Capítulo IV

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Ya todos estaban en el banquete para almorzar, la gran mayoría muertos de hambre, como Ron Weasley, a quien todos los Slytherin miraban de mala cara, sobretodo Draco.

—¿Es que Weasley nunca deja de comer? —dijo Draco, conversando con Blaise y Mattheo.

—¿Por qué te preocupas de eso? —preguntó Mattheo—. Quiero decir, es tu enemigo, lo que haga no debería importarte, ¿no?

En eso, las puertas del gran comedor se abren, haciendo que todos fijen su vista en ellas. Eran Emma y Regulus, quienes habían llegado tarde al banquete. El rostro de Emma se sonrojó al darse cuenta de que todos estaban mirando, sabiendo que probablemente Mike también lo estaría haciendo. Rápido cerraron las puertas y se sentaron con los Slytherin.

Emma se sentó al lado de Lorenzo, sin entablar conversación con el, ya que aún seguía algo enojada de la pelea que hubo en la biblioteca. Regulus se sentó en frente de ella, apartado de Malfoy, Zabini y Riddle. Pero al ver que estaban rodeados, decidieron levantarse e irse al final de la mesa, donde siempre se encontraba con Tom, y esta vez no fue la excepción, pero no les importo ya que sabían que a Tom le daría lo mismo de lo que estuvieran hablando.

—Ahora dime —dijo Regulus sentándose frente a Emma, quien se había sentado al lado de Tom, pero no tan cerca como para alcanzar a escucharlos—. ¿Como es que crees que te estás enamorando, si recién lo conoces?

—Solo dije que "creo" pero nunca dije que lo estoy —le aclaro Emma.

—Es lo mismo —dijo Regulus rodeando los ojos—. Si tu hermano se entera de esto, va a haber un caos.

—Ni se te ocurra decirle, o si no seré yo quien arme el caos contigo de rehén.

—Calladito me veo más bonito —dijo juguetonamente.

—Hablo en serio, Reggie. No se como es que... dios, todo en mi cabeza da vueltas.

Ninguno de los dos se percataba de que Tom, a pesar de estar leyendo (al igual que siempre) se estaba acercando sigilosamente para escuchar de lo que hablaban.

—Tu tranquila, esto se solucionará fácil —dijo Regulus, tomándole una mano a Emma para calmarla.

—Y, ¿como piensas hacer eso? ¿Eh, Regulus? —dijo Emma con una ceja encarnada, mirando a su mejor amigo a los ojos.

—Simple, deberías decirle a Pierce lo que sucede —los ojos de Emma se abrieron por completo al escuchar las palabras salir de la boca de su amigo.

—¿Eres idiota o te haces? No puedo decirle eso a Mike —dijo Emma, tratando de no alborotarse.

—Créeme, es lo mejor —dijo Regulus, quien cada cinco segundos miraba a Tom, sospechando.

—No, no lo haré.

—Si, si lo harás. ¿Que puede salir mal? —preguntó el, como si fuera tan simple.

—Me niego a ser rechazada frente a todos y quedar como una idiota —dijo Emma, soltando la mano de Regulus.

—¿Quien es la idiota ahora? De verdad es que tú no piensas —dijo Regulus—. No puedes decirle en un lugar público, así o obviamente llamarás la atención de todos y sobretodo si te rechazan. Deberías hacerlo en un lugar privado.

—¿Como...? —preguntó Emma, esperando algún ejemplo de parte de Regulus.

—Como, tú dormitorio —Tom al escuchar eso, abrió los ojos más de lo que hubiera querido. Agradeció de que Regulus y Emma no lo hayan notado.

—¿Crees que voy a llevar a un chico que recién conozco a mi dormitorio? —dijo Emma, queriendo levantar la voz, pero no lo hizo porque sabía que Tom estaba cerca, aún que sabía que tampoco soltaría alguna palabra de esto ya que no hablaba con mucha gente.

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