Capitulo 21.

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*Andrea*

Al llegar al hospital mi madre me guio por un pasillo lleno de puertas, me sorprendía como un lugar podía ser tan blanco, mi veía rara con ese jersey rojo entre tanta blancura. Mi madre me enseño una ventana y al mirar dentro mi corazón se achico, mi hermano Josh estaba allí acostado en una camilla, se le veía pálido y muy débil, ¿acaso era posible que alguien pasara de estar lleno de fuerzas a estar así de mal de un momento a otro? Supongo que sí. Su piel que hasta hace poco era ligeramente morena ahora estaba pálida y un tanto amarilla, ¿Por qué le estaba pasando eso? Mi madre no me dio tiempo de pensarlo mucho ya que me arrastro hacia una de las demás puertas y hablo con una enfermera, cinco minutos después y tres agujas más tarde una doctora salió del laboratorio cruzando el pasillo en dirección a nosotras.

La doctora Meyers -creo que así se llamaba- iba vestida con una camisa manga larga y unos vaqueros anchos que le hacían verse muy bien ya que además era alta y delgada. Al verme sonrío levemente y las arruguitas de sus ojos castaños se marcaron bajo sus lentes.

-Cariño – dijo esto dirigiéndose a mi como si me conociese de toda la vida – tus exámenes muestran que eres totalmente compatible para realizar el trasplante – mi madre ahogo un grito de alegría mientras yo estaba tensa-

-Muy bien y cuando harían la operación – dijo mi madre más entusiasmada de lo que me gustaría.

-En una hora si les parece bien.

- ¡Perfecto! – respondió ella y yo solo me limite a asentir aturdida.

No sé cuánto tiempo pasó entre sala y sala, todo el mundo diciéndome algo distinto, me asignaron una habitación y al entrar dos enfermeras jóvenes me esperaban, la primera regordeta y bajita me saludo con una sonrisa motivadora mientras acomodaba cientos de aparatos, no entendía para que era todo eso, pero supuse que tenía que ver con la cirugía. La otra enfermera era más alta, se acercó a mí y me tendió lo que parecía ser una bata.

- Allí está el baño – dijo señalando una puerta justo en frente de nosotras – entra, te desvistes y te colocas esto. Cualquier cosa como joyería u otros objetos que lleves contigo los dejas en esta mesita.

Asentí y entre al cuarto de baño; el espacio era un poco reducido y todo era tan blanco que sinceramente me daba miedo. En esos instantes oré, pedí a Dios que me permitiese salir viva de todo esto, tenía demasiado miedo de lo que pudiese pasar y quería volver a ver sonreír a mi hermano y a todos a mi alrededor, pero también quería volver a sentir los labios de Manuel sobre los míos, segundos después me halle a mí misma buscando entre mis contactos su nombre y llamándole.

-aló – su voz sonaba medio ronca, al oírlo no pude evitarlo y dejé que mis lagrimas surcaran mi rostro.

-Manuel, en 30 minutos- mi voz se cortó.

- ¿Qué pasa en 30 minutos Andy? – no le di respuesta y eso pareció preocuparle más

- Andy deja de llorar por favor – casi pareció una súplica antes que una orden- ¿en 30 minutos te operan? ¿es eso?

- Aja – asentí también con la cabeza, aunque él no pudiese verlo.

- ¿En qué hospital estas? Estaré allá pronto, tu tranquilízate. Si no alcanzo a llegar te prometo que serás el primero a quien veas.

Asentí y el colgó la llamada.

Pase el dorso de mi mano por mi rostro secándome las lágrimas mientras intentaba calmarme, no entendía por qué todo me parecía tan difícil si yo no era la del cáncer, solo la donante, Josh corría más peligro, pero ¿y si me pasaba algo durante la cirugía? ¿y si mi cuerpo reaccionaba mal?

Sacudí la cabeza alejando esos pensamientos de mi mente y salí del cuarto de baño, me pidieron recostarme en una camilla y conectaron un medicamento a mi cuerpo mediante una inyección. Mis padres estaban con Josh que había despertado y le informaban de todo, Jeff no se había separado de mi en ningún momento y me miraba dándome fortaleza.

Recuerdo que me transportaron por un pasillo y entre a otra habitación muchísimo más grande y con muchos más aparatos extraños, se supone que donar medula ósea no es para nada complicado, pero en el caso de mi hermano necesitaba demasiadas células madre y eso complicaba todo, no temía por mi vida tanto como por la de Josh, el sí que corría peligro, aun así, me anestesiarían y nunca había pasado por esto.

Recuerdo como Josh me miraba y sus ojos reflejaban tanto agradecimiento que no podía entenderlo, una enfermera se acercó a mí y luego de que el doctor de cabecera diese la orden me colocó una máscara anestesiante en el rostro. El olor era espantoso y mi cabeza empezó a dolerme, mis parpados se volvieron pesados, recuerdo que estaba boca abajo, mirando a Josh fijamente hasta que mis ojos se cerraron del todo, pensé en Manuel y que no le había podido ver antes y me dormí.

 El olor era espantoso y mi cabeza empezó a dolerme, mis parpados se volvieron pesados, recuerdo que estaba boca abajo, mirando a Josh fijamente hasta que mis ojos se cerraron del todo, pensé en Manuel y que no le había podido ver antes y me dormí

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