Capítulo 5 "Moments" (1/5)

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Hace algún tiempo.

No me podía contener las lagrimas del todo y me odiaba por eso. Por el hecho de que el fuego abrazara mi corazón y las incontrolables ansias de debilitarme a cada segundo no me dejasen pensar con claridad. No soportaba el vacío de mi corazón cada que alguien me hacia daño. No podía reprender aquel sentimiento de querer volverme de metal, una armadura sólida y hecha de veneno letal. Quería eso, pero sabia que para lograrle tenía que endurecer lo único bueno que yo, Jane Lee Powell, poseía.
Mi madre me había enseñado a lo largo de este tiempo un valor tan importante como la comida y la bebida que te mantenían vivo; y que de algún modo era vida, el amor. El amor era tan importante como respirar, jamás me lo había dicho de esa forma pero me lo demostraba siempre. Mis hermanos eran dos tipos diferentes de sabor, uno dulce y el otro amargo. Alex era paciente y persistente, reía siempre y me hacia querer sonreír también. Molder era lejano...distante, frío y me hacían tener ganas de llorar.
Mi padre era como Molder, pero mas refinado y recatado. Mi madre era como Alex, pero mas sumisa y tranquila. Yo era como todos y como ninguno, pero me destacaba algo que ellos no apreciaban nunca. Mis sueños se apoderaban de mi hasta el punto de encerrarme en una burbuja y no querer ver lo que pasaba más allá de mis anhelaciónes. Preferí en unos tiempos llamarlo amor propio, quien mas si no era yo que me sacaría de alguna forma de mis problemas?, pero después me di cuenta de que era egoísta.
No quise destapar el velo cuando mis padres se divorciaron y me percate de que era porque mi padre golpeaba a mi madre y ella tenía que aguantar constantemente sus agresiones físicas y psicológicas. Tampoco quise subir la mirada cuando mi hermano mayor, Alex, el único que me mantenía sonriendo, murió en un accidente automovilístico hace 3 años. Tampoco quise destapar mis oídos cuando Molder le hecho toda la culpa a mi padre y desde entonces ambos no se hablaban. Y tampoco quise ver cuando mi diagnostico fue señalado.
Todo era una bomba de tiempo que cada día a cada minuto y segundo de mi vida, me alcanzada un centímetro más. Todo llegaría a explotar delante de mi cara y justo ese día, cuando por fin llegara, pensé que moriría.
Pensé que ese cigarrillo mentolado en la mano de Lizbeth, que a su vez me lo tendía, seria un alivio repentino como al parecer muchos lo describen. O que la botella de tequila y vodka en la mesa de pool que había traído Ian serían válidas para mi situación. Creí que estaba sola en este mundo y que ni un milagro me ayudaría.
Aun escuchaba los gritos ahogados de mi garganta cuando las lagrimas querían salir una por una en el salón de clases. ¿Porque lloraba? No lo sé.
Quizás por todo, quizás por nada.

Ni siquiera tenía la belleza que a muchas desconsoladas chicas las salvaba de ser desechadas como trapos sucios en este mundo. Todos me humillaban en el salón de clases, no era mas que la niña "rara" que ocupaba el ultimo pupitre en tercera fila a la derecha, la que no hablaba y que cuando lo hacía, nadie escuchaba.
Esa era yo, o al menos esa era yo.
A su vez, la niña que "necesitaba de amor" y en un acto estupido y arriesgado, se dejo caer en brazos de un chico que "le podía dar todo ese amor que le faltaba".

Dar mi corazón no basto. Pero a mi no me sacio el dar mi cuerpo a aquel chico que parecía ser el único. Ni siquiera era una buena persona, Ryan Mer.
Cuando parecía que ya nada podía ser peor aparecieron esos extraños moretones en todo mi cuerpo, mi nariz sangraba cada día y me enfermaba con mas persistencia de la gripe o de cualquier otra infeccion. Me dolía todo el cuerpo.

Mi vida no había cambiado mucho desde entonces, pero ya no era tan malo. Me propuse y trace algunas metas. Sabia que la gente se dejaba llevar por las apariencias.

-no le digas a nadie sobre mi enfermedad -le dije a mi madre mientras esta lloraba ríos grandes y tristeza absoluta -por favor -le rogué

Después de noches sin consuelo y sin dormir, ella llego a mi habitación con las lagrimas palpitando en sus mejillas, parecía incluso haber corrido una maratón con el aspecto que traía. Esa noche me acune en sus brazos y platicamos un buen rato, ella dijo que no le diría a nadie nada siempre y cuando yo se los contara cuando me pareciera necesario. Asentí ausente y solo me recosté en su regazo mientras por alguna rara razón, le pedía que rezáramos juntas, lo que sea....

