Capitulo 25

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Tenía en la cabeza que debía contenerme con cualquier tipo de muestra de cariño por parte de Victoria. Se valoraba mucho que ella esté conmigo en estos momentos pero no iba a caer. No la iba a tener tan fácil.
No me llevó a un hotel, ni a su casa sino a la de sus padres. Estaba alejada de la ciudad, por lo que tenía un estilo de quinta, casa de campo. 

-No hay nadie -se adelantó mientras agarraba sus cosas del asiento de atrás.

Bajamos y nos acercamos a la galería de la casa con detalles de madera. Una arquitectura al estilo colonial, muy hermosa. De lejos se oían algunos animales, como caballos y chanchos. 
Entramos a lo que mi parecer era una mansión. Una gran escalera de madera con muchos cuadros colgados en la pared iluminados por un gran candelabro dorado. 
Subimos por las escaleras y me percaté que Victoria traía con ella un bolso. Realmente no sabía cuántos días pensaba estar acá. 
El pasillo era largo con muchas puertas de ambos lados y terminamos entrando en una de las últimas. Otra vez, un gran candelabro iluminando una habitación con cama matrimonial y todo hecho hermosamente de madera. 

-Mi habitación -dijo

-Si que tienen plata ustedes... -dije admirando el techo

-Deja tus cosas sobre la cama -dijo haciendo lo mismo.

-¿Tenes hambre? -preguntó

-Si -contesté

-Veni -dijo y volvimos a bajar.

Nos dirigimos hacia la hermosa cocina y creo que a esta altura iba a terminar asombrada por el baño. Todo era hermoso.
Abrió la heladera y sacó una caja de ravioles. 
-Son de verdura... ¿Te gustan? -preguntó

-Si -contesté sentándome en la barra 

Ella tomó una cebolla, un pedazo de morrón y lo picó en una tabla de madera. Lo tiró en una pequeña olla para luego ser cocinado con salsa de tomate. Mirarla como cocinaba sin dudas era algo precioso. Mientras lo hacía me preguntó todo sobre mi papá y conteniendo el nudo en la garganta lo hice. Me terminó aconsejando que a pesar de todo lo que había hecho ese hombre, era mi papá, tarde o temprano tenía que enfrentarlo para que de su versión y así poder sanar mi corazón. Tenía mucha razón pero también sentía que estaba jugando para ella. 

-¿Esto lo decís para que te perdone? -pregunté

Ella levantó la vista y sonrió de lado. 

-Ni lo creas -dije 

-Yo sé que me vas a perdonar... Como a tu papá. -dijo riendo

-Que chanta que sos -dije 

Rio. -Proba a ver si te gusta. -dijo acercando la cuchara de madera a mi boca. 

Esta escena parecía sacada de una telenovela. Ella observó como disfrutaba los distintos sabores que el tuco tenía. 

-¿Y? -preguntó

-Rico -dije 

Ella sonrió y corrió la olla para poner otra con agua. 

-¿Que tomas? Tengo agua, gaseosa, jugo y Gancia. -dijo mirándome 

-Gancia -contesté

Saco dos vasos y preparó aquel aperitivo. Los ravioles se cocinaron y lo vertió sobre la salsa de tomate para luego sentarnos a cenar. 

-¿Te puedo hacer una pregunta? -dije

-Decime -contestó 

-¿Montenegro? -pregunté

-En casa. -dijo 

-¿Sabe que estás acá conmigo? -pregunté

-No, no sabe. Hoy discutimos y le dije que iba a dormir a casa de mi mamá. -dijo

VictoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora