Capitulo 44

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Me había quedado dormida en sus brazos y para cuando desperté, la luz del Sol atravesaba las cortinas blancas de la habitación. Victoria estaba durmiendo boca abajo, dejando a la vista su espalda desnuda. Me senté en la cama y allí me di cuenta que no tenía ropa, la cual estaba tirada en el piso. 
Me puse la ropa y fui a mi habitación. Al llegar, agarré mi teléfono para ver que eran las seis de la mañana. Eugenia aún dormía, así que me acosté en mi cama para ver que tenía un mensaje de Paula en el que me deseaba buenas noches, mensaje que llegó minutos después de que me haya ido a la habitación de Victoria. 
Recosté mi cabeza en la pared y sin evitarlo sentí culpa, demasiada culpa. No voy a negar que hice lo que hice conscientemente, pero me sentía mal por Paula. Sentí que había tirado a la basura los meses que juntas construimos por una noche con Victoria, pero claro está que para mí no era "una noche" sino más que eso. 

Me volvía quedar dormida para escuchar la voz de mi amiga despertándome.

-Sole -dijo

Abrí los ojos y me levanté rápido de la cama. 

-¿Qué pasó? -dije asustada

Ella se quedó extrañada mirándome. -¿Dónde estabas? ¿Estuviste con Vicky? -preguntó

-Ah... Si -contesté

-¡¡¡Me muero!!! ¿Y cómo la pasaste? -dijo 

-Bien... -dije apenada

-¿Qué pasó? ¿Se pelearon? -preguntó preocupada

-No, con ella todo bien... Pero cuando me vine para la habitación... Como que caí, viste... Y pienso en Pau.

-¿Hicieron...? -preguntó Eugenia

-¿Qué? -dije

Euge hizo la seña de relaciones sexuales a lo que contesté asintiendo. 

-Me alegra... Pero te veo así y no lo entiendo. -soltó

-Yo tampoco me entiendo, quédate tranquila. -dije

Bajé con mi amiga a desayunar con algo de incomodidad. Sabía que la había cagado fuerte y que sería cuestión de tiempo para que todo estalle. 
En la mesa estaban todos, solo faltábamos nosotras dos. Cuando hice contacto visual con Victoria, estaba tomando un sorbo de su taza de café y la quitó para regalarme su hermosa sonrisa. Se la devolví fingiendo que todo estaba bien pero por dentro estaba rota. Es por eso que decidí vaciar mi taza lo más rápido posible y no la miré ni un poco. Dejé la taza vacía sobre la mesa y agarré la medialuna para comerla en el patio.  
Afuera estaba hermoso y no dudé en registrar una imagen para una persona muy especial. 

Sole: El paisaje sería aún más hermoso si vos estuvieras acá... 

Calabaza: Ay mi bebé

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Calabaza: Ay mi bebé... Te extraño, por suerte mañana ya estás conmigo otra vez.

Era el último día en Suiza y luego volvería a mi vida normal: estar con Paula, que era lo que me gustaba y hace nada juraba que no la cambiaría por nada ni nadie. Tenía un quilombo no solo mental sino también en la parte sentimental y sinceramente esperaba que todos esos pensamientos se vayan cuando esté durmiendo con Calabaza. 

VictoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora