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Rosé trasladó uno de los libreros cerca de su cama colándose detrás de él delineando las piedras hasta encontrar el lugar adecuado, el cual apretó logrando que se abriera un espacio justo para una persona promedio; se introdujo en el túnel antes de poner la estantería en su lugar y trabar la entrada con una butaca que había llevado con ella. Recorrió los túneles guiándose por su tacto sobre los gravados en la pared a través de la inminente oscuridad.

–¡Pero que demonios!-chilló la adolescente cuando un enorme trozo de la pared se movió a sus espaldas cubriendo a la infante con su cuerpo en forma de protección–¿Roseanne?-había acabado la hermandad al parecer, un ceño fruncido y un gran reclamo fue lo que se ganó la castaña con su repentina aparición–¿Nos quieres matar del corazón acaso?-le preguntó de forma dramática permitiéndole a la niña acercarse a la mayor, aunque quién no se asustaría con alguien invadiendo de la nada su habitación, sobre todo a través de una pared en medio de la noche.

–Basta Jisoo, deja de quejarte tanto y ponle prisa a tus acciones-la castaña presionó a la pelinegra con Jennie aferrada ya a su cintura, lo que menos n ecesitan es perder el escaso tiempo que poseen. Gracias al destino ninguna de las chicas se había ataviado aún con sus trajes de fiesta y vestían algo ligero de llevar–Ayúdenme con esto-les pidió arrastrando una comodita dentro del agujero antes de imitar sus acciones de la recámara anterior y ponerse en marcha hacia la salida de ese infierno.

–¡Maldición! No puedo creer lo difícil que es encontrar esa entrada-protestó Lisa pateando algo en el suelo con rabia. El hombre a sus espaldas se rascó la cabeza por debajo del sombrero «Sigo sin entender que es lo que buscamos exactamente señora» se encogió de hombros tras el murmullo, después de ser arrastrado por su empleadora a ese bosque al atardecer él la había seguido en silencio, hasta ahora, que luego de estar andando alrededor de tres horas sus pies le exigían urgentemente un descanso–Una roca-contestó frustrada sin dar más detalles recorriendo nuevamente el lugar con la mirada. «Eso es fácil, esto es un bosque. Hay una ahí» señaló cerca de los pies de la rubia provocando que esta bufara por lo bajo, no estaba de ánimos para bromas–No cualquiera, una especial, bastante grande-le especificó mientras se sujetaba el puente de la nariz, su cabeza dolía y pensar que podría llegar tarde y no impedir esa boda solo conseguía empeorar su estado–como de un metro de altura.

–Señora Lalisa ¿escucha eso?-volvió a inquirir el hombre artando un poco a la mujer a su lado que suspiró para mantener la postura «¿Qué cosa?» interrogó poniéndose de pie–Esos gritos, vienen de allá-la rubia prestó más atención a las palabras de su lacayo al oír el motivo de la pregunta; agudizó el oído tratando de detectar dicha agitación, sus ojos se abrieron con sorpresa cuando dio con ellos y corrieron los pocos metros que los separaban de los pedidos de socorro. Sin embargo solo lograron llegar hasta un punto muerto que la recién casada reconoció por el mapa improvisado; esta vez fueron golpes metálicos bajo sus pies los que atrajeron su atención, se incó sobre la tierra húmeda apartando toda la hierba y suciedad con sus manos encontrando por fin la trampilla que tanto habían estado buscando, la cual levantó con ayuda de su acompañante. Tres cabelleras oscuras se asomaron por el agujero en el suelo reconociendo al instante los ojos miel de su salvadora a pesar de la oscuridad de la noche, de la menor a la mayor fueron saliendo una a una siendo recibidas por la heredera de los O'Prian.

–¿Están bien?¿Se hicieron daño?-cuestionó aferrándose con fuerza al delgado cuerpo de su esposa y sus pequeñas cuñadas, las había extrañado mucho en esas casi cuarenta y ocho horas y la idea de fallarles la estuvo torturando durante cada segundo de separación. Las pequeñas se alejaron unos cuantos pasos para permitirles un momento a solas; un beso en los labios fue la mejor manera de apaciguar la nostalgia que ambas sentían y de confirmar de una vez por todas que ese calvario se había acabado, o al menos eso pensaban ellas. Al separarse mantuvieron sus frentes unidas con unas brillantes sonrisas adornando sus rostros «Lisa, sí viniste» musitó Rosé escondiéndose en la curvatura del cuello de la rubia buscando empaparse de ese aroma dulce que la enamoró desde un principio–Prometí que no las dejaría-le acarició la espalda entregándose al momento; ni un instante pasó por su mente fallarle a esas tres chicas que se ganaron su corazón, eran su familia ahora y es su deber protegerlas y procurar su felicidad a cualquier costo–Además lo prometimos amor, hasta que la muerte nos separe-la castaña rió besando las manos de su mujer, poniendo énfasis en el anillo que portaba en el dedo anular como muestra de su unión–y aún después de ella sé que estaremos juntas.

Unos disparos al aire se pudieron identificar a la distancia, de forma más precisa, en dirección a la mansión Lancaster alertando a los cinco presentes, aunque al hombre solo le impactaron los ruidos fuertes.

–Al parecer ya se dieron cuenta de que no estamos-Jisoo regresó junto a las mayores de la mano de Jennie exteriorizando lo que ya todas pensaban–Ese loco debe tener a toda la guardia buscándonos-comentó deseando no haber regresado a esa casa a pesar de que toda su infancia se quedó allí, ahora solo estaría lleno de momentos amargos y noches llenas de lágrimas que opacarían las memorias con sus padres.

–Yo no quiero volver allí Rosie-la niña se refugió en los brazos de su hermana desesperada por protección y con los ojos inundados de lágrimas–No me gusta vivir en esa casa sin mamá y papá-el pecho de la primogénita se llenó de nostalgia nuevamente, y ahí lo entendió; las pérdidas realmente no se superan, solo se aprende a vivir sin ellos, a recordarlos en las actividades que compartían y a extrañarlos  mucho más de lo esperado. Rosé besó la coronilla de su hermanita dejando las emociones de lado «No regresaremos Nini, te lo prometo» aseguró y la pequeña no hizo más que asentir.

–Cariño, mejor que salgamos de aquí cuanto antes, hay un carruaje esperándonos a las afueras del bosque-anunció entrelazando los dedos con su esposa mientras se ponían en marcha a la par de sus contrarios. Por suerte el camino de regreso resultó mucho más corto que el de ida, y una vez que lograron llegar el cochero ocupó su lugar en segundos y la rubia abrió la puerta para sus acompañantes–Suban, tal vez no tarden en encontrar los pasajes ocultos, y para cuando lo hagan debemos estar lo más lejos posible.

Maybe in another life (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora