O13

1.8K 221 8
                                    

Briar Kingman.

Con poco tiempo logramos idear un plan para buscar el libro. Entramos al zoológico igual que la vez pasada, sacamos con un poco de dificultad a Abigail y logramos meterla en la catedral.

Eso distraería a los monjes.

Todo es un escándalo, por suerte, al ellos llamar al control de animales, la señorita Lottie hizo que la llamada nos llegara, específicamente al señor Ábaco.

Ahora mismo, yo estoy dentro del camión con el que se supone que tendríamos a la jirafa, Willy está en la parte de atrás escondido en un montón de heno, algo innecesario si me lo preguntan.

Pero está bien, al momento de entrar el carro a la catedral, todos salen, por último, Willy. Quien sin dificultad baja del auto y acomoda su saco.

Ya bajo al tiempo que el señor Ábaco y los demás, a diferencia de ellos, no llevo el mismo disfraz, voy con mi ropa normal, ya que lamentablemente no alcanzó para el mío.

─Bri... ¿Me acompañas? ─Willy se posiciona frente mío.

─¿No ibas con Noodle? ─Cuestiono.

─Ella ayudará a los demás. ─Me encojo de hombros y tomo su mano para dirigirnos a la especie de elevador pequeño, donde el señor Ábaco mandó uno de esos pequeños chocolates embriagantes.

Un obsequio para la única guardia del lugar.

Unos minutos después, intentamos entrar al elevador, pero este es demasiado pequeño, el espacio se ve máximo para una persona.

Willy entra y me mira.

─¿No piensas quedarte ahí parada, cierto? ─Él me dice desde su lugar.

Suelto un suspiro que no suerte no sale entrecortado.

Entro y el espacio es en serio reducido, Willy y yo estamos demasiado cerca.

Siento mis orejas calientes.

Ambos estamos frente a frente, pero Willy siempre es un poco más alto y te go que alzar mi mirada para poder verlo. Cosa que prefiero evitar.

Relamo mis labios en un intento de distraerme.

De repente, siento como su mano se acerca a mi barbilla, levantando mi rostro lenta y tortuosamente.

Su mirada se concreta con la mía y comienzo a sentir mis piernas temblar, estamos a solo unos cuantos centímetros de distancia.

Como en el local...

Un sonido me hace sobresaltar, golpeando mi frente con su mentón.

La pequeña puerta del elevador se abre.

Inevitablemente me quejo del golpe.

─¿Estás bien? ─Pregunta llevando su mano a su barbilla. Yo tengo la mía en mi frente, sobando un poco.

─Sí, eso creo. ─Willy lleva ambas manos a cada lado de mi cara, mirando detenidamente el lugar del golpe, siento como la sangre sube a mis mejillas, así que me suelto de su agarre. ─Se nos acaba el tiempo.

Él aclara su garganta y yo llevo algunos cabellos detrás de mis orejas.

El chocolatito hizo un efecto rápido, que la guardia ya está profundamente dormida. Sin intentar hacer ruido caminamos en dirección a la bóveda.

Es cierto lo que dijo el señor Ábaco, ellos hacen... ¿Lavado de chocolate?

No, creo no es ese tipo de delito.

Tienen una enorme cápsula con chocolate de aquí a siete décadas, más probablemente.

─Wow...

La voz de Willy me saca de mis pensamientos.

Ambos nos miramos y sin perder más tiempo, buscamos.

El libro de cuentas tiene que estar escondido en alguna parte, buscamos en cajones, miles papeles, facturas.

Nada que parezca un libro de cuentas.

Masajeando mi me recuesto en la pared de baldosas azules, siento algo moverse en mi espalda y por instinto suelto un gritico.

Me doy cuenta de que en realidad es una especie de caja secreta. Bingo.

Un enorme libro verde está en su interior. Sin esperar lo tomo, y efectivamente, es el libro de cuentas.

─Willy...

─Dime.

─Entontré el libro.

Se detiene abruptamente en su buscada y voltea a verme con sorpresa. Una sonrisa se tatúa en su rostro, rápidamente se acerca a mi y toma mi cintura, sin importar el libro retenido entre los dos, me levanta dando vueltas en el aire, haciéndome reír.

─Ya basta. ─Digo entre risas.

─¿Donde estaba? ─Toma el libro en sus manos mientras me pregunta.

─Ahí. ─Le señalo la apertura en la pared.

─Increíble. ─Dice y comienza a hojear el libro, yo me pongo a su lado para ver también.

Las paginas se basan en un montón de números y archivos sobre personas. Una imagen conocida se presenta en una de las páginas. Con el ceño fruncido agarró el libro y observo bien.

─¿Qué sucede? ─Willy me pregunta extrañado.

Siento una presión en mi pecho.

─Es mi papá... ─Comienzo a leer lo que dice en cada escrito de esa página, Willy lleva su mano a mi hombro, reconfortándome.

Al parecer él sabía algo que no debía, lo silenciaron.

─¿Como pueden ser tan crueles? ─Escuchó hablar a Willy.

─¡Qué grata sorpresa! ─Ambos nos sobresaltamos al voltear y ver en la entrada a los protagonistas del libro.

Pure Imagination, Willy WonkaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora