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-¡Espera! ¡No soy él! ¡No soy James!

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-¡Espera! ¡No soy él! ¡No soy James!

-Claro, y yo soy estúpida. ¿Es eso lo que estás esperando?- Odette preguntó con una mirada fulminante en sus ojos. Cualquiera que fuera el juego que él estuviera tratando de jugar, ella no iba a ser tan tonta como para caer en la trampa.

Ella mantuvo la daga presionada contra su garganta. Todo lo que haría falta sería un movimiento rápido y lograría cumplir dos de sus promesas. Cumpliría la promesa que le hizo al príncipe de matarlo y cumpliría su promesa al rey Jorge. Había jurado que algún día sería libre y le quitaría todo. Su hijo y heredero sería un buen comienzo. Y venganza por su propio padre.

-Por favor, solo dame la oportunidad de explicarte. Puedes tomar todas mis armas. Te prometo que no te haré daño-. James intentó suplicar. Y Odette se lo ocultó a la cara, pero no pudo evitar sorprenderse por las palabras del príncipe.

A ella le pareció extraño. James no era del tipo que suplica por su vida. No, habría intentado intimidarla con amenazas. A estas alturas, él habría estado contraatacando, porque ambos sabían que ella no era lo suficientemente fuerte para retenerlo por tanto tiempo. Y, sin embargo, él permaneció quieto, con las manos levantadas a la altura de la cabeza donde ella pudiera verlas en todo momento.

Y mientras intentaba mantener su expresión lo más serena posible, algo debió haber salido a la superficie. Él lo vió. Y eso le impulsó a hablar de nuevo. -No te haré daño. Tienes mi palabra.

-Tu palabra nunca ha valido mucho-. Odette dejó que su ira estallara una vez más, presionando la daga un poco más, pero no lo suficiente como para hacer sangrar. Aún no.

-Puede que James no lo haya sido, pero como dije, no soy él. Soy su gemelo-. Habló. Y Odette se quedó helada. Recordó los susurros. Discusiones entre guardias durante el cambio de turnos en las celdas. Antes nunca tenía toda la información, nunca supo de qué estaban hablando cuando mencionaban a alguien con un extraño parecido con su príncipe. Pero ahora...

-Si no eres él, ¿dónde está James?- cuestionó Odette. ¿Había recordado George sus amenazas? ¿Enviar a alguien que simplemente se parecía a James para arriesgar su vida persiguiéndola mientras el príncipe todavía estaba escondido a salvo en el palacio?

-Está muerto-. La respuesta fue más sorprendente que cualquier cosa que hubiera dicho antes. -Por eso estoy aquí. Porque George necesitaba un heredero. Necesitaba a alguien que pudiera pretender ser su hijo muerto. Pero aunque me parezco, no soy él.

-Todavía estabas persiguiéndome. Intentando matarme. Puede que no seas James, pero sigues siendo el lacayo de George-. Señaló Odette. No le importaba si el hombre que tenía delante era a quien le había hecho la promesa. Matarlo aún destrozaría los planes de George. Aún así la acercaría más a su venganza.

-Pensé que estaba cazando un cisne. No lo sabía-. El príncipe impostor señaló, y parecía genuino. A Odette sólo le confirmó una cosa. No podría ser James. No era tan buen actor. Pero eso tampoco alivió sus sospechas. Quienquiera que fuera este hombre, ella no lo conocía. Ella no podía saber si estaba mintiendo.

Swan Song - Killian Jones - TRADUCCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora