Capítulo 25🥑

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Capítulo 25:

      El baile de invierno se acercaba. Me preguntaba que vestido usar, quiero verme hermosa como esas modelos de revistas. Pero sobre todo, cautivar a Pablo. Sé que le gustan los vestidos rojos, dice que nos hace ver más lindas y tentadoras. Él me propuso ser su pareja en el baile, encantada y sin pensarlos dos veces dije que sí. 

Mi hermana iba a ayudarme, tenía la mañana libre. Estaba emocionada, iba a ser la primera vez que iba a un baile acompañada de un chico y no de Fernanda. Iba a ser el mejor de todos. Me imagino bailando pegada a él. Sintiendo el olor a su perfume, su mano en mi espalda y una canción suave sonando de fondo. Me idealizo siendo mirada por esos hermosos ojos protegidos por dos cristales.

Junto a mi hermana entré a una tienda de vestidos, bueno, era un paraíso de la moda. Había vestidos largos, cortos, provocativos, para nada sensuales. De todos los colores y tonalidades que pueden existir. Los rojos eran los mejores, casi todos eran preciosos. En especial hubo uno que me gustó mucho, cautivó mi atención. Era de dos tonos diferentes. De tirantes, la parte de arriba era un poco más oscuro y la parte de abajo era un poco más larga con un rojo más claro. Tenía un cintico negro con un adorno sencillo en dorado. Ya me imaginaba con ese vestido y unos tacones que Sofía me iba a regalar.

Me observaba en el vestidor, sentí que mis defectos no existían. El vestido me hacía sentir hermosa, quizás un poco diferente. No soy de usar mucho los vestidos, solo en ocasiones especiales.

—Eres preciosa— dijo mi hermana colándose en el vestidor— .Alguien quiere verte, le he dicho que íbamos a escoger tu vestido.

Por un momento quería que fuera Pablo. Pero, iba a ser algo difícil porque mi hermana no le conoce. Tampoco sabía quién iba a ser, quizás un cliente de mi hermana y espero que sea millonario. Cuando salí mi papá me esperaba con un ramo de girasoles, sabe que son mis favoritas.

—Papá— dije con entusiasmo y corrí a abrazarle.

—Te ves hermosa— me entregó los girasoles— . ¿Cuándo es el baile?

—En unas semanas—dije mirando con fascinación las flores—. Este año me acompaña un amigo. Fernanda y yo ya no somos amigas como antes. Tampoco he sabido nada de su vida, pienso que esté bien.

—¿Por qué?— preguntó mi hermana con asombro— .Siempre ha sido unida a ti.

—Ella tomó un camino que no me gusta, simplemente prefiero tomar distancia—le entregué las flores a mi hermana— . ¿Podemos llevar este?— mi hermana hizo un gesto de sí con su cabeza, mi corazón quería llorar— .Te amo. Me voy a cambiar y ¿comemos algo juntos?

—Es mi objetivo al estar aquí, pasar más tiempo con mis hijas. Además, ahora quiero saber de ese amigo. Seguro es Camilo.

—No es Camilo—dijo mi hermana cruzando los brazos— . Él me comentó que no quiere ir porque no le gustan ese tipo de actividades, él siempre ha sido así.

—El chico es uno de sus mejores amigos, es tan bueno como Camilo— comenté. Apuesto que estaba roja como tomate.

La chica de la tienda nos recogió el vestido y lo puso en una bolsa dorada con el logo del lugar. Nuestro papá nos llevó a comer en una cafetería de comida rápida. Mi hermana quiso una hamburguesa y un zumo de piña, de pequeña siempre amaba comer eso. En cambio, papá y yo solo comimos nuestro amado hot dog y la siempre fresca Pepsi. También pedimos papitas fritas con kétchup, Ojalá tener un poco de guacamole.

Tomé una papita y comencé a mirarla sonriente. Pablo me recomendó que ese tipo de papita frita se comía con guacamole y era una delicia. Mi hermana golpeó mi mano después de intentos fallidos de llamar mi atención.

—¿Quién mira una papa frita con tanto amor y sonríe?— dijo mi hermana. Su tono parecía el de una loca.

—Yo. Acabas de verme hacerlo— bromeé y me lanzó mayonesa a la blusa— Mch, es mi favorita— miré la ropa con tristeza— .No importa, igual te quitaré una de tu ropero.

—Sueña con entrar a mi cuarto antiguo. Ahí quedan muy pocas cosas y el cuarto está bajo llave.

—¿Por qué?

—Tu madre…—contestó e hizo una pausa— .Bueno, si a eso se le puede llamar madre—susurró bien bajito.

—¿Por qué dices eso de Hailey?— intervino mi padre dejando a un lado su móvil.

—No, no es nada— dije bajito. No quería que él lo supiera.

—¿Has visto su rostro?— preguntó Sofía con tono molesto— .Detalla cada fracción del rostro de tu hija. En el mes que estuviste ausente del país casi le mata.

Mi padre tomó mi rostro y comenzó a indagar en él. Buscaba cada detalle y pasó su mano en la heridita casi cerrada de mi labio. Por primera vez observé aguados los ojos de mi papá. Sé que en el fondo siente culpa, después de su partida mi madre fue una persona mucho peor.

—Esto es mi culpa— dijo colocando sus manos en su cabeza— .Debo hacer algo.

—Mamá es abogada, puede usar mucho métodos para joderte— dijo mi hermana—.En unos meses, quizás después del veinte de febrero huimos hasta Los Ángeles.

—¿Cómo se la van a arreglar con su madre?— preguntó nuestro padre preocupado.

—Solo cambiaremos de número, te lo daremos antes de irnos. Ella no puede saber.

—Papá— dije angustiada— .No quiero seguir bajo ese techo. Tampoco íbamos a contarte porque quizás no entenderías. Otra cosa, no queremos denunciarle. No podemos pasar por un proceso que puede durar mucho tiempo.

—Entiendo, me iba a disgustar que lo hicieras. Pero, lo que de verdad me iba a doler era que te fueras sin despedirte. Quizás fui muy duro contigo, pero solo no quería que fueras como tu madre. Ella quiere tener el control que sus padres no tuvieron con ella.

—Quiere perfección, pero los demás merecen ser felices— mi hermana estaba molesta. Su vida había sido un asco. Ella sí creció bajo una estricta falda, yo era más rebelde. Aunque, ella era prostituta, al menos era libre. Se hizo los tatuajes que nunca pudo hacerse y perforó su cuerpo hasta en los lugares más extraños.

—El pasado no importa—interrumpí porque ella iba a seguir hablando de nuestra madre —.Podemos tocar otro tema más bonito—afirmé seria—. ¿Estás feliz con el nuevo bebé en camino?

—Claro, un hombre es feliz cuando viene al mundo un pequeño. Puedo revivir los momentos que extraño con ustedes.

—Awww papá— dijimos al compás tomando su mano—. Espero que esta familia si te haga feliz—continué yo apretando su mano.

—Que mi matrimonio con Hailey fuera una guerra todo el tiempo no quiere decir que yo no fuera feliz. Estaban ustedes ahí, eran el fruto más lindo de los días amargos. Pero, ¿Quién quiere otro pan?

—Hamburguesa para mí— dijo Sofía entre carcajadas.

—Bueno, hoy me comeré una hamburguesa sencilla como segunda ronda— comenté yo.

La tarde no podía ser mejor, mi padre y hermana se habían vuelto otro de mis lugares seguro. Quizás, solo por el hecho de que no están en casa conmigo, los extrañaba. Me di cuenta de que mi papá no era el culpable de todo y que mi relación rota con mi hermana era por los celos que sentía y que nunca debí odiarla.

Solo anhelaba el amor de mi madre, no es mucho pedir ¿Verdad?

…Nota de la autora…❤️
Bueno, espero que les haya gustado el capítulo… Besos.

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