Dios, no sabia y dudaba de su existencia en ese entonces. Pero quería arraigarme a la idea de que algún día el me hablaría y me diría cosas bonitas para hacerme sentir por fin especial. Que me contaría que hacia Alex allá en el cielo, y que de paso me daría un polvo mágico para retroceder el tiempo. Sin embargo no todo fue tan bonito. La primera vez que Dios hablo conmigo fue solo para decirme que necesitaba ser "más fuerte y....mas valiente" me enfurecí y quede pasmada. Pero ablando mi corazón y desde entonces supe que lo único que quería era ser una Jane servidora, una Jane bondadosa, una Jane humilde, una Jane que valiera la pena.
Se que lo decepcione muchas veces, sabia que lo seguiría haciendo en un futuro. Pero también supe que no tenía que darme por vencida.
Aquel día cuando escuche a Molder decirle esas palabras a mamá, supe que ella lloraba por dentro. Pero yo no quería eso para ella, aunque mamá a veces me desesperaba...era mi mejor amiga, la persona que siempre me apoyaba y estaba allí para mi SIEMPRE.
Pero no quería ser una carga para ella, no quería que me viese mis últimos años de vida encerrada en casa mirando series policiacas y parloteando sobre lo diferente o feliz que seria si las cosas fueran de otro modo. Perder un hijo fue difícil, perder dos era destrozador.

Mentí y dije que había obtenido una beca en la universidad asociada a Brown, y que trabajaría en un café por medio tiempo. Mamá me dejo ir porque sabia que así era mejor pasar los últimos años de mi vida. Es decir, que mejor que viajar por todo el mundo y saltar en paracaídas o conocer Egipto, pero nosotros no teníamos el dinero, así que al menos lucharía por intentar dar la vuelta a Londres.
Es curioso que desde que tenía 11 años, siempre había querido ir a New York o a Alaska. Es curioso porque ahora se que nunca iría. Mi madre trato de convencerme de inscribirme a unos cursos de fotografía que duraban un año y recorrían la mitad de Europa, México y parte de Asia. Pero el costo era mayor a los cien mil dólares. Dije un rotundo no, no por el simple hecho de morirme dejaría embaucada a mi madre de por vida.
Así que aquí estaba. Mintiendo sobre mi vida, o lo que quedaba de ella. Además en realidad trabajaba tanto porque ir al doctor era costoso, y mas con los medicamentos y tratamientos a hacer. Secretamente pagaba un cuarto de los costos, mamá no lo sabia.
No me consolaba a mi misma por la vida de "mierda" que cargaba. Porque no todo era malo, de alguna forma al saber que moriría, mire el mundo de forma distinta. Fue como si me hubieran quitado la venda de los ojos, los amaneceres ya no me eran tan simples, caminar por las calles de siempre me dejo de parecer aburrido, respirar el aire y tocar el rocio de las flores me parecían las cosas más adorables. Ayudar a la gente me parecía una necesidad.

El amor parecía construirse con paredes de papel, no podía enamorarme pero tampoco podía evítalo. Recuerdo que la primera vez que sentí algo relativo al amor fue cuando iba en séptimo grado, y desde la primera vez que vi a Oliver Lawrance fue como si mis cinco sentidos se desconectaran y fueran solo para él. Durante 4 años no deje de pensar en el todos los días, o de imaginarme un montón de encuentros o confesiones de amor. Algo así como "Jane, la verdad es que siempre me has gustado" pero solo eran anhelaciones, él jamás se fijo en mi, y fui tan cobarde como para decírselo yo.
Ryan Mer llego a mi vida cuando apenas había cumplido los 17 años, lo vi de lejos en el campus de mi bachillerato, estaba un año mas adelante que yo y teníamos amigos en común. No fue nada especial cuando lo conocí dentro del instituto o cuando me encandilo y se metió en mi cabeza, tampoco fue romántico durante nuestros cortos meses de noviazgo. No era especial y sin embargo necesitaba tanto de alguien que fue todo para mi.

No pretenderé que no fue difícil súperarlo, creí que pasaría el resto de mi vida conmigo pero es obvio que o yo era muy inocente o él era un imbecil. Me dejo después de contarle acerca de mi enfermedad, pensando tontamente que me amaba y se quedaría. No solo se llevo mi corazón sino que se llevo lo único que podías darle a alguien una vez en la vida.
Me costo aceptarlo y seguir adelante después de todo lo sucedido, pero un año después sucedió la muerte de Alex, y entonces la droga era necesaria.
Por suerte me quede sin plata antes de volverme una adicta, por suerte Lizbeth llego a tiempo ese día antes de que quisiera terminar mi vida. O cuando los policías me detuvieron antes de lanzarme de aquel edificio con la sangre llena de alcohol.
Ya no quería sentir dolor, ya no quería llorar, ya no quería sentir compasión por mi misma.

Quería vivir......

Hasta el día en que te vayas (NIALL HORAN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora