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Jaemin se movía de un lado a otro por la cocina, probando las cremas, revolviendo el arroz, terminando de picar vegetales, y Donghyuck podía ayudarlo, pero es que el rubio le pidió que se quedara ahí mientras él terminaba de alistar todo; era un almuerzo distinto, hecho especialmente para él. El moreno estuvo a un segundo de reprochar enfurruñado, pero Jaemin podía lograr la paz mundial con su sonrisa; entonces se subió a un banco alto cerca al chef y se quedó quieto. 

No había una razón en específico por la cual ese día Jaemin haya decidido consentir a Donghyuck; es que nunca había una razón para todo lo que normalmente Jaemin quería hacer por Donghyuck. 

El mayor lo miraba preparar la vinagreta y mezclar todo en un recipiente mientras movía los pies en círculos; luego fue al horno y sacó las galletas junto a un pequeño pastel. El rubio se acercó a él y dejó la bandeja con las masitas polvorientas a su alcance. 

—Debes esperar a que se enfríen un poco —mencionó mientras terminaba de ponerles un extraño polvillo blanco por encima—, te puedes quemar y recién horneadas no saben tan bien como podrían saber. 

Donghyuck podía mantener la atención en las galletas, sin embargo estaba con la mirada clavada en los labios de Jaemin. Había pensado tanto en ese tema que estaba completamente seguro que se moría por probar los labios del menor.

—Respecto al pastel —continuó el rubio—, puedes... —entonces sus palabras se quedaron flotando sobre sus labios—. ¿Pasa algo, Hae? —tras unos segundos negó soltando un leve resoplo luego de que Donghyuck desplazara su mirada de sus labios a los ojos, fingiendo inocencia con su sonrisa y habitual contoneo corporal—. Oh, vamos, deja de mirarme de esa manera... —balbuceó molesto en voz baja.

Ya había pasado una semana desde que aquella conversación en donde una simple confesión de parte de Jaemin le había bajado por completo la calentura al otro. 

Donghyuck asistía con mayor determinación a sus citas con Chanyeol y agradecía honestamente al cielo por haberle enviado a Jaemin y que este a su vez le hubiese sugerido las citas; se sentía mejor, menos adolorido, despechado o lleno de veneno. Y a veces se preguntaba si el niño interior de Jaemin en algún momento había asistido a uno...

¿Cada que veía a Mark quería soltarle doscientas palabras altisonantes? Sí, claro, pero se sentía mejor de poder frenar sus pensamientos antes de siquiera poder materializarlos, porque aunque a él le molestara mucho tener que admitirlo, los sentimientos seguían ahí, no los iba a poder eliminar de un día a otro, porque sí, pasó mucho tiempo sintiéndolos. 

Chanyeol le había indicado un orden que él planeaba seguir como si de un mandamiento divino se tratase.

Lo primero que debía hacer era aclarar todo el tema con Mark, él no podía ir por ahí, todavía casado y sin saber si dejaría de estarlo en algún momento. Dejándose arrastrar por sus largas pestañas y bonitos ojos avellanadas que lo miraban con suavidad, tristeza y arrepentimiento. Debía aclararlo pronto, si bien no era fácil, era algo necesario. 

O lo perdonaba o no lo hacía, pero debía tomar una decisión con el fin de poder seguir adelante. En lo que había sido más enfático el psicólogo era en explicarle a Donghyuck que incluso el resentimiento era una emoción y para poder superar la relación no debía tener ninguna clase de reacción frente a ella; ni negativa ni positiva.

Como mecanismo del gobierno para evitar tantos divorcios, había un programa que traía consigo un mediador —un psicólogo de parejas— y este individuo se encargaba de dialogar con los cónyuges para evitar que el divorcio se diese, si pasadas las tres sesiones con el mediador ambas partes seguían insistiendo en el divorcio, entonces procedían. 

Little Things - Lee Donghyuck (Markhyuck/Nahyuck).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora