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Briar Kingman.

Las cosas nos estaban yendo bien, Willy había logrado burlar a las autoridades vendiendo sus chocolates.

Mientras Fregoso se entretenía con la farsa de Lejía, nosotros aprovechamos para salir. Nos infiltrábamos entre la gente para pasar desapercibidos y ayudar a escapar a Willy.

Las ventas aumentaban y las ganancias no paraban de subir, nos estaba yendo muy bien.

Los policías aún no descubrían el truco, cada vez que se acercaban, nos escondíamos, y Willy se escabullía por las alcantarillas, esa era la rutina.

Ya falta poco dinero para comprar el local en las galerías, es una sorpresa para Willy, ya quiero ver su cara cuando lo sepa.

La había estado pasando bien estos días. También le estaba dando clases de lectura a Willy con ayuda de Noodle, es un poquito complicado, pero Willy logra aprender rápido.

Inevitablemente una sonrisa se me escapa mientras pienso en todo esto. Estoy sentada en mi cama rezando, por todos nosotros y que todo salga bien.

─Amén. ─Termino de rezar.

De la nada tocan mi puerta.

Me levanto y abro, mi rostro se iluminó cuando vi a la persona del otro lado, Willy.

─Discúlpame, ¿Ya estabas dormida?

─No, no te preocupes. ─Justo al decir eso se me sale una risa nerviosa.

─Oh okay, te traje esto. ─Con una sonrisa me muestra un lienzo y varias pinturas. ─Te dije que quería verte pintar, ¿Podría ser ahora?

Una sonrisa se tatuó en mi cara.

─Por supuesto, ven pasa. ─Me hago a un lado para que entre y así lo hace.

Se sienta en una silla y acomoda el lienzo y lo demás que en la mesa. Tomo la silla frente a él y me siento.

─¿Que quieres que haga?

─No lo sé. ─Me mira por unos segundos. ─A mí.

─¿A ti? Está bien. Los retratos me van mejor a lápiz, así que no prometo nada perfecto.

─No importa, el hecho de que tú lo hagas lo hace perfecto. ─La manera en que lo dijo me hizo sonreír.

Me levanto de mi silla para acercarme a él, aún tiene su sombrero puesto, así que lo quito para acomodar un poco su cabello, es demasiado suave.

Vuelvo a poner el sombrero en su lugar, su mirada sigue cada movimiento que hago, intento no dejar que me afecte, pero me es casi imposible.

Hago todo lo que puedo para no mirar sus ojos.

Fallé.

Su mirada se encuentra con la mía y es como si viera fuegos artificiales con flores cayendo a su alrededor. Un poco demasiado dramático.

Me aclaro la garganta y me separo de Willy para volver a mi asiento.

─Okay, uh, ¿Cómo quieres posar? ─Le pregunto intentando ignorar su mirada sobre mí.

─¿Está bien así? ─Se acomoda un poco recostando un brazo sobre la mesa y el otro en su pierna. Con una sonrisa asiento y pasó la primera pincelada por el lienzo.

─Me tardo demasiado en hacer este tipo de cosas. ─Le digo mientras volteo a mirarlo cada cierto tiempo. ─No creo que lo termino hoy.

─Está bien, vendré a posar todas las veces que necesites.

Suelto una risa leve y baja, él hace los mismo ocasionando que se mueva un poco.

─¡Quédate quieto! ─Le digo intentando no reír.

Willy reprime una risa, suelta un suspiro y asiente.

Los siguientes minutos se sintieron eternos, intento no arruinar el dibujo con una mala pasada, pero es que tenerlo mirando cada movimiento que hago me está matando lentamente.

No puedo, no puedo.

Dios mío.

Sí puedo, sí puedo.

Suelto un suspiro intentando que no salga entrecortado y concentro toda mi atención a la pintura.

Relamo mis labios y sigo pintando, pero cada vez que lo miro, él mira mis ojos.

Siento que mira mi alma y todos los pecados que cometí en esta y todas mis vidas pasadas.

Dios, ten piedad.

No pasaron menos de dos horas, ya es tarde y tengo sueño, los dos tenemos sueño. Todavía falta media pintura.

─Me siento un poco cansada, podemos continuarla después. ─Digo levantándome de mi silla, estirando mi cuerpo.

─Sí, está bien. ─Su voz también se escucha cansada, el hace lo mismo que yo y se saca su sombrero para ponerlo en la mesa.

Se acerca a mi para ver la pintura y su sonrisa me hace sentir emocionada.

─Está quedando demasiado bien. ─Sus ojos paran en los míos.

De nuevo veo las flores y fuegos artificiales. Soy un chiste.

Y de los que no dan risa.

Su mano se acerca a mi cara hasta tocar mi mejilla, Dios, nuevamente te pido, ten piedad.

Con su pulgar limpia algo ahí, yo llevo mi mano y noto que tengo algo de pintura. Le sonrío y agarro una telita para limpiarme.

─Ya deberíamos dormir. Hasta mañana, descansa. ─Me da una última sonrisa y sale de la habitación.

Vuelvo a sentarme en la silla mientras suelto un suspiro.

Con paciencia recojo todo y pongo una manta sobre la pintura para que no se arruine. Sin más apago las luces y me acuesto en lo que se supone que es mi cama.

Ay, Dios, ¿Estaré sintiendo cosas por Willy Wonka?

Pure Imagination, Willy WonkaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora