacer para castigarlo-por desgracia la ley no es justa cuando los poderes que se enfrentan son tan diferentes, y la mayor probabilidad es que las terminen castigando a ellas al contar la totalidad de la situación–lo único que te puedo prometer es que cuidaré de ti y de las niñas, no tengo nada más en mis manos-se encogió de hombros con una expresión triste. Hubiera deseado tener más, mucho más y entregárselo todo a ella; traerle el cielo y las estrellas si eso le pidiera, hacerla feliz cada uno de sus días y no permitir que derramara ni una sola lágrima en todos los años que le queden de vida.

–Eso es todo lo que necesito cariño-respondió deslizando la nariz por la de su contraria pasando después a sus labios–no puedo regresar el tiempo y tener de regreso a mis padres, solo me queda proteger lo que aún tengo-llevó los dedos a sus rizos dorados enredándolos en ellos–y si es a tu lado es suficiente para mí-esta vez fueron sus belfos los que se unieron en una danza pausada, casi tímida, las manos tomaron participación ahora en un baile más personal intensificando el calor en sus cuerpos, su estado febril las hizo olvidarse por un intante el motivo del encuentro. Se separaron una sobre la otra, con sus pechos tocándose en cada respiración agitada y los labios hinchados aún con ansias de tocarse; se recorrieron con la mirada hambrienta cerrando los ojos por unos segundos para luego dejar salir una carcajada, Lisa aceptó que eso no pasaría, al menos no en este momento y se puso de pie rebuscando entre sus cosas hasta encontrar un papel enrollado.

–Seguiremos el camino hacia los pueblos del norte, llegaremos a la costa en algunas semanas-mostró el camino que seguirían a través del mapa que había colocado sobre la cama hacía unos minutos–Si quieres podemos quedarnos allí o tomar un barco al lugar que quieras-la menor le sonrió besando cortamente sus labios, si estaban juntas cualquier lugar estaría bien.

El carruaje de la familia O'Prian partió con prontitud hacia su destino marcado cuando todos estuvieron en sus lugares y las escasas pertenencias sobre la cabina. Un profundo silencio envolvió a todos los presentes mientras se mantenían inmersos en sus propios pensamientos hasta que Jennie se animó a romperlo.

–Abuela ¿verdad que ustedes nos van a proteger del tío Yang?-interrogó la infante descansando la cabeza en el hombro de la pelinegra, que la rodeó en un abrazo plantando un beso en su coronilla.

–Claro que sí princesa, él nunca volverá a acercarse a ti o a tus hermanas-Jorge le aseguró acariciando sus cabellos castaños consiguiendo tranquilizarla, aunque si observamos la realidad esa promesa no tendría fundamentos, no se puede jurar ir contra el destino que te ha tocado por el simple hecho de no estar de acuerdo con él o te cause daño. A la vida le gusta poner a prueba a las personas, llevarlas al máximo de sus problemas e intentar que resistan a sus embestidas, y lo único que queda es esperar a llegar a esa luz al final del túnel antes de que desaparezca.

–Lis ¿por qué nos detuvimos?-cuestionó la castaña aferrándose al cuerpo de su esposa presa del pánico; su mente viajó a los peores escenarios posibles, sus hermanas siendo arrebatadas y criadas de la peor foma posible, tal vez separadas, la obligarían a casarse y servirle a Sehun, permitir que la tocara como los maridos hacen, y quién sabe que cosas terribles podrían hacerle a la mayor cuando conozcan la relación que mantienen. Pondrían en riesgo a toda la familia por un amor que ellos no entienden, las condenarían a la separación y ciertamente Roseanne prefería morir antes que pasar por eso.

–¡Detengan ese carruaje en nombre de la reina!

Maybe in another life (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